En Navarra y en la Merindad de Estella la industrialización fue un proceso tardío en relación a otras zonas del Estado, pero eso no impidió que desde finales del siglo XIX y en las primera décadas del siglo xx, se instalaran numerosas industrias ligadas en muchos casos a los oficios tradicionales de las localidades. En otros casos se trataba de industrias totalmente nuevas que surgían por los imperativos de la evolución tecnológica y en algunos casos funcionaron durante buena parte del siglo XX. Las menos, han llegado activas hasta la época actual.
En el camino, fruto de reconversiones y crisis económicas e industriales, lo que se ha producido en la Merindad es la destrucción de la mayoría de ejemplos de un patrimonio con valor histórico, tecnológico, social, arquitectónico y científico. Y también la desaparición irreversible de la memoria personal y colectiva ligada a esos espacios.
En el Estado español no existe una legislación específica que regule el Patrimonio Industrial aunque desde 2001 hay un Plan Nacional que actúa en este ámbito. En Navarra según este Plan se contempla la protección de solo dos lugares: el Trujal de Cabanillas y las Centrales Hidroeléctricas del Irati.
Según Víctor Manuel Egia, experto en Patrimonio Industrial navarro y autor de un blog temático -www.ondaregia.com-, Navarra es una de las pocas comunidades que regula la protección este patrimonio con dos artículos dentro de la Ley de Patrimonio Cultural. En todo caso, las actuaciones han sido mínimas y apenas se han protegido lugares industriales frente a las numerosas declaraciones como Bienes de Interés Cultural o Bienes Inventariados de otros tipos de patrimonio cultural y religioso.
Se considera Patrimonio Industrial los lugares o bienes ligados a los trabajos anteriores a 1970. En la Merindad son muchos los ejemplos de grandes fábricas que han desaparecido casi sin dejar rastro. En Estella-Lizarra podemos recordar la fábrica de Agni o la de Curtidos Ruiz de Alda, que fue demolida en 1993 y cuyo origen se remontaba nada menos que el año 1830.
Para la arquitecta Uxúa Domblás, que realiza su tesis doctoral sobre el pasado industrial estellés, “la gestión del patrimonio industrial en Estella y la Merindad no ha sido precisamente un ejemplo porque se ha dañado nuestra memoria. Ahora lo que hay que hacer es recuperar y mantener lo que queda”.
En el resto de la comarca también encontramos otros casos de eliminación de ese patrimonio. En San Adrián solo se conserva la chimenea de la antigua fábrica de Conservas Muerza y en Lodosa la fábrica de Féculas desapareció para dar paso a la actual planta de producción de abonos industriales.
Hay que tener en cuenta que el concepto de Patrimonio Industrial es bastante reciente, tiene su origen en Gran Bretaña en la década de los 60, y todavía en algunos ámbitos no está equiparado en importancia a otros patrimonios vinculados a la cultura y el arte, lo que ha repercutido en una menor consideración por parte de la sociedad. “Se nos olvida, -explica la también arquitecta Agnieska Stepien-, que estos lugares están vinculados al pasado y a la memoria y en otros lugares se cuidan y destinan a muchos usos. Por ejemplo, en Estella es loable la rehabilitación de la Harinera Ruiz de Alda como hotel Tximista porque no es fácil adaptar el uso.
Así, en diferentes pueblos de la Merindad todavía perviven ejemplos de un pasado reciente personal y colectivo susceptible de mantenerse y usarse.