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Dos mil años de vida a orillas del río Arakil

arqueólogos de aditu realizarán mañana, en zamartze a las 16.30 horas, el balance de las seis campañas llevadas a cabo

Dos mil años de vida a orillas del río ArakilFoto: Aditu

Después de un arduo y paciente trabajo para sacar a la luz el pasado de Santa María de Zamartze, los arqueólogos de Aditu realizarán este domingo, a las 16.30 horas, un balance de las seis campañas que desde el año 2010 han llevado a cabo en las inmediaciones del complejo monástico ubicado en el municipio de Uharte Arakil. Durante estos años los investigadores se han centrado en la excavación de la necrópolis medieval situada junto al ábside de la iglesia románica del complejo, y que este verano se ha dado por finalizada una vez alcanzado al último nivel de enterramientos, ya en niveles de época romana. Y es que en este lugar se ubicaba la mansio de Aracaeli, de la que toma su nombre el río y valle de Arakil.

“Los resultados han sido sorprendentes. Se ha encontrado una gran cantidad de materiales arqueológicos, especialmente monedas y objetos suntuarios pero poco ajuar doméstico, lo que refuerza la idea de que se tratara de un foco de la administración romana”, apunta Fran Valle de Tarazaga, director de la excavación. Pero en opinión de este arqueólogo, la singularidad de Zamartze radica en que es uno de los pocos lugares de Navarra que ha mantenido una relevancia a veces política, otras veces religiosa, a lo largo de los últimos 2.000 años, además de tratarse de un espacio único para estudiar la coexistencia e interacción de las culturas romana y vascona.

Este asentamiento surgió fundamentalmente para atender a los viajeros de la calzada romana que unía Astorga con Burdeos, mencionada en el Itinerario de Antonino, allá por el siglo III después de Cristo, y que discurría por el corredor de Arakil. Ya en la Edad Media, esta vía fue utilizada como parte del Camino de Santiago. Las conchas halladas en los enterramientos exhumados confirman la existencia de un hospital de peregrinos en el monasterio, en el que se mantiene como su edificio más antiguo la iglesia levantada en el siglo XII sobre los restos de un templo anterior.

El yacimiento romano podría tener una superficie de 2 o 3 hectáreas en su momento de mayor esplendor en el siglo II d.C., que pudiera haber alcanzado una población de entre 200 y 500 personas, según Valle de Tarazaga. “Es un número importante, teniendo en cuenta que en nuestro entorno el modelo de población es disperso y de pequeños núcleos, incluso hasta en tiempos recientes. Sería el punto focal del valle, posiblemente uno de los asentamientos del actual territorio navarro más importantes en época romana al norte del Ebro”, observa.

Además del cementerio medieval, la excavación arqueológica se ha extendido a unos 300 m2 en el jardín del monasterio. Los niveles romanos se suceden desde el momento fundacional en el siglo I después de Cristo hasta el IV. Entre los hallazgos encontrados destacan algunos objetos característicos de los legionarios romanos, como las tachuelas que incorporaban a las suelas de sus sandalias y proyectiles de balista, arma semejante a una ballesta fija de grandes dimensiones. A pesar de haber sufrido una primera destrucción a finales del siglo III, el asentamiento mantuvo su papel administrativo al menos hasta los años de inestabilidad y decadencia del Imperio Romano cuando, tras un nuevo episodio violento durante el siglo IV, hizo que poco a poco esta mansio desapareciera de la historia.

Pero la vida continuó en Zamartze. En época tardoantigua y altomedieval se reutiliza el espacio, pero se pierde la romanidad, habiéndose descubierto estructuras de poca calidad constructiva. La aparición de una moneda merovingia, un grupo humano de origen germánico asentado principalmente en la actual Francia y enemigo de los visigodos, atestiguaría el uso del espacio al menos hasta llegado el siglo VI o VII.

Esta última campaña de 2015 se ha centrado especialmente en la mansio y su sucesión cronológica. “Los edificios de los siglos I al IV muestran una arquitectura típica romana, con un entramado de vigas de madera y paredes de adobe revocadas con enlucidos decorados”, observa Valle de Tarazaga, al tiempo que apunta que “la población indígena se adaptó a los medios romanos aunque en algunos aspectos pervivía el substrato indígena”. Esta hipótesis se ha visto corroborada esta misma semana con el hallazgo del esqueleto de un recién nacido de los siglos III-IV. “Lo curioso es que estaba junto a un muro netamente romano que encontramos hace dos años, pero los enterramientos infantiles bajo el suelo de las casas era una costumbre de los vascones”, destaca este arqueólogo.

NECRÓPOLIS MEDIEVAL En esta campaña se ha finalizado la excavación del cementerio medieval, una vez llegado a suelo romano. Se han descubierto cuatro niveles diferentes, donde se han encontrado esqueletos completos de más de 150 personas y restos de casi otro centenar, unos 250 individuos en total.

En el nivel superior del cementerio se recuperó abundante material óseo desarticulado. En un segundo nivel se hallaron los enterramientos en el interior de tumbas de lajas, con muchos individuos inhumados con mortajas, a la vista de los alfileres encontrados entre las costillas. En un tercer nivel de inhumaciones los cuerpos se hallaban depositados directamente en fosas, según explica Emma Bonthorne, osteoarqueóloga australiana de Aditu.

Finalizada la excavación del cementerio y cuando concluyan los trabajos de laboratorio, los restos exhumados se volverán a enterrar en los terrenos del monasterio. Mientras tanto se aplicarán en el estudio del material esquelético técnicas tales como los análisis de carbono 14 para su datación, o el análisis isotópico, que aportará información sobre la dieta y procedencia geográfica de estos individuos.

Como testigo del pasado de Zamartze, se prepararán algunas de las tumbas de lajas para exponerlas de forma permanente. Al respecto, Valle de Tarazaga señala que se está preparando un museo en el monasterio en el que descubrir 2.000 años de historia a través del poblado romano, su necrópolis medieval y el complejo religioso actual. “Sería un museo singular. Lo más cercano a Zamartze es Andelos. Pero a diferencia de este museo de Mendigorría, el de Zamartze permitirá introducirnos en las transformaciones que trajo la época medieval”, apunta Valle de Tarazaga.

Respecto a futuras excavaciones, señala que “Zamartze aún guarda muchos secretos” y el equipo de arqueólogos regresará para continuar la investigación del yacimiento, en particular de las zonas domésticas, donde convivieron romanos y vascones.

Equipo internacional. En las seis campañas realizadas entre los años 2010 y 2015 han participado más de 80 arqueólogos, antropólogos y estudiantes de diferentes países como Inglaterra, Canadá, Estados Unidos, México, Irlanda, Rumanía, Eslovenia, Polonia, Suiza, Dinamarca, Australia, Perú e Italia, así como de Navarra, además de voluntarios de la zona.

Hallazgos. En el yacimiento se han encontrado gran cantidad de objetos. Monedas, cerámica de lujo, broches y otros artículos permiten reconstruir el tipo de materiales que configuraban la vida diaria de personas notables de época romana y medieval. Algunos de estos artefactos son únicos en Navarra, como llaves de custodia romana y monedas merovingias.

Investigación. Una vez concluidas las primeras campañas se abre el proceso de estudio en laboratorio. Permitirá conocer con mayor exactitud la secuencia cronológica del yacimiento así como el perfil biológico de los individuos exhumados en el cementerio medieval.

Museo. Se prevé habilitar un pequeño museo en el monasterio que mostrará algunos de los artefactos recuperados y la historia del yacimiento arqueológico. Además, en el exterior se reconstruirán algunas de las tumbas medievales,