ETXARRI ARANATZ. "La toponimia es parte de la memoria de un pueblo, de la más antigua", afirma José Luis Erdozia Mauleon (Etxarri Aranatz, 1956), profesor de historia jubilado y euskaltzain urgazle desde 2006. Para ello pone como ejemplo uno de los primeros topónimo documentado que hay en Etxarri Aranatz. "En el Libro Rubro de Iranzu, de finales del siglo XII, aparecen varios topónimos de Lizarrusti que son actuales. Uno es Dont sayllio el can con el ciervo. En las casas de Etxarri, y en la mía mi padre, le llamaban a ese lugar Basahuntzak salto egin zuenekoa", recuerda. "Viene por lo menos del siglo XII y ha llegado vivo hasta el siglo XXI", destaca.

Precisamente, para que no caigan en el olvido estos nombres de lugar que se han transmitido de generación en generación durante siglos, ha escrito el libro Etxarri Aranazko leku-izenak herrigune historikotik kanpo. Egungo toponimia ofiziala, una obra coordinada por Euskarabidea que fue presentada en la última edición de Durango Azoka y ya está agotada. A lo largo de 170 páginas recoge un total de 445 topónimos oficiales de su pueblo: 228 topónimos principales y 157 derivados de éstos. Y es que los nombres de los lugares fueron oficializados por el Gobierno de Navarra, tras un informe favorable de Euskaltzaindia. "Fue de los últimos acuerdos, si no el último, que tomó el anterior Ejecutivo, el 18 de junio del pasado año", recuerda este etxarriarra. Con este trabajo amplió otro anterior realizado durante los años 2000-2001, cuando se reunió con media docena de personas mayores del pueblo que conocían bien la toponimia de Etxarri Aranatz. Entonces recogió 400 nombres de lugar que se plasmaron en un mapa que repartió el Ayuntamiento entre los vecinos y vecinas. Además, este primer estudio se publicó en la revista Fontes en 2001. "En la toponimia oficial que realizó José María Jimeno Jurío en 1993, Toponimia y Mapa de Navarra, eran 259, de los que algunos, además, eran de Arbizu o Ergoiena", observa, al tiempo que apunta que se envió una copia a Tracasa pero no se oficializó entonces.

"En 2013, a iniciativa del Ayuntamiento con Eneka Maiz como teniente de alcalde, se retomó el tema y se organizaron talleres teórico-prácticos sobre toponimia, paseos para conocer in situ estos lugares y talleres de cantero para realizar mojones que se colocaron en diferentes términos", apunta José Luis Erdozia. Asimismo, se formó una comisión, Toponimia Batzordea, que ha sido fundamental para que este libro llegara a buen puerto, como destaca. Eran en torno a 8-10 personas que se reunían una vez al mes. "Se llevaron los 400 topónimos y se colocaron en el mapa, con un repaso y contraste. De esta forma se recuperaron, más topónimos conocidos por la gente mayor", recuerda este académico de Euskaltzaindia, al tiempo que destaca la ayuda recibida de Jesús Razkin y Juan Jose Ijurra, que han localizado los topónimos con coordenadas GPS.

INFORMACIÓN Cada topónimo incluye diferente información como otras variantes utilizadas en el lugar, documentación basada en el nombre, comentarios, información adicional y su ubicación por GPS entre otros datos. "Hay lugares que han cambiado, sobre todo por la autovía, lo que ha obligado a nuevas delimitaciones", apunta José Luis Erdozia, que señala que los topónimos además de ser una parte importante del patrimonio cultural de un pueblo, unos nombres que aportan valiosa información para analizar el desarrollo del lenguaje y también la historia, cultura, sociedad y geografía de un lugar, también tienen valor administrativo. A nivel práctico, permite contar a la administración con una designación concreta de un lugar para poder ser utilizada por las distintas áreas como servicios de emergencia, direcciones postales y catastro entre otras. Y es que el Gobierno de Navarra solo utiliza nombres oficiales.

"Los de los pueblos solemos querer que se mantenga lo más fiel posible el topónimo pero Euskaltzaindia tiene establecidas unas normas básicas y generales", apunta José Luis Erdozia. "La gente del pueblo es la que ha generado los topónimos. Son memoria. A veces no tenemos otra documentación que los nombre del lugar", incide. Al respecto, recuerda que Etxarri Aranatz se fundó en 1312, construido como baluarte y en defensa de los ataques y hurtos producidos por guipuzcoanos y alaveses en la que se llamaba frontera de malhechores tras la conquista de Álava y Gipuzkoa por Castilla. Así, se despoblaron pequeños pueblos como Adia, Araña, Arrozpide, Artola, Elbegia, Erdozia, Lazkoz, Urkizu, Nenau, Mundiñano, Ondaz, Maiza, Mugarretxe, Illarrazu, Berenarren o Sarria entre otros. "Eran en torno a una veintena, de los que quedan sólo seis en Aranatz", observa. Etxarri, que se traduce por fortaleza, contaba con su muralla en torno a los barrios de Lazkoz, Mundiñano, Maiza y Txikia, construida a partir de 1353 y de cuyos restos se conservan pequeños muros, como se puede ver en Sagarmiñeta.

Jubilado desde hace tres años, este etxarriarra no para y ha recogido el nombre de las casas de Etxarri, trabajo que está revisando casi finalizado. Asimismo, tiene casi acabado otro libro sobre la historia de Etxarri Aranatz. Proyectos no le faltan, como la recuperación del hitano-alocutivo.