¿Qué hacemos con el Monumento a los caídos? El futuro de este edificio centró el debate que puso el broche de oro a las jornadas de reflexión sobre este símbolo franquista organizadas por ZER. En una sala abarrotada de gente, Fernando Mendiola, profesor de Historia y Geografía en la UPNA y escritor, Gemma Piérola, historiadora y especialista en el papel de la mujer navarra durante la dictadura franquista, el historiador y escritor Carlos Martínez y el profesor, filósofo y poeta Ignazio Aiestarán desgranaron sus propuestas en una mesa redonda moderada por Iñaki Arzoz.

El primero en tomar la palabra fue Mendiola con su apuesta por una transformación integral del Monumento a los Caídos. “Mantenerlo no supone comulgar con lo que significa. Pero dejarlo como está tampoco es una opción. Está diseñado para que domine todo el paisaje y no tenemos porqué convivir bajo ese símbolo”, apuntó Mendiola, que optó por aprovechar su potencial para “impulsar una memoria antifascista”, denunciando los horrores de la guerra y la falta de derechos durante la misma.

Además, el historiador recalcó la importancia de llevar a cabo una “transformación integral previa”. “Cambiar el uso simplemente sería una desfachatez. Hay que cambiarlo por completo y despojarlo de su poder simbólico”, aseveró. De esta forma, se podría aprovechar la carga histórica del monumento para “impulsar la memoria antifascista” como un recordatorio de lo ocurrido para no volver a repetirlo.

Gemma Piérola, la siguiente en tomar la palabra, aprovechó su turno para “lanzar dudas” sobre esta cuestión. Tras asegurar que “la memoria de las víctimas debe responder por todas ellas”, Piérola recalcó la importancia de conocer todo lo ocurrido para decidir qué hacer con la memoria. “Yo creo que el edificio no es tan importante en sí, ya que para mi no es tanto lo arquitectónico como lo que representa”, explicó Piérola que no dudó en asegurar que “derribar el monumento puede ser algo positivo o negativo”. Así, por un lado se mostró de acuerdo con la demolición, pero, por otro, destacó que “al preservarlo, se recuerda lo que ha pasado”. “Ahora mismo, el Monumento a los Caídos es invisible para mucha gente, porque no saben qué es lo que significa ni cuanto dolor esconden sus muros”, comentó Piérola, a favor de “informar con mucha responsabilidad” y de que “se haga lo que se haga se deje bien atado”. “De esta forma, venga quien venga, no pueda hacer lo que le de la gana con algo que, decididamente es de todos, porque todos los ciudadanos somos parte de la memoria”, apuntó.

Por su parte, Carlos Martínez recordó que “el propio monumento es un síntoma de cómo está la memoria histórica”. “Remite a una contramemoria que ha tratado de silenciar y esconder todos los vestigios de la violencia franquista y aceptar esa contramemoria significa que nos estamos tragando el olvido. Por eso, lo que se haga con este edificio, tiene que ser lo que se haga directamente por la memoria histórica”, aseveró Martínez, convencido de que “si no se hace justicia ahora, ya no se hará justicia”.

Así, durante su exposición, Martínez aseguró que “no podemos dejar el edificio como está” y propuso crear “una unidad didáctica que explique qué ha pasado ahí”, para luego decidir qué hacer. Además, el escritor no dudó en aseverar que este edificio es “un artefacto de propaganda fraquista” que no tiene valor artístico. “Declararlo patrimonio artístico es una forma de protegerlos, pero llama la atención que no haya visitas guiadas ni nada para mostrarlo”, expuso.

Ignazio Aiestarán, que fue el último de los ponentes en intervenir, se mostró de acuerdo con Martínez y no dudó en recordar que destruir una obra no es una novedad. “Muchas vanguardias han optado por destruir lo anterior y comenzar de nuevo. Por lo que, que sea una pieza artística no es una excusa para no derruirlo”, apuntó.

opinión del público El público, que abarrotó la sala de exposiciones del Palacio del Condestable, también participó en esta mesa redonda y, al igual que en el caso de los ponentes, las propuestas fueron muy diversas. Por un lado, hubo quien apostó por “convertirlo en algo que sea útil para toda la ciudad” y quien fue más allá y miró a un futuro más lejano. “Yo no quiero que la juventud que viene detrás pase por esto. Derrumbadlo y haced un arco de la paz, como tienen en casi todas las ciudades. Los dos bandos perdieron, los otros también perdieron a gente”, apuntó una mujer del público que se identificó como hija de un fusilado. “Mi padre me pidió que aprendiera a perdonar. No podemos legar esta guerra a nuestro nietos y bisnietos”, señaló, arrancando un gran aplauso de los asistentes.

Asimismo, del público también salieron otras propuestas como convertirlo en un comedor colectivo o en un albergue para personas sin hogar. Por último, una vecina de Pamplona propuso que ese espacio se dedicase a hablar del silencio que durante mucho tiempo ha rodeado las cuestiones relacionadas con la memoria histórica.