pamplona/iruña - Que a uno le toque el haba en el roscón de Reyes puede significar muchas cosas, según casas, usos y costumbres. Y no todas son buenas, porque no es lo mismo tener que fregar los platos o pagar el menú que hacerse con el dinero de todos, aunque -salvando las distancias-, hay una tradición que aquí, cada año y siempre, es la que manda. Pocos dulces habrá en el mundo capaces de proclamar monarcas, sino ninguno, pero Iruña es una ciudad especial y dan buena cuenta de ello sus tradiciones, algunas de las cuales conllevan, incluso, una gran responsabilidad.

Aimar Irisarri ayer no terminaba de creérselo, aunque cuando le pusieron el traje verde y los guantes blancos no le quedó más remedio. Un pequeño zaldiko en su porción de rosco le erigió como nuevo Rey de la Faba, cargo que recibió con mucho gusto e ilusión, aunque sin dejar de sonreír confesaba que esa noche había pasado “unos pocos nervios”.

No es para menos teniendo en cuenta que ahora su nombre pasará a engrosar la lista de una tradición centenaria que forma parte de la ciudad, de sus vecinos y también de las monarquías de antaño. El pequeño Aimar, vecino de Pamplona de 11 años, recibió la noticia agradecido. “Estoy muy contento, ha sido una sorpresa. Como he encontrado una figura al principio, el caballo, no me lo creía, pensaba que iba a ser un haba”, bromeaba. Tiene muchas ganas de ser rey, asumía, “aunque todavía no sé qué voy a tener que hacer”. Lo que desea, eso sí, es que “todo el mundo disfrute”.

Fue uno de los once txikis de entre 9 y 13 años que ayer probaron suerte, todos ellos miembros de la peña Muthiko Alaiak, que es la encargada de organizar esta tradicional fiesta desde hace más de 50 años, cita que ahora cuenta con la colaboración del Ayuntamiento de Pamplona y ayer se antojaba especial, porque no todos los días se cumplen cien años. Así que se palpaba en el ambiente, en un Palacio del Condestable al que acudieron decenas de personas, entre ellos todos los reyes de la faba proclamados a lo largo de la historia (el primero de ellos, José Luis Crespo, vecino de Olite, en 1964).

Y es que aunque el evento es itinerante y ha ido pasando por diferentes cabezas de merindad, ayer recaló en Pamplona como acto previo a la coronación, que será en la Catedral el próximo 18 de enero.

once txikis Los once pequeños y pequeñas que ayer aspiraron a la corona fueron Oier Liberal Maritorena, Xabi e Iñigo Irisarri Aldave, Iraide Pagola, Leire Cantero, Aimar Irisarri Cía, Adei Aranguren, Urtats Goñi, Haizeder Goñi, Amaia Vicente y Ion Ucar. Todos ellos subieron a la palestra con su pertinente trozo de roscón, porciones que se encargó de repartir el alcalde, Enrique Maya. Y los pequeños y pequeñas se sentaron en la silla con toda la ilusión comprimida y los nervios a flor de piel, aunque en realidad la tensión duró poco: Aimar enseguida encontró la figura escondida en el dulce navideño. Eso sí, todos tuvieron que terminar el plato antes de celebrar y festejar junto al nuevo rey que, ya vestido con sus mejores galas, recibió un aurresku a cargo de los miembros del grupo de dantzas txikis de la peña Muthiko Alaiak Nahikari García y Aritz Redín.

Tras el acto de selección en el Condestable, los presentes salieron en comitiva -el nuevo rey, junto al historiador Fernando Hualde y los trompeteros Alex y Adriana Ilzarbe, a la cabeza- hacia la Casa Consistorial. Allí, desde el balcón y ante decenas de personas que disfrutaban de la mañana del sábado en la plaza, se dio a conocer públicamente la identidad del futuro rey y se convocó a los vecinos y vecinas a la solemne ceremonia de coronación que se celebrará en el templo de Santa María la Real, tal y como dicta la tradición.