pamplona - Llegará el día en el que le toque elegir. Y tiene toda la pinta de que no acabará muy lejos de sus animales. Álvaro Garde Laurnaga es de Arraioz, tiene 21 años y compagina 3º de Magisterio en la UPNA (se quiere especializar como tutor de Primaria) con 30 cabezas de vaca pirenaica y unas 230 ovejas latxas. Lo hace sin problemas porque, dice, “se saca tiempo para todo”. También para andar por el monte, quedar con los amigos, salir de fiesta casi todos los sábados (porque tiene 21 años) y echarse “alguna novia”, aunque ahora no tiene. “Cuando he tenido también lo he sabido compatibilizar. Si tienes ganas de estar con la novia haces todo lo que puedes para ir con ella”.
Luego, en el día a día, donde hay que formalizarse, ganado y estudios van de la mano: “Cuando estoy estudiando al mismo tiempo necesito tener el ganado cerca para despejarme y airearme un poco”. Y cuando le toque decidir, pues decidirá. “Empezaré como maestro si tengo la opción, que la cosa tampoco está fácil. Mis padres son jóvenes y seguirán seguro con el ganado, y mi hermano también. Y ya veremos el día que tenga que optar por una cosa o por otra... en este momento no puedo elegir un solo camino”.
De momento está encantado con la profesión de ganadero, cada vez menos frecuente. No está de moda y entre los más jóvenes es ya una rareza: “En Baztan quedamos algunos, pero pocos. Ahora, por ejemplo, hay uno que se ha montado una quesería. Pero es verdad que a mucha gente no le gusta el ganado y que cada vez hay menos ganaderos. Es un sector difícil. Con las vacas pirenaicas no es tan atado porque en verano las echas al monte o al prado y ya está, pero las de leche necesitan atención todo el día. No tienes vacaciones, pero al mismo tiempo es muy bonito”.
algo especial Lo dice desde dentro porque así lo siente y lo vive. “Para mí es algo especial. Lo he mamado desde siempre. Es precioso cuando en invierno las ovejas están pariendo, o dar de mamar a los cordericos, o andar con las vacas. Es algo que lo sientes. Igual que a otros les tira el fútbol o los deportes, a mí me gusta el ganado. Y cuando voy a ferias, disfruto mucho simplemente viendo ovejas, vacas o caballos”.
Hasta el punto llega su fiebre por el ganado, y desde tan pronto, que no tuvo duda de cómo invertir la primera paga importante que recibe un niño. “Lo cuento y mucha gente se ríe y se extraña, pero cuando hice la comunión, con el dinero que me regalaron, compré 27 ovejas. Siempre había querido ovejas, el vecino tenía y yo solía ir a su casa a verlas. A mis padres no les gustaban, pero como vieron que tenía mucha afición, me dijeron ‘si quieres, con tu dinero compras ovejas y haces lo que quieras con ellas’. Compré 27 con la ayuda de mi hermano pequeño (19 años), y ahora tengo unas 230”, confiesa con una sonrisa de satisfacción, sabedor de que ha ganado la batalla a sus padres, y por goleada.
Además de las ovejas, su familia cría desde 2003, cuando compraron tres vacas y un toro, la raza autóctona pirenaica. Álvaro es consciente de que a día de hoy el negocio está complicado: “Pero los tiempos también cambian. Ahora hemos vivido una época difícil porque los piensos estaban muy caros, y en cambio a nosotros no nos valoraban debidamente la carne. Con el cambio de gobierno esperamos ver un poco de luz. Ya veremos qué pasa”.
Este ganadero tiene claro dónde está uno de los problemas del sector. “Los precios están descompensados. A nosotros nos pagan poco y en las carnicerías los precios están muy altos. Mucha gente no puede consumir esta carne por su coste, pero su precio no se parece a lo que nos pagan a nosotros”.
el testigo del bibi Con precios altos o bajos, y por si le sobraba tiempo, este es el tercer año en el que Álvaro colabora en la organización del Certamen de Ganado Selecto, que termina hoy en Elizondo y en el que también participa con 11 ejemplares. “Junto con Fermín Barazabal, otro ganadero voluntario del valle, buscamos patrocinadores para la feria, nos encargamos de los boletos para la rifa de la ternera, repartimos carteles, folletos...”.
Y empezó esta labor recogiendo el testigo de Juan Miguel Aguirre Iparrea, el Bibi: “Él tenía mucha afición a la vaca pirenaica y siempre estaba trabajando por la raza y por esta feria. Pero le detectaron un cáncer y un 1 de junio me pidió que le ayudara y cogiera su puesto. Él estaba con muletas y ya no podía. Y le dije que encantado, que para mí era un honor. Falleció el 16 de junio de 2013, y ahora hay un premio especial a la mejor ganadería de Baztan que lleva su nombre”. Va por el Bibi.