Antes de que la americana fiesta de Halloween llegase a nuestro país, las calabazas ya iluminaban las esquinas de los pueblos navarros. Los más txikis tallaban estas hortalizas de otoño dándoles forma de calavera y salían al anochecer para asustar a quienes pasaban por la calle.

Las calabazas son un símbolo presente en la mayoría de las culturas tradicionales europeas. El actual Halloween deriva de una festividad celta llamada ‘Samhain’. Esta, que tiene más de 3.000 años de antigüedad y está documentada en la zona norte de la Península Ibérica desde el siglo I a.C. Se celebraba en el equinoccio de otoño, cuando la época de la cosecha llegaba a su fin. Se despedía el período de luz, en el que el día duraba más que la noche, y se daba la bienvenida al invierno y a la oscuridad.

Los celtas creían que durante el ‘Samhain’ se estrechaba la línea que separaba el mundo de los vivos del de los muertos, y por ello, esa noche las almas de los difuntos vagaban libremente por la tierra. Por ello, se colocaban velas para mostrar el camino a los muertos y máscaras para ahuyentar a los espíritus malignos.

Los romanos trataron de prohibir la celebración, pero los ciudadanos no dejaron de celebrar sus ritos. Es por esto que la Iglesia, con el papa Gregorio IV, se apropió de la festividad en el siglo IX. La denominó la fiesta de Todos los Santos por la relación de esta con los difuntos. De hecho, la palabra ‘Halloween’ es una contracción de la expresión ‘All Hallows Evening’, que significa ‘víspera de Todos los Santos’.

José, de 84 años y natural de Arellano cuenta que “se ponía una vela en las calabazas y los chicos se ponían a hacer el tonto”. Narra que su padre se puso en la pared del cementerio con la vela encendida y los demás chicos le apedrearon.

Aurelia, vecina de Estella de 77 años recuerda que se ahuecaba la calabaza y se ponía una vela en su interior. “Era como para dar sustos, para asustar con una calavera, en el cementerio. Se ponía en los tiempos de mi madre”. Recuerda haber tallado calabazas con su padre alguna vez.

María, natural de Estella, tiene 52 años y heredó la tradición de sus abuelos. “Íbamos al pueblo cuando se ponían las flores en el cementerio y mi madre nos hacía unas calabazas. Les poníamos los dientes en punta, pero no íbamos por el pueblo asustando a la gente”. Afirma que es una costumbre de antes, “arraigada en su abuela” y que ahora ha sido recuperada como ‘Halloween’.

Ana, vecina de Barañáin de 50 años, también recuerda haber hecho esto durante su infancia. “No eran las calabazas redondas, nosotras cogíamos las calabazas grandes y las partíamos por la mitad”, relata. “Las hacíamos con mi madre y con el tío abuelo”.

Juan José, de 77 años y natural de Pamplona, conoce la tradición, pero nunca la celebró. “se hacía en los pueblos, que había calabazas. Tampoco eran años en los que en las ciudades se podían comprar calabazas para tirarlas”, dice al respecto.

Y es que esta curiosa festividad perdió fuerza al debilitarse el mundo rural. La celebración desapareció a mediados del siglo XX por varios factores: la aparición del alumbrado público, la escasez tras la Guerra y el carácter religioso del Estado Franquista. Sin embargo, ha quedado documentada en los archivos y en algunos pueblos navarros están tratando de recuperar este legado perdido.

En pueblos de la zona de la ribera de navarra se celebraba una ceremonia llamada "la luz de las Ánimas" en la que las calabazas eran decoradas y convertidas en calaveras. Estas se colocaban por el cementerio y el monte para marcar el camino a las almas en la noche de difuntos.

En pueblos del valle de Etxauri los Txikis llamaban a las puertas de las casas con sus calaveras para dar sustos a los residentes. Actualmente, pervive esta tradición y los niños utilizan antiguos cánticos en euskera como:

“Tximurrie, manurrie, kankan kankan txinurrie. Bota bota kastañera lurrera.”

“Xanduli, manduli, kikirikiiiii…. eman goxokiak guriiiii”

“Txingila mingila kurruskairua, ireki ezazu armairua”

Esta tradición también está documentada en Aragón como Noche de las Ánimas y como Día de las Calaveras en La Rioja. En Euskadi, hay registros sobre la "Arimen Gaua" o "Noche de las Almas" al menos hasta los años sesenta.

Los rituales europeos relacionados con la festividad de Todos los Santos cruzaron el océano en torno a la década de 1840 debido a la inmigración masiva de irlandeses al nuevo mundo. Trajeron con ellos sus tradiciones, que se desarrollaron en Estados Unidos hasta dar forma a lo que actualmente conocemos como ‘Halloween’.

A partir de los años 90, con la creciente popularidad de la cultura popular norteamericana, hemos importado la fiesta de ‘Halloween’ con la calabaza como el símbolo más reconocible. No obstante, cabe destacar que celebrar la noche de los difuntos divirtiéndose con los amigos no es una costumbre moderna, sino que aquí en Navarra siempre se ha hecho. Dar a las calabazas la forma de una calavera es una costumbre “de aquí”.