Aquel, el de 1982, fue el primer “año cero”, en el Bidasoa, uno de los ríos salmoneros de Navarra, con el Urumea y el Araxes. No se pescó ningún salmón por primera vez en la historia, que no será la única, pues en este ejercicio tampoco se podrá capturar ninguno, esta vez por la prohibición dictada por el Gobierno de Navarra.

Fue el año de las carcajadas, cuando se conoció el menú del banquete matrimonial del infortunado torero Francisco Rivera Paquirri y de la folklórica Isabel Pantoja. Oficialmente comieron salmón “del Bidasoa”, aunque fue un gato por liebre porque no se capturó ningún ejemplar del rey del río, y otro tanto les ocurrió a los concejales de Pamplona en la comida sanferminera.

El salmón de 15,750 kilos que capturó José Sunsundegui en 1961. El mayor de la historia en el Bidasoa. Juan Mari Ondikol

Las risas acompañaron a los corporativos de Bera durante todo el día, tras leer la noticia. El alcalde Manuel Iriarte y los concejales estaban en Irun, invitados por la corporación irunesa a las fiestas patronales de San Pedro y San Marcial, según era costumbre en aquellos años entre los ayuntamientos bidasotarras.

Entonces, se atribuía la nula presencia salmonera a la grave contaminación que sufría el Bidasoa, que afectaba a los municipios de Baztan, Bertizarana, Malerreka, Bortziri, Irun, Hondarribia y Hendaia (en Francia), lo que acabó en una marcha ciclista de protesta. Para la depuración se planteaba instalar depuradoras en Elizondo y Bera, que con las canalizaciones se calculaba necesaria la inversión de 700 millones de pesetas.

Los ríos

El Bidasoa, histórico por siglos de guerras, conflictos fronterizos, contrabando, y emigración, legendario por presuntos casos de brujería, religiosidad y supersticiones, se encuentra en buenas condiciones medioambientales (no de caudal), mejores con la eliminación de vertidos que ensuciaron sus aguas durante décadas, pero no recupera su fauna fluvial, el salmón de tanto renombre y la trucha común a pesar de las medidas restrictivas y las acciones institucionales de repoblación.

El salmón de 15,750 kilos que capturó Sunsundegui en 1961. Archivo

Con menos nombre pero en un tiempo también conocidos cauces salmoneros de Navarra, como el Urumea y el Araxes, no viven tiempos mejores, si bien en el primero la continuada labor repobladora de la Diputación Foral de Gipuzkoa empezó hace dos o tres años a mostrar algunos aspectos prometedores.

El Araxes, arruinado en un tiempo por los vertidos incontrolados de la industria papelera, y el Urumea comparten con el Bidasoa viejos relatos salmoneros. Así se recuerdan, nunca confirmadas, las huelgas de brazos caídos protagonizadas a principio del siglo pasado por trabajadores del tendido de los desaparecidos ferrocarriles del Bidasoa y del Plazaola, en protesta por la continúa inclusión de salmón en sus comidas. La misma historia se contaba en Asturias, donde los huelguistas serían los mineros de la cuenca del Nalón. Quién lo diría en la actualidad.

Recortes

La reducción de las fechas de pesca, al contrario que en Francia donde la temporada abarca ocho meses al año, y las repoblaciones no han tenido efectos positivos, Se gastaron millones de euros en acondicionar las escalas de peces y luego otro tanto en eliminar y derribar varias presas del curso principal y ríos y regatas tributarios pero en opinión de los pescadores “estamos peor que nunca”.

La apertura de la temporada en Navarra, la comunidad salmonera más restrictiva, suele tener lugar el día 1º de mayo, mes y medio más tarde del 19 de marzo que era la costumbre, mucho más tarde si se recuerda que en los años cincuenta la campaña se iniciaba el 1º de febrero.

En cambio en Asturias, donde las capturas también se han reducido de forma considerable, ya se pueden pescar salmones sin muerte, y desde el segundo domingo de abril se hará con entera libertad lo que aquí no ocurrirá este año.

¿Qué hacer?

Paciencia y barajar, aunque los pescadores del Bidasoa están que trinan por el poco o ningún caso que se les hace, hasta el punto de que afirman que “se nos ha expulsado de nuestro propio río” y que “confían más en los técnicos, aunque no acierten, que en quienes hemos vivido toda la vida a orillas del Bidasoa y conocido sus problemas mejor que nadie”.

El caudal del río, aparte de los periódicos estiajes, es el más bajo de su historia, lejos de cuando era navegable desde Doneztebe a la desembocadura. El aprovechamiento para uso y consumo humano en los ríos y regatas afluentes se ha multiplicado por diez en medio siglo, y aportan menos aguas que tardan mucho más tiempo en llegar al Bidasoa.

Hasta hace unos años ante la apertura de la temporada se veían chavales ilusionados por pescar, lo que ahora no ocurre, hasta el extremo de que desconocen qué es y lo que pasa en el río, de igual forma que la nómina de pescadores adultos se ha reducido al mínimo, aburridos por tantas restricciones.