25 años ‘tocando la gaita’ en Sanduzelai
Los cuatro gaiteros del barrio pamplonés celebran hoy el cuarto de siglo de vida del grupo coincidiendo con el inicio de sus fiestas
pamplona - Fue “una pedrada” que surgió en una reunión de un colectivo del barrio. “Nos juntamos y pensamos en aprender un instrumento tradicional”, cuenta Daniel Caspistegui, de 44 años. “Venga va, la gaita”, se les ocurrió. “Entonces cogimos el listín telefónico, llamamos a los gaiteros de Pamplona para ver si nos daban clases y nos dijeron que sí porque éramos de San Jorge y perros callejeros”, detalla.
Han pasado 25 años desde entonces y aquellos cinco perros callejeros responsables de la pedrada se fueron quedando por el camino. Excepto Daniel, que aguantó y se las ha ido apañando para mantener en todo momento el grupo, sus gaiteros de Sanduzelai. Casi siempre con chavales del barrio y a veces con apoyo más allá de sus fronteras. Iban Ventura lleva más de 15 años a su lado y con 31 ya suma como un veterano. También comenzó con los gaiteros de Pamplona, luego se incorporó al grupo de Daniel... “y hasta hoy”, dice.
Los jóvenes Óscar García (19) con dos o tres años de aprendizaje y que “ya empieza a salir y estas fiestas tocará con los gigantes” y Odei Barrena (17), del que dicen que es “muy fino” sacudiéndole al tambor, completan un cuarteto que celebra un cuarto de siglo coincidiendo con las fiestas del barrio, que arrancan hoy. “Se puede decir que es la fecha que supuso el pistoletazo de salida”, comentan Daniel e Iban intentando ajustar la efeméride a un día concreto del año.
Acumulan muchos recuerdos en este tiempo, pero destacan las colaboraciones con comparsas de gigantes de distintos lugares como Bilbao o “tocar en la comparsa de Pamplona gracias a gaiteros Txantrea, que nos dejó su hueco una mañana”.
Y cuentan que, comparado con épocas pasadas, ahora suenan mucho mejor. Porque la experiencia siempre suma y sobre todo porque los materiales han evolucionado mucho. “Las cañas de ahora no tienen nada que ver con las de entonces”, explica Iban. “Lo que más ha cambiado han sido las caras, porque ha habido mucha gente que por una cosa o por otra ha ido dejando el grupo. Y que ahora se toca mucho mejor que antes. Con el material y los ensayos vamos llevando el asunto”, añade Daniel.
instrumento “jodido” Buena parte de la culpa de los abandonos la tiene la propia gaita, un instrumento que, reconocen, no es de trato fácil. “Tiene un problema. Es un instrumento muy jodido. Hay que darle mucho y perseverar. La gente ve a los gigantes y los gaiteros y dice que qué guay. Pero luego entran y se dan cuenta de lo difícil que es esto. Es un instrumento que está hecho un desastre. Está, por así decirlo, desafinado. Por eso mucha gente se queda por el camino”, expone Daniel.
“Además no es un instrumento reglado que puedas aprender en un conservatorio. Es más artesanal y las clases las da la gente que ya lleva tiempo tocando. Y es duro. Los chavales empiezan con ganas, pero le tienes que meter horas. Si no te acaba aburriendo y lo dejas”, dice Iban. Explican que varios pueblos han apostado por la gaita en sus escuelas de música. Se enseña en Burlada, Puente la Reina, Marcilla y por supuesto en Estella, la cuna de la gaita. “Pero el 80% todavía se hace como antes; por contactos, que mi hijo quiere aprender y tal... Llaman y, si saben solfeo, se les da clases”, cuenta Daniel.
Una de las ventajas (o desventajas, según se mire) es que el instrumento suena lo suyo. “Se oye muchísimo”, asegura Daniel. “Y como son solo dos solistas y un tambor, la mínima cagada también se nota muchísimo”, dice Iban.
las fiestas Los gaiteros de Sanduzelai van a celebrar sus 25 primaveras trabajando de lo lindo: “En fiestas, aunque hagas juerga, te pegas tu currito. Te levantas a las 9 de la mañana, dianas, gigantes, bailables... prácticamente no paras en todo el día”, explica Iban, que en cualquier caso no se quitará de salir. “Igual Dani sí que está más mayor”, se ríe. “Son como las fiestas de un pueblo para cada uno. No puedes dejar de salir, pero ya sabes lo que toca. Si te has ido a las 6 de la mañana a casa, a las 9 tienes que ponerte en pie otra vez. Pero son 2 días y se aguanta”. San Jorge supone el inicio de un aluvión de fiestas para ellos, y a partir de aquí es un no parar hasta septiembre-octubre.
Todavía no saben si harán algo especial con sus 25 años o si, por el contrario, esperarán al año que viene para celebrarlo en común con la comparsa de gigantes del barrio. “Somos como uña y carne”, cuentan sobre un grupo un año más joven que el suyo. “Ahora que tenemos gaiteros, ¿cómo no vamos a tener gigantes?” detalla Dani sobre el origen de los gigantes. “Fue el típico ¿a que no? Pues toma”, dice.
Además de a la comparsa, después de todos estos años no pueden dejar de mostrar su agradecimiento a toda la gente que les ha acompañado en el camino. “Empezando por gaiteros de Pamplona, que nos enseñaron. Evidentemente a gaiteros Txantrea, que nos echó un cable muy grande cuando quedamos un poco colgados de gente, y al grupo de mujeres del barrio, que han colaborado siempre con nosotros de maravilla. Y por supuesto a nuestras las familias” dicen por último. Porque, en definitiva, son a ellas a las que más tiempo les roban dándole a la gaita.
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