El pasado jueves 15 de julio, en la urbanización Artiberri de Berriozar, donde viven alrededor de 2.500 personas, se inauguró el primer supermercado Eroski. Cuenta con más de 3.500 referencias en solo 280 metros cuadrados. “Era lo que queríamos desde hace mucho tiempo, y verlo lleno de vida y de jóvenes clientes nos emociona mucho”, afirma Encarna López Parra, dueña del Eroski junto con su sobrina Jessica Gallet López.

Tras los cajeros, al girar a mano derecha se encuentran la panadería, frutería y los productos frescos que llegan hasta el final de la tienda. Y las islas de alimentación distribuidas por familias -droguería, perfumería o los líquidos- ocupan el lado izquierdo. “El local es rectangular y chiquitito pero al no tener esquinas da la sensación de que es un sitio ordenado y espacioso”, explica López, que el primer día regalaba carteras de caucho reciclado, globos y caramelos.

Encarna llevaba 22 años como socia y jefa de la tienda de Eroski cuando decidió abrir una franquicia. La de Berriozar lo veía necesario por dos motivos. Por un lado, el barrio solo contaba con una peluquería, un bar y un Ogiberri. De hecho, para hacer la compra tenían que ir en coche al Nuevo Artica o a la parte vieja de Berriozar. Y por otro lado, le apetecía “tomar mis propias decisiones, trabajar para mí”.

El proceso

Las ganas de tía y sobrina han sido claves en este duro proyecto que empezó hace un año con la búsqueda del local. En Artiberri hay pocos establecimientos, no obstante, Encarna tuvo la suerte de encontrar uno nuevo cerca de su casa, que al propietario le interesara la idea y que además, cumpliera con éxito el plan de vía y el estudio de mercado que habían hecho los ingenieros y promotores de Eroski.

El dinero no fue un problema para López Parra ya que como socia de Eroski tenía un capital en función de los resultados del supermercado, que podía invertir para crear una franquicia. “Esta apertura nos interesa a los dos porque estoy reinvirtiendo para la misma cooperativa”, subraya la dueña. Y añade: “Que una persona que lleva 22 años ejerciendo como jefa de tienda monte una franquicia es garantía de éxito. Poco me va pasar aquí que no me haya pasado en tiendas cinco veces más grandes que ésta”.

Un día antes de la inauguración, Encarna y Jessica se ocuparon de buzonear 3.000 panfletos en todos los bloques de alrededor para que la gente supiese que tras tres meses en obra por fin Artiberri iba a contar con un supermercado propio. Cada folleto contaba con un plano donde aparecía la ubicación del local y un reclamo con una oferta de uno, dos o tres euros.

El futuro

Tía y sobrina afrontan el nuevo cargo con ilusión. Creen que la pandemia les ha ayudado ya que la gente prefiere hacer las compras en tiendas de cercanía, donde no hay tanto movimiento. Con esta inversión las dueñas quieren mejorar la calidad de vida, ser más independientes tanto a la hora de trabajar como en su vida personal. “Durante estos 22 años, he hecho auténticos tetris para cogerme un sábado fiesta. Ahora, sin embargo, puedo apañarme con mi personal que está compuesto por siete personas”, declara la propietaria, que abrirá su nuevo negocio hasta los domingos por la mañana.

Y continua: “En un futuro si todo va bien me gustaría crear más puestos de empleo y así poder disfrutar más de la familia. Eso sería lo ideal pero para eso tengo que trabajar duro”