Llaves rojas: el plan B de la MCP para evitar cortes de agua en los 303 sectores de una red mallada
Villava mantuvo el suministro tras la rotura del depósito gracias a este sistema
pamplona - Las posibilidades de que los 365.000 habitantes de Pamplona y su Comarca se queden sin agua por roturas o fugas a lo largo y ancho de su compleja red de suministro es prácticamente nula. Una suerte, sin duda, teniendo en cuenta que pese a que existan tres fuentes de suministro (Eugi, Arteta y Tiebas) que garantizan que la gran ciudad tenga reservas más que suficientes para afrontar periodos de sequías, el sistema de canalizaciones y depósitos puede fallar y bloquear la red de suministro dejando sin agua distritos, calles o pueblos enteros. Esta capacidad de reacción quedó demostrada el pasado mes de junio tras la rotura del depósito de Arre, con una capacidad de 8.000 metros cúbicos, y que abastecía a Villava y parte de Ezkabarte. La caída del depósito, de 34 años de antigüedad, fue total pero el sistema mallado (tuberías con diferentes puntos de alimentación) de distribución permitió que de manera inmediata se pudiera habilitar una red alternativa procedente del depósito de Miravalles, que también se nutre de la estación de Urtasun. ¿Cómo fue posible? La respuesta la tiene el responsable del área técnica del Ciclo Integral del Agua de la MCP, Juan Ramón Ilarregi: “Disponer de una red mallada permite dar soluciones a cualquier punto porque no se depende de un ramal principal. Llegamos al mismo punto por diferentes circuitos y toda la red está sectorizada al cien por cien”.
“El problema es que buscar una fuga es súper difícil pero tenemos un sistema de detección de caudales (caudalímetro) en una red sectorizada (303 en total) que permite detectar cualquier cambio al alza que pueda significar una fuga”, explica Ilarregui. A través de un telemando se observan saltos de consumo teniendo en cuenta mediciones de caudales estables. Otro método para detectar fugas son los geófonos a ras de suelo, además de los bastones metálicos.
El sistema de válvulas alternativa (llaves moradas en el gráfico) interconecta sectores que no están aislados y ofrece una segunda opción de entrada del agua. Se trata de válvulas de regulación que habitualmente están cerradas pero que en situaciones de emergencia --y a modo de planB- se abren de forma automática cuando la presión del agua disminuye al menos medio kilo.
En el caso de Villava, entró en funcionamiento este sistema alternativo cuando reventó el depósito de Arre. También se echó mano de una llave manual para dar suministro a la zona de Ezkabarte (primero desde Villava y después desde otro ramal directo de Miravalles). Miravalles daba agua a una parte de Villava pero también a Chantrea, Ezkaba, Ansoáin, Rochapea...
Las tareas de reconstrucción del depósito de Arre (hormigón pretensado) se prolongarán durante meses y no estará listo hasta el próximo verano. De momento, se estudian las causas del siniestro. La idea es volver a habilitarlo porque, de lo contrario, “damos menor presión a Villava y Ezkabarte, donde se requieren además bombeos”, una merma que cifra entorno a un kilo menos.
Por otro lado, Ilarregui destaca que, hoy, no hay problemas de abastecimiento y que tener Tiebas (del Canal de Navarra) es una garantía aunque haya días que en verano se podría “prescindir” de él. Disponer durante tres meses de un suministro de 250 litros por segundo es “todo un refuerzo”. “Al principio de temporada de verano tenemos Eugi y no sabemos si necesitaremos Tiebas. Si el verano va fuerte no será suficiente, si va flojo y llueve puede que sea suficiente pero nos da tranquilidad. Lo tenemos por un principio de prudencia”, expone. Por otro lado, para un funcionamiento correcto de la planta de Tiebas es necesario que se activen al menos 250 l/s. Hay que tener en cuenta, además, que por la tubería de Eugi caben 900 litros por segundo, y que Arteta decáe hasta 250-300 l/s en verano, lo que viene a sumar unos 1.200 l/s en situaciones más desfavorables. La primera semana de junio el consumo se situaba entre 1.300-1.400. El máximo histórico alcanzado es de 1.824 litros por segundo y si bien la tendencia del consumo de bajada, este año se ha recuperado algo, entorno a un 1,8% desde enero.