Hace una década comenzó su andadura Altsasu Memoria, cuando un grupo de personas se propusieron sacar a la luz una historia silenciada, un gran trabajo que está recogido en la web altsasumemoria.wordpress.com. Josu Imaz Prim y Amaia Urkijo Artola forman parte de este grupo memorialista, dos altsasuarras que quisieron dar un paso más, ampliar este material y ordenarlo en un libro. “Queríamos visibilizar ese trabajo con algo que se pudiera tocar y fuera más ameno y accesible, sobre todo para las personas que no se manejan en Internet”, apuntan. El resultado es Altsasu 1936, editado por Altaffaylla.

A lo largo de 428 páginas y 23 capítulos, el libro recoge el periodo comprendido entre 1900 y 1953, en especial el año 1936 y la represión que desencadenó el golpe militar. Y ponen números. A la lista de 100 asesinados que han podido documentar se suman otras 200 personas que estuvieron en cárceles, batallones de trabajadores e incluso en campos de concentración. Altsasu tenía entonces 3.300 habitantes.

El libro habla de estos hombres, algunos casi niños, que escaparon del pueblo, 350 según los datos que manejan, y también de las mujeres que había detrás; de cientos de mujeres que tuvieron que afrontar muertes o ausencias y sacar adelante sus familias cuando todo tenían en contra. Y es que la represión tenía muchas caras. Más allá de las humillaciones que sufrieron algunas madres, novias o hermanas, a las que pasearon rapadas por la plaza, en algunas ocasiones previa toma de aceite de ricino, entre burlas de las nuevas autoridades; quieren dar voz a otras muchas más mujeres a las que les tocó una vida muy dura, según incide Amaia Urkijo, nieta de fusilados por parte paterna y materna.

 “A mi abuela Beatriz, con siete hijos, le desterraron del pueblo. Pero no tenía donde ir”, recuerda, al tiempo que destaca que estas mujeres pronto tejieron redes para ayudarse entre ellas. “Enseguida se organizaron campañas de recogida de comida o de ropa para ayudas a las familias necesitadas”, apunta. Esta solidaridad también se trasladó a la hora de trabajar la tierra. Sin padres o hijos en las casas, en numerosas familias fueron ellas las que cogieron las riendas. Lo cierto es que el alzamiento fascista golpeó con fuerza a Altsasu, una de las primeras poblaciones industriales de Navarra y foco del movimiento obrero, con un ayuntamiento de izquierdas que fue destituido el mismo 18 de julio. 

Amaia Urkijo y Josu Prim forman parte de Altsasu Memoria. N.M.

“Hemos sido muy rigurosos. Todo lo que aparece está contrastado. Era muy importante analizar con tiempo de detalle todo lo acontecido antes de publicar el libro”, incide Josu Imaz. Así, tras un largo periodo de investigación y recogida de testimonios ha visto la luz Altsasu 1936. “Es el vehículo para sacar a la luz la verdad que nos han contado. Lo más complicado fue poner rostro a las personas y también darle forma porque no teníamos referencias”, observa. 

Así, todo lo que está fue aunque reconocen que no están todos los que son. “No hemos llegado a todas las familias. A raíz del libro nos están dando más información que vamos a recoger para ir actualizando. Por ello, invitamos a la ciudadanía a que realicen aportaciones para conocer más sobre esta historia que no ha acabado”, inciden al tiempo que agradecen a las familias que les han confiado sus recuerdos. “Ha sido un placer oír sus historias. Todas han tomado parte en este auzolan”. También apuntan que su trabajo puede ser la semilla para que futuros investigadores amplíen la información sobre cualquier tema. Al respecto, señalan que han recogido numeroso material, entre documentos, fotografías antiguas y grabaciones, un fondo que quieren donar al Gobierno de Navarra.

En este viaje por el horror se han encontrado con hechos especialmente crueles. “Cuando fueron a detener a un hombre había un niño en una cuna que lo tiraron por la ventana. Ni en las películas de los nazis. El niño cayó sobre una pila de maíces y no le pasó nada”, recuerda Josu Imaz, familiar directo de de Constantino Salinas, presidente de la Diputación. También comenta una factura de la gasolina de un camión que llevó a 47 familias al destierro. “Te pones a pensar que era aquello y dan escalofríos”, dice Amaia Urkijo quién destaca que en la preparación de este libro ha aprendido muchas cosas, sobre todo a no juzgar. “Hay que ponerse en el contexto de lo que fue la guerra”.

“Apostamos por una memoria integral y amplia. Es un libro de datos de información contrastada aunque ameno que se debe leer desde el inicio. Tiene especial interés para los y las altsasuarras, muchos de los cuales están redescubriendo parte de la historia de su familia”, apuntan. 

El libro se presentó hace unos días en el Centro Cultural Iortia con el aforo completo, 300 personas. “Había necesidad de hablar de toda la represión. Fue muy emocionante. Estamos muy contentos con la acogida”, cuentan. De su distribución se encarga la editorial Txalaparta. Por ahora, Altsasu 1936 ya ha llegado a Argentina, Chile o Francia entre otros países