Pamplona - “La gente mayor es valiente. Ellos, ellas se dan cuenta de lo que han vivido y, según qué declives, no quieren pasar por eso...”, admiten la doctora Soco Lizarraga y la paciente María del Mar González Llamazares. Esta vecina de Berriozar tiene 67 años y hace dos años renovó su Testamento Vital. “Una vez un médico especialista me dijo que si me daba algún ataque, como era su paciente, harían lo imposible para que saliera adelante. Le dije que no era mi voluntad”, explica. Lleva un marcapasos y sufre varias enfermedades crónicas progresivas. “Puede ser que llegue mi final, se complique y no pueda decidir, y sin embargo mi corazón siga latiendo por el marcapasos, y eso no es una vida a mi juicio. Pedí que cuando llegue el momento lo desprogramen”, explica. “La familia te insiste, aunque sea en la cama te atenderemos, y yo digo que no. Es su egoísmo, no pensáis en el sufrimiento nuestro... Yo estoy trasplantada de riñón y, si me falla el riñón, lo tengo muy claro. A diálisis no voy a volver, y a un trasplante tampoco, y lo tengo especificado. Una parte de la familia sé que no lo aceptaría pero yo sé cuál es mi camino”, remarca. “Lo hago por mí y por los que quiero. Pero es mi decisión y la tienen que respetar. Mi hija mayor ha firmado con migo. El marido dice... ya veremos (se ríe)”, relata. A su juicio ésta es una postura “completamente” compatible con luchar en la vida y con mantener una actitud positiva. “Si en un año tienes 16 ingresos y todos malos... Si te vas a casa, y a los cuatro días ingresas otra vez malísima, ¿cómo vas a estar? Por eso quise hacer ésto en un momento en que estaba bien, también anímicamente, porque arrastro estas enfermedades desde hace muchos años. Si se me ocurre hacerlo en aquellos años tremendos del trasplante del riñón o de la diálisis, no estaría bien hecho. Tienes que pensarlo bien porque si la familia decide que te vas a quedar en una cama, ahí te quedas”, reitera.

Santos Tolosa, de 55 años, ve otro aspecto fundamental a la hora de hacer el Testamento Vital: quitar culpabilidad a la familia. En su caso, vio el cartel en la sala de espera del centro de Berriozar y se interesó sin tener ninguna enfermedad grave: “Yo no quiero alargar mi vida, sufrir y que sufran las personas que tengo al lado. Si mi vida va a depender de un médico que me pueda tener en la cama un mes más de vida, sin ser yo consciente ni que estoy viviendo ni que estoy haciendo nada, y todos los de alrededor sufriendo a la vez, realmente no es mi voluntad. Puede que un médico decida si me desconecta o no, y la familia no tenerlo claro. Y si decide que no, y se prolonga un mes de sufrimiento, puede generar un trauma a esos familiares de por vida”, afirma quien considera que todavía “hay muchos prejuicios sobre la muerte”.

María del Mar asegura que descansó después de hacerlo: “No significa que te vas a dejar morir. Sólo es para cuando tu no puedes decidir”. Santos también se siente más tranquilo porque “se supone que van a hacer lo que quieres que hagan”. “Mi hijo (uno de cuatro) no quería pero les dí una copia para cada uno. Es mi decisión y hay que respetarla. Mi nieta mayor (de 4) ha cumplido 18 años y me acompañó a una charla en la academia donde estaba estudiando sobre insuficiencia renal, y sé que para ella es un aprendizaje”, subraya. Con el Testamento Vital la gente está más preparada para afrontar el trance. “Más que el hecho de morir a la gente le asusta el proceso. El dolor, si me voy a sofocar.... ”, recalca Soco. Un señor llegó sólo a hacer el testamento; la mujer no le quiso acompañar, y le representaba una hija. “Tenía claro sobretodo lo que no quería. Que le alargaran la vida con medidas extraordinarias. Y no se sentía respaldado y para él era un motivo mayor para hacerlo”, expone Txaro.- A.I.