El monasterio de Santa Gema, en Labeaga, que data del siglo XI, acaba de incorporarse a la Lista Roja que elabora la asociación Hispania Nostra y que recoge más de 1.100 monumentos del Estado que se encuentran sometidos a riesgo de desaparición, destrucción o alteración esencial de sus valores

A lo largo de sus casi mil años de historia ha resistido guerras, saqueos y expolios. Pero en el año 2008, su milenaria historia estuvo a punto de llegar a su fin, cuando el propietario del inmueble solicitó permiso para derribar lo poco que queda del monasterio de Santa Gema, en Labeaga. Afortunadamente, la institución Príncipe de Viana (la cual vela por la conservación del patrimonio en Navarra) denegó la concesión, argumentando que formaba parte del patrimonio cultural de Navarra.

Sin embargo, el riesgo no ha desaparecido para este cenobio del siglo XI. Sin protección legal específica, se encuentra completamente abandonado y en ruinas. Por este motivo, el monasterio de Santa Gema, en Labeaga, acaba de incorporarse a la Lista Roja que elabora la asociación Hispania Nostra y que recoge más de 1.100 monumentos que se encuentran sometidos a riesgo de desaparición, destrucción o alteración esencial de sus valores. El templo, de estilo gótico, es lo único que ha perdurado del monasterio, en estado de ruina. Es de una sola nave, con 3 tramos de piedra de sillería. Cuenta asimismo con 2 accesos: uno a los pies y otro en el lado de la epístola. Su portada de arco de medio punto fue expoliada, así como un rosetón y parte de las piedras que lo conforman. Lo más singular del edificio es que se levanta sobre la única cripta medieval de Tierra Estella. En una de sus paredes interiores se encuentra una piedra tallada con un símbolo indoeuropeo, lo que parece confirmar la existencia de pueblos celtas en la margen derecha del río Ega.

Fue un monasterio, otorgado en el año 1063 por el rey Sancho Garcés IV el de Peñalén, a la catedral de Pamplona. Se piensa que de él procedía el misal (Liber missarum), que junto con otros códices litúrgicos (el Liber ordinum de Albelda o el de Irache), se llevó a Roma para acreditar ante el Papa Alejandro II la ortodoxia del rito mozárabe. En 1802, existía todavía una casa habitada por el arrendatario del término. Actualmente el bien es de propiedad particular.