Episodios municipales
Hace un siglo (¡que estamos en el XXI!) eran absoluta mayoría. Las vacas y toros (o machos) de raza pirenaica digo, que no hace falta más que admirar las imágenes captadas por los decanos de la familia Mena o de Francisco Echenique Anchorena, excelente fotógrafo además de pintor relevante, para confirmarlo en ferias y concursos de ganado que se celebraban en el Valle de Baztan. Y luego, por lo que sea, su cría fue decayendo y se fueron introduciendo otras razas, quizás porque la leche hacía mejores precios y holandesas, holstein o frisonas, y las pardo alpinas, producían más y a fin de mes se echarían cuentas y parecería más rentable.
El que no sabe es como el que no ve (ejemplo desgraciado donde los haya), pero, de igual forma que desapareció el cultivo del trigo que era mayoritario, o el del tabaco (y Baztan producía a toneladas y de muy notable calidad, según reconocía el mismo antiguo monopolio de Tabacalera Española) y de forma más reciente el maíz de grano, que casi ni se ve ampliamente derrotado por el maíz forrajero, algo así debió ocurrir. De ello se dolía el experto técnico de la Diputación Foral de Navarra (¡Excelentísima!) Teófilo Echeverría, y algunos ganaderos baztandarras como Fermín Barazabal y familia de Bizarnea de Azpilkueta, que le conocieron y le trataron en vivo y en directo, lo pueden confirmar.
Ahora, cuando la leche se paga en origen a los ganaderos a 27 o máximo 28 céntimos (si alguien cobra más, que levante el dedo) que ni llegan a las 50 viejas pesetas que se pagaban hace un cuarto de siglo, lo que es de auténtico escándalo con las subidas continuas de precios de energía, combustibles, forrajes y otros. El nekazari (ganadero, literalmente el que “hace trabajo duro, que cansa”) ha vuelto por donde solía y se inclina por la raza pirenaica, que produce una carne que da gloria y su crianza, dentro de lo que cabe, no es tan sacrificada y esclava.
En pleno Boulevard donostiarra, recuerda el plumilla una afamada carnicería con un rótulo luminoso de esos tipo americano que pasan y repasan las letras, en el que se leía: Solomillo de Baztan. Chuletón de Baztan. Y qué coño, que le producía cierto orgullo la cosa aquella.
No lo han hecho todos, cada uno sabe y es consciente de lo que hace, que para eso es el que suda, pero lo cierto es que el bovino pirenaico está en auge y ya no corre el peligro que parecía abocarle a su desaparición. Hace poco más de medio siglo que en Gipuzkoa sólo quedaban censadas ¡sesenta cabezas! y en Navarra unas 1.500 que se han multiplicado por diez. Este fin de semana, Elizondo y Baztan enseñan lo mejor de cada casa, Teófilo Echeverría estaría contento, igual que ese ejemplar tendido en el tresillo del amigo José Mari Hualde, de Irurita, que parece decir: ¡Ahí me las den todas!.