la cereza es, aparte de su valor nutricional, una de las frutas más generosas que se conocen, tanto que si agarras el pedúnculo, vulgo rabo, de alguna es casi seguro que te verás premiado con alguna más que vendrá unida a ella. Es muy amplia la variedad existente de la científica Prunus avium (cereza) y la Prunus cesarus (guinda) que se recoge en Navarra, sobre todo en Milagro, y también en Etxauri, y las que cuando críos nos decían de Etxalar parece que muy venidas a menos y prácticamente extinguidas, como las de nuestro Baztan.
Hay otras cerezas y otro lugar de cerezas, en esa otra parte de Navarra tan cercana como injustamente olvidada, hablamos de Itsasu, vecino de Baztan y en apariencia menos hermano de lo que fue antaño, que se une con nosotros entre las mugas 77 y 81, en más de tres kilómetros y donde aún se encuentran las ruinas de un castillo perteneciente al rey de Navarra ocupado hasta el siglo XV, hasta la conquista por Castilla. Allí, el próximo domingo celebran su Gerezi festa, la fiesta de sus cerezas que han convertido en su símbolo e imagen de marca, además de aportarles unos interesantes ingresos cada año.
Cerezas rojas, cerezas negras, tempranas o algo entreveradas, todas caben en la fiesta de la cereza que se anuncia en la localidad labortana. Esta fruta ha hecho popular el municipio y las propias cerezas se han ganado una fama indiscutible entre los consumidores.
Cinco mil cerezos que son más cada año, crecen en su ámbito territorial donde en algo más de tres décadas han hecho un inteligente y extraordinario esfuerzo para recuperar el cultivo de la cereza. La asociación Xapata, que reúne a una veintena de productores de cereza locales, empezó por crear un huerto conservatorio, con el objetivo de proteger las especies locales.
Tres son las clases de cereza propias de Itsasu, Peloa, Xapata y Beltza, pero también se han plantado ejemplares de otros orígenes y variedades, que hace tiempo llegaron al municipio y se consideran como propios. Un total de 22 plantas distintas de cerezo fueron el primer paso de este huerto conservatorio, y mientras esos ejemplares jóvenes crecen, los itsasuarras recogen los cientos de kilos de cerezas que cada año producen sus miles de cerezos que florecen y bordan sus montes y campos de un blanco espectacular y ofrecen sus sabrosos rojos frutos en primavera.
Quienes el domingo se acerquen a Itsasu podrán degustar el dulzor de la fruta así como el sencillo pero delicioso pastel vasco cuidadosamente elaborado y relleno, como no podía ser de otra forma, a base de mermelada de su cereza negra. La fiesta comienza con misa solemne, se bailan muxikos, se comparte una comida, hay artesanía, herri kirolak y durante todo el día, los productores de Itsasu ponen a la venta cientos de kilos de cerezas. Por Dantxarinea son dos pasos y vale la pena. - L.M.S.