bilcieta, concejo de Sarriés en el Valle de Salazar, ha estrenado parque de columpios. En él Aiden, Aiur y Ekia juegan por la tarde a la hora de la merienda. Sus colores aún intactos se mezclan con el verde del paisaje salaceno al que se asoma la primavera. Es el punto de encuentro de las nuevas familias. Su vida gira en torno a los txikis del pueblo.

Desde este lugar, Patxi Sanz Goiena señala casa Morea, su hogar, donde nació hace 53 años. Le acompaña su mujer, Maialen Arguedas Sario, jaurrietana, y su hijo Aiden de dos años y medio. Por él, el próximo curso el autobús escolar entrará en el pueblo. "Hace 22 años que no viene. Poco a poco irá recogiendo a los tres y esperamos que esto tenga continuidad", comenta ilusionado.

En Ibilcieta viven felices. Sienten cubiertas sus necesidades con Ezcároz y Ochagavía : educación, Haur Eskola, sanidad, pediatra, "con atención personalizada", destaca. Patxi siente que la vida ha vuelto con los pequeños pasos y la alegría infantil.

"Yo siempre he vivido aquí. Después de la mili probé Pamplona, pero no era mi sitio. Los padres insistían en que nos buscáramos algo fuera, que estudiáramos para tener un trabajo con futuro. Yo volví y me instalé aquí", cuenta. Entonces, ya se hablaba de despoblación". Desde entonces, no le ha faltado el trabajo. Gestiona su empresa de tarjetas electrónicas ubicada en el polígono de Iciz, emplea a 15 personas del valle, incluida Maialen, "más chicas que chicos", apunta. En el suelo industrial del valle trabaja medio centenar de personas. "Son empresas de la zona y dan estabilidad", dice.

Iker Esandi Uriz ( presidente del concejo) y Ainara Urralburu Inchusta van por el parque detrás de Aiur, que nació en 2019. Él, ingeniero de 36 años, trabaja en Sarriguren y ella, de 34, es enfermera en el Valle de Aézcoa. Viven en Ochagavía mientras esperan que construyan su casa en Ibilcieta, de donde es él, y cada tarde la pasan en la plaza Ibiztar.

Iker defiende el teletrabajo parcial que él practica y pide a las empresas que lo fomenten para frenar la despoblación. Reivindica la fibra óptica como una necesidad para vivir y trabajar en el valle. "No llega la del Gobierno, nos nutrimos de Movistar y el proceso va lento".

A Ainara le compensa la vida en Salazar, aunque como enfermera su jornada laboral se desarrolla "puerto pa arriba, puerto pa abajo". Probó la ciudad, pero se inclina sin duda por la sanidad rural. "Siento que es lo mío y quiero que mi hijo crezca en Ibilcieta", afirma.

Mikel Sarriés Narvaiz e Itziar Barberena Goyeneche, operario en el monte y enfermera, andan pendientes de Ekia, el txiki del lugar (2020) .También pendientes de la construcción de su casa, piden "que se agilicen los trámites y una mínima flexibilidad porque es complicado sacar adelante proyectos de vivienda ya que carecemos de plan urbanístico y no hay parcelas libres", esgrime Mikel.

A la pareja tampoco le gustó la vida de la ciudad. "En Iruña no hacíamos más que trabajar y estar en el piso, aquí hacemos vida de calle. Queremos dar a Ekia la oportunidad de experimentar la libertad, el contacto con la naturaleza y vivir con los vecinos en confianza", apunta Itziar. A esta relación vecinal alude Iñaki Irisarri González, vecino de Pamplona de 55 años, que siente que ha encontrado en Iblicieta "una segunda familia". Construye su casa y se declara no exento de trabas. "Tendría que haber más ayudas para reformar las casas rurales". Con todo, se cree afortunado por haber encontrado este sitio en su camino. "Hacía mucho tiempo que no veía esta unión entre generaciones".

Es la riqueza de Ibilcieta, una plaza con abuelos, padres, madres e hijos. 20 habitantes y 32 en el censo. En la sociedad Zaldaña hay 100. Eso, concluye Patxi, "también es vida".

"La empresa que fomenta el teletrabajo ayuda a vivir en un pueblo"

Presidente del concejo

"Esperamos seguir creciendo y que esto tenga continuidad en el futuro"

Vecino de Iblicieta/Ibilzieta