Ainhoa y Miren Vital, de 39 y 47 años son la cuarta generación de la Imprenta Vital, fundada por su tía abuela María Vital junto a su marido Francisco Albéniz en 1905. Les sucedió su sobrino, Sebastián Vital, abuelo de Ainhoa y Miren, quien heredó la imprenta a la que dio su apellido.

Las dos hermanas se criaron en la tienda, de donde volaron para realizar estudios de Biología y Derecho respectivamente. Decidieron volver cuando se jubilaron su padre y su tío, la tercera generación. De ellos aprendió el oficio Miren en el taller. “Tuvimos el maestro en casa. Se presentó la oportunidad y la agarramos”, recuerda.

Llena de luz y color, repleta de libros, cuadernos, lápices y juguetes, la tienda mantiene su estructura y su mostrador original, mientras que a la imprenta ha llegado la adaptación a la era digital. Ahora guardan como un tesoro las viejas máquinas del siglo XIX por si alguna vez es posible sacarlas a la luz a modo de exposición. “Nos hemos ido adaptando a los nuevos tiempos. Todo ha cambiado, ahora se vive de otra forma y también ha cambiado la manera de comprar. Pero seguimos siendo un referente para los colegios en cuanto a material y lecturas, y proporcionamos un servicio cercano. Vivimos de las ventas del año. Sabemos bien cuál es nuestra competencia”, explican.

Miren y Ainhoa miran al futuro con esperanza, aunque en su caso, todavía es pronto para hablar de relevo, mientras, celebran el emprendimiento y la actitud de quienes apuestan por el comercio en su ciudad. “Ojalá estuvieran todas las puertas de las calle Mayor abiertas”, anhelan, al tiempo que argumentan que las tiendas son vida”, opinión que comparte Sola. “La gente no es consciente de que el pequeño comercio no sólo aporta producto al pueblo si no que además, cumple una función social, da vida, y de su muerte somos todos un poco responsables”, opinan.

erdozain, 3ª generación La abuela Concha Domínguez de Vidaurreta abrió el establecimiento Mercería Erdozáin Novedades de la calle Mayor, enfrente del ayuntamiento, también cerca de su centenario. Su hijo, José Antonio Erdozáin fue su relevo, y a éste le siguieron los suyos, Óscar y María, que la regentan desde hace 28 y 23 años.

En 1992 acometieron una reforma, en la que fue perfumería, tienda de oro y plata , ropa, confección y mercería, para quedarse finalmente con estos dos últimos productos. El presente aseguran no es ni la sombra del pasado, cuando sus padres la atendían llegaron a trabajar cinco personas a tope. “De momento seguimos, pero el futuro comercial de Sangüesa no lo vemos nada claro. La gente se va a comprar fuera, han cambiado los hábitos de ocio y consumo. La calle Mayor cerrada ya hace diez años tiene su repercusión, sobre todo para la gente que viene de los pueblos vecinos”, confiesa.

No quieren ese futuro para sus hijos. “¿Autónomo en España? ¡Ni hablar!”, exclama Óscar. “Yo les digo a mis hijos que estudien y trabajen por cuenta ajena. Yo elegí la tienda porque me gustaba, pero entiendo que es muy sacrificado y que en 15 años ha caído mucho”, cuenta Óscar.

En Erdozáin tienen muy claro que no pueden hacer frente a la nueva competencia. “Son mundos distintos y diferente nivel de vida. El comportamiento también ha cambiado, aunque sigue viniendo gente de aquí, de los pueblos y de los valles Roncal y Salazar, siempre fieles y buenos clientes”, declaran. Los hermanos Erdozáin consideran que “hace falta una reflexión sobre el comercio y la ciudad que queremos”. Tampoco pasan por alto las políticas gubernamentales que favorecen o frenan la actividad del pequeño comercio. “El Gobierno de UPN centralizó todo en Pamplona. Además, ésta es la comarca más olvidada y desfavorecida”, denuncian, dando voz a un sentimiento generalizado.

Amagoia Abadía, en la cercana calle Mediavilla, trabaja al frente del asador que lleva bautizado con el nombre de la vía. Es la segunda generación del Asador Mediavilla, el relevo de su padre, José Javier, jubilado en 2014. Su impresión es optimista. “Se ha perdido el miedo, vamos remontando y volvemos a trabajar bien”. No se arrepiente del paso dado, al contrario: “Es para mí una satisfacción continuar, compartir punto de vista con mi padre y contar con su asesoramiento y con la ayuda de mi madre.”.

Atrás quedó el Diseño Gráfico, su apuesta está clara. “La entrega me compensa, y miro siempre hacia adelante”.

ASociación. “Sangüesa debe su estructura comercial y buena parte de su tejido social al poso que dejó la Asociación Baja Montaña-Mendi Behera, que funcionó durante más de 15 años con una labor conjunta de los ayuntamientos”, opina Aramendía. Aquella estrategia de desarrollo sostenible en la comarca fue un trabajo intenso e ilusionante en el que se implicaron muchos agentes desde la perspectiva comercial y turística, con una mirada de conjunto a la comarca, teniendo en cuenta sus diferencias.

En la actualidad, la Asociación de Comerciantes Sangüesa/Zangoza, dinamiza a su manera la vida comercial. Raquel Sarasa , la actual presidenta, tenía 17 años cuando en 1987 montó su primera peluquería, por lo que sabe bien qué es abrirse camino como autónoma. Como representante de los comerciantes, su mirada es positiva. “Sangüesa funciona. Tiendas nuevas se unen a las antiguas. Con coraje y constancia hemos llegado hasta aquí, y trabajamos para que esto permanezca”.

Raquel opina que en general la gente consume en el comercio local. Puede hacerlo. Sangüesa está bien dotada de servicios. La asociación engloba a 65 socios y socias, que en total suman más de 300 puestos de trabajo. Reciben subvenciones de instituciones y particulares y con ello llevan a cabo campañas “divertidas y originales” a lo largo del año.

Considera que la ciudad mantiene su carácter comercial, también para la comarca, pero observa la realidad de su envejecimiento poblacional. “Hay que unir a los pueblos con un transporte mancomunado un día a la semana. Se necesitan más zonas de aparcamiento y un local”. Sarasa apunta además a la necesidad de concienciación general. “Es preciso saber qué ciudad estamos haciendo para el futuro y trabajar para que no se apague”, señala.