Soluciones para el Ebro
contaminación de las aguas del río (subterráneas y superficiales), presencia de especies invasoras y desaparición de las propias, cambios en el curso del río, daños en las inundaciones o elevación del cauce son sólo algunos de los problemas que sufre el río Ebro. Las últimas inundaciones del pasado febrero sacan además a la luz, las afecciones que genera el río como consecuencia de un proceso natural y que cuando el hombre trata de frenar lo único que hace es aumentar los daños. Los intereses enfrentados entre agricultores, ecologistas, técnicos y ayuntamientos se pusieron sobre la mesa en un debate en el que el objetivo central era abordar los problemas a los que se ha de enfrentar el Ebro y las localidades que se encuentran en su curso. El diálogo abierto entre las partes afectadas parece enfocarse hacia un mayor respeto al río, dejando espacio para su expansión. En esa mesa de diálogo apareció la necesidad de acabar con las motas, como método compartido entre técnicos, especialistas y ecologistas.
El profesor de geografía Alfredo Ollero escribió en 1990 un trabajo titulado Las crecidas del Ebro en la Ribera tudelana, en el que señalaba que el cauce entre Rincón de Soto y Cortes ha sufrido muchas variaciones por la mano del hombre, “destacando el sector entre Milagro y Murillo de las Limas (...). Las obras artificiales han alterado la tendencia natural de la corriente fluvial. Las orillas cóncavas se encuentran constreñidas y dibujan curvas irregulares que muchas veces provocan el choque perpendicular de las aguas contra la defensa (...). La realización de obras parciales lleva consigo el peligro de modificar la fuerza del flujo y y forma del cauce”.
el debate “El sistema de motas no está funcionando para hacer frente a las inundaciones. Hay que echarlas poco a poco hacia atrás y dar más espacio al río”. Ésta fue una de las conclusiones más importantes que se extrajeron en Tudela de una mesa redonda, organizada por Ecologistas en Acción y la Escuela Social, en la que participaron representantes de todos los sectores afectados. En esta cita se confirmó que el lecho del río se ha elevado entre 20 y 25 centímetros en las últimas décadas pero, igualmente, se desechó la retirada de gravas como una solución contra las inundaciones, pese a que existe un proyecto de la CHE para retirar más de 600.000 metros cúbicos acumulados en el cauce, sólo en la Ribera. La apuesta se centraría en la recolocación de las mismas en los márgenes más erosionados del río.
En la mesa redonda estuvieron presentes Luis Miguel Serrano, agricultor y vicepresidente de UAGN, Fernando Mendoza, alcalde de Arguedas, María Luisa Moreno, jefa del Área de Hidrología y Cauces de la CHE, Eva García, directora general de Medio Ambiente del Gobierno foral, Alfredo Ollero, profesor de Geografía Física de la Universidad de Zaragoza, y Eduardo Navascués, de Ecologistas en Acción.
Para el profesor Ollero, “las motas no son efectivas porque han cerrado la erosión, prolongan los daños de la inundación, hay que buscar alternativas y, poco a poco, ir echándolas atrás. Hay que volver a recuperar la cultura del riesgo y adentrarse en la restauración fluvial como se ha hecho en Caparroso, Marcilla o en el soto de los Tetones”. En parecidos términos se manifestó, la técnico de la CHE, Moreno, quien no ve una solución reparar constantemente estas defensas de los ríos que tanto reclaman agricultores y ayuntamientos ya que evitan que el agua llegue a los municipios. “El sistema actual no funciona y no es efectivo con estos niveles de caudal. hay que desplazar la mota y buscar una inundación controlada. Desde el año 2012 está prohibid hacer nuevas motas. La palabra es prevención frente a protección”.
Desde el Ejecutivo, García pidió paciencia porque “no se puede cambiar de un día para otro, hay que ver las actuaciones en su conjunto porque, como el efecto mariposa, lo que se hace en un punto afecta aguas abajo, pero es cierto que las motas no están respondiendo”. Entre las novedades que se pudieron aportar, García anunció que el Gobierno foral va a crear una comisión del tramo medio del Ebro, que reúna a Navarra, La Rioja y Aragón. “Hay que planificar a medio y largo plazo y en enero vamos a empezar un plan aquí”.
Serrano, en nombre de los agricultores pidió al resto de los componentes de la mesa que se pusieran en la piel de los afectados. “Hay que vivir el día a día. Nosotros sufrimos los daños y tenemos que aguantar la descoordinación de las administraciones y por eso nos enfadamos. Estamos a favor de las zonas de inundabilidad y ponemos los campos, pero que nos indemnicen porque los seguros no cubren todo y los campos asegurados no tienen derecho a indemnización ”. El alcalde de Arguedas, Mendoza, solicitó a la CHE que se mejore el diagnóstico y que se prioricen las acciones”, al tiempo que recordó que se habían aprobado varias zonas de inundabilidad en su término y no se habían acometido. “Los dirigentes políticos de la CHE negaron durante días que lo de febrero era una inundación extraordinaria, como luego se ha demostrado. El fallo general está en la toma de decisiones”, concluyó Mendoza.
Por último Navascués, en nombre de los ecologistas, defendió la necesidad de llegar a acuerdos. “En Francia son los agricultores los que señalan las zonas a inundar” y abogó por tomar “medidas de futuro” como retranquear las motas, recuperar los sotos y buscar cultivos que corran menos riesgos. “Se ha privatizado el curso del río y por eso estamos como estamos”, concluyó.
las gravas Ollero negó que la retirada de gravas tuviera ninguna utilidad contra las inundaciones y calificó a las gravas de “la riqueza del río, hay que venerarlas”. A su juicio, “la retirada de gravas es en realidad un placebo, carece de efecto. A veces se ha hecho en algunos pueblo para que la gente vea las máquinas. Lo que hay que hacer es ayudar al río para que las coloque donde nos venga mejor”. Para Ecologistas en Acción, “si quitas las gravas quitas el filtro del agua. Es absurdo, se quitan y vuelven al año siguiente, aunque no nos oponemos a algunos dragados muy puntuales”.
En términos muy parecidos se manifestó la representante de la CHE. “La elevación del lecho no es generalizada. En Castejón se han quitado hasta 100.000 metros cúbicos y han vuelto, no es algo práctico. Lo que hay que hacer es redistribuir las gravas para reparar las erosiones y que trabajen en la defensa del núcleo urbano”.
Al margen de las gravas sobre la mesa se puso también en evidencia cómo ha actuado la construcción de determinadas infraestructuras de tapón al río, obligando al cauce a buscar nuevas alternativas, como ha sucedido en el paso de la AP-15 por Castejón. “Las grandes infraestructuras han ocupado la llanura de inundación, actuando como barreras”, explicó Eva García y puso como ejemplo un pueblo francés a orilla del Garona, “que no ha crecido desde el año 1963. Han asumido que son zona inundable. Eso en este país sería impensable. Hay que evitar los parches y reflexionar sobre el tramo en su conjunto”.
frases