Como agoizkos y agoizkas que son, se citan cada año, desde hace cinco, en la mañana del sábado de la fiestas txikis de San Miguel para representar la firma de la paz entre agramonteses y beamonteses acontecida en la ermita de San Román en 1479, ante la presencia de la entonces regente doña Magdalena. El pueblo unido pone en escena su patrimonio este año dentro de las Jornadas Europeas, un capítulo de su historia grabada en el escudo.

Septiembre es mes de ensayos, tres por semana, para formar los grupos de escruadrones de ambos bandos, diez de ocho soldados masculinos y femeninos, a los que se suman miembros de la Comparsa, gaiteros y txistularis, más de un centenar de participantes.

La cita es con almuerzo en la plaza del Mercado que luce vestida de blanco, azul (beamonteses) y granate (agramonteses), con sonido de cascabeles y del choque de espadas. Son los ensayos previos al desfile en bandos separados que se encontrarán en la plaza Baja Navarra, junto al histórico palacio de Argamasilla.

Atados los últimos detalles, ayer se afanaban los grupos para la salida encabezada por los gigantes, doña Magdalena y Carlos III el Noble. Los gaiteros de Sangüesa, Imanol Blasco, Ekaitz Santazilia y Álvaro Montes, fieles desde la primera edición, acompañaron a la regente en el desfile encabezado por la capitana de los agramonteses, Ane Eugi, mientras que los txistularis agoizkos: Amaia Arlegi, Amaia García, Saioa Gamio, Imanol Elizari y Txako Villanueva hacían lo propio con el rey, el batallón azul y su capitana, Izaga Bizkai.

CASTILLOS Y FORTALEZAS A una nueva danza de batalla, se añadía como novedad este año los nombres de los escuadrones, nombres de diez castillos y fortalezas: Hondarribi, Amaiur, La Mota, Artajona, Garaño, Legin, Burgi, Javier, Zalatambor e Irulegi.

En el grupo del castillo de Amaiur, se estrenaban Anne Akerreta Cárdenas y Eder Gómez Goñi, de 8 años, compañeros de colegio, vecinos y amigos. “Nos hemos animado nosotros mismos porque nuestra historia nos parece importante, también colaborar con nuestro pueblo; actuar y que nos aplaudan”, expresaban a dúo convencidos. Habían ensayado con ganas la lucha que entablarían instantes después.

Anne y Eder son ejemplo de nuevas incorporaciones a una iniciativa “que une a todo el pueblo de distintas edades y favorece las relaciones”, expresaba Arantza Larrea, quien subrayaba además, la filosofía original. “Es la manera perfecta de que pueda bailar cualquiera: son danzas fáciles”

El mérito, del grupo de danzas Angiluerreka y del autor de la música, José Luis Fraile, que supo aunar sonidos de guerra (gaita) y de paz (txistu).

Danzas de cintas en recuerdo a los desaparecidos artesanos pelaires. Ingurutxo, Jota y Purrusalda, para la celebración social de la paz. “Es una forma de potenciar nuestras danzas, de que se aprendan”, apuntaba Txako Villanueva, al tiempo que añadía. “Es un día que podemos hacer aún más grande”.