Estaban con el agua al cuello y el Ayuntamiento de Pamplona les lanzó un pequeño salvavidas: terrazas temporales, también conocidas como terrazas covid, que se han expandido por los aledaños de la plaza de toros, en la trasera del frontón Labrit, en Navarrería, en el Archivo General, en el Museo de Navarra, en Calderería y en el paseo de Sarasate.

Su instalación, el Consistorio ha autorizado 1.126 solicitudes, ha paliado parte del impacto económico que está sufriendo el sector hostelero. Pero esta medida excepcional tiene fecha de caducidad: el 19 de septiembre, por ser el fin de semana previo a San Fermín Txikito. Sin embargo, la semana pasada, la comisión de fiestas del Casco Viejo suspendió todas las actividades y el Consistorio siempre ha dejado la puerta abierta a ampliar las licencias en función de la situación sanitaria y las restricciones que afecten a bares y restaurantes. Los hosteleros lo tienen claro: les "vendría de perlas" continuar con "el revulsivo" y "el pequeño empujón" que han supuesto las terrazas.

Los bares de Navarrería cuentan con esta ayuda desde abril. "La terraza ha sido un refuerzo y un revulsivo muy importante. Cuando hace buen tiempo, la prioridad de la gente es comer o potear fuera, sin duda", relata Luis Jerez, gerente del Mesón de la Tortilla. Al contar con servicio en la calle, continúa, estas últimas semanas están aprovechando el alto número de visitantes que está recibiendo la ciudad. "Es una zona en la que no pasaban demasiados turistas, pero este año hemos dado de comer a muchos franceses, alemanes y estonios", indica. Sobre una posible prórroga de las licencias, es cristalino: "Nos interesa que se quedaran para toda la vida. Honestamente, nos vendría de perlas", comenta Luis.

Alfredo Domeño, encargado del Mesón de la Nabarreria, recuerda los primeros días con terraza: "Nos permitió recibir algo de dinero para poder tirar hacia adelante, para poder afrontar todos los gastos y todas las deudas. Era algo indispensable". En la actualidad, les factura casi igual que el interior: "Hace 15 años, tenía que hacer 40 grados para que la gente fuese a una terraza y ahora va con el plumas y bajo el diluvio universal", bromea Alfredo.

Desde el Mesón, apuestan porque el Ayuntamiento extienda las licencias -piden que el cierre se retrase de las 23.00 horas a las 00.00 horas- y opinan que la convivencia ha mejorado con las terrazas: "La plaza está muchísimo más saneada, más decente y creo que los vecinos estarán más contentos".

En la trasera del Labrit, junto al frontón Jito Alai, Bodegas Riojanas, Malkoa y Nicolette Club de Ritmo; tres bares de la calle Tejería, gestionan desde finales de mayo la última zona de terraceo, la Terraza a Trois, con 18 mesas y aforo para 72 personas. "Está yendo bastante bien. Recibimos a muchos turistas que vienen paseando por detrás de la Catedral y desembocan aquí. Pero en cuanto nos salen dos días malos no ponemos ni una consumición", señala Fernando Ochagavía Aranda, encargado del bar Malkoa. La terraza se encuentra en una zona tranquila, alejada de portales de vecinos, por lo que no existen problemas de convivencia. "No hemos tenido ninguna queja. Tres curas vinieron al segundo día a tomar un café y estuvimos hablando un buen rato", bromea Fernando por la cercanía del Arzobispado.

En su caso, en la terraza factura más que en el interior del Malkoa, un bar de copas: "La pandemia nos ha afectado mucho. Nuestro fuerte eran los cubatas de después de cenar y la noche. Ahora nos hemos adaptado y abrimos a las siete de la tarde e incluso el fin de semana para el vermú, aunque cambiar las costumbres de la gente es muy difícil. El tardeo del sábado funciona, pero los jueves y los viernes está muerto", lamenta. A pesar de ello, Fernando apuesta por prorrogar la medida, aunque la clientela a partir de otoño se acerque "con la chaquetilla".

En el caso del Museo de Navarra, de la terraza se encargan dos establecimientos: el Oreja y el Lanbroa. "Se respira paz y tranquilidad. Está situada en una localización en la que casi no viven vecinos y tampoco es una zona de tránsito", explica Luis, uno de los socios del Oreja. Desde los primeros días, comenta, la terraza ha funcionado a buen ritmo, aunque Luis lamenta que los viernes y sábados no puedan trabajar hasta medianoche para que los clientes puedan cenar sin tantas prisas: "El resto de días el horario me parece correcto. Pamplona es una ciudad en la que la gente tiene en mente que al día siguiente tiene que ir a currar", señala. Estos meses con terraza, confiesa, "han sido un pequeño empujón para sentirnos de nuevo vivos". E incluso les ha permitido contratar a tres trabajadores. Por eso, apuestan porque el Ayuntamiento prorrogue las licencias: "Sería interesante aprovechar San Fermín Txikito, no son fiestas, pero septiembre siempre es un buen mes", afirma.

Desde el Chez Belagua, con terraza en los aledaños de la plaza de toros, son más cautos. "Todos sabemos que Pamplona cambia a partir de septiembre y octubre. Entonces, ahora mismo, por la normativa covid, los cerramientos tienen que ser como mucho de 90 centímetros, con lo que se quedan dos lados de la terraza muy abiertos a un posible mal tiempo. Si nos dejasen como en la Plaza del Castillo, con cerramientos de 1,50 o 1,60 metros, igual sí que sería posible crear un entorno agradable para estar incluso haciendo malo", comenta Juan Carlos Oroz, dueño del Chez Belagua.

Además recuerda que la plaza de toros no es un lugar típico de poteo: "Era una zona nueva, que hasta ahora solo era de paso. Entonces, éramos conscientes de que teníamos que crear un ambiente agradable y por eso invertimos bastante más que en otras zonas de Pamplona. La gente respondió, a veces no dábamos a basto y estamos muy contentos", señala. Gracias al buen funcionamiento de la terraza, desde primeros de mayo "prácticamente el 100% de nuestra plantilla está fuera del ERTE".

Los más veteranos, como Basoko Taberna, con terraza desde hace más de un año en el paseo de Sarasate, también narran los beneficios. "Nos ha servido para tener a toda la plantilla trabajando y económicamente para salvar el bar", confiesa Santiago Salguero, encargado de Basoko Taberna. Por eso, no duda respecto a pedir la extensión de la licencia: "Los que estamos en Sarasate apostamos desde el principio y si se prorrogara nos quedaríamos seguro".

Joana, encargada de la terraza en el Museo de Navarra que gestionan los bares Oreja y Lanbroa. FOTOS: UNAI BEROIZ

Fernando Ochagavía, encargado del bar Malkoa, en la terraza del Jito Alai.

Luis Jerez posa en la terraza del Mesón de la Tortilla, en Navarrería.

Juan Carlos Oroz, en el bar sidrería Chez Belagua, que tiene terraza en la plaza de toros.

Santiago Salguero, del bar Basoko Taberna, en el paseo de Sarasate.

"Nos vendría de perlas que las terrazas de la plaza de Navarrería se quedaran para toda la vida"

luis jerez

Mesón de la Tortilla

"Con las terrazas, la plaza está más saneada y decente y los vecinos más contentos"

alfredo domeño

Mesón de la Nabarreria

"Recibimos a bastantes turistas que vienen de la Catedral y desembocan en el Labrit"

fernando ochagavía

Nicolette

"La terraza nos ha servido para tener a la plantilla trabajando e incluso para salvar el bar"

santiago salguero

Basoko Taberna

"Con unos cerramientos de 1,50 m. se puede crear un sitio agradable para potear en invierno"

juan carlos oroz

Chez Belagua

EL POST IT

La postura. La Comisión COVID-19 del Ayuntamiento de Pamplona aprobó el 25 de junio la prórroga de la autorización de las terrazas temporales de hostería hasta el 19 de septiembre, por ser el fin de semana previo a San Fermín Txikito. En esa comisión se mantuvo el horario de cierre, a las 23.00 horas, y se dejó la puerta abierta a ampliar las licencias en función de la situación sanitaria y las restricciones en la hostelería.