En el valle del Makalu, quinta cumbre más alta del planeta, 80 niños se protegen del frío con gorros de lana made in Navarra. 7.500 kilómetros al oeste de la montaña negra y 8.000 metros más cerca del nivel del mar, chavales de 4º de la ESO hacen ganchillo miércoles y viernes y preparan una segunda tanda. Basta nombrar el instituto para entender la conexión Ansoáin-Nepal. Son los gorros de Iñaki Ochoa de Olza. 

La madre de Iñaki, Pilar Seguín, no se pierde ni un solo viernes las clases de punto. “No, no. Y además de momento la salud me respeta y las piernas y la cabeza funcionan. Pues tira”.

Dice que hacen punto y hablan de todo un poco y de Iñaki un mucho. “Ellos preguntan y son muy cuidadosos. La verdad es que son muy majos. La comunicación es muy fluida, estamos contentos”. El contacto con la juventud es para ella “como la energía que Iñaki extraía de las montañas. Con toda esta gente joven no puedes estar pasivo; te dan actividad, energía y alegría, que hace mucha falta. Y a la vez hacemos una labor social”. 

"El contacto con la juventud para mí es como la energía que Iñaki extraía de las montañas. Con toda esta gente joven no puedes estar pasivo; te dan actividad, energía y alegría, que hace mucha falta"

Pilar Seguín - Madre de Iñaki Ochoa de Olza

Pilar enfoca así el asunto: “Ya sabemos que no vamos a solucionar los problemas económicos de la gente de Nepal, ese país tan sumamente deprimido y tan corrupto en las altas esferas. Pero si mejoramos la vida de una persona ya está. Y estamos mejorando la vida de chavalicos y familias, en la docencia, la sanidad... Y cuando pienso en Iñaki, que lo llevo muy cerca, muy dentro, pienso que él estaría satisfecho”, reflexiona sobre la Fundación Iñaki Ochoa de Olza-SOS Himalaya, que se encarga de llevar los gorros a Nepal.

Para el alumnado, opina Pilar, este proyecto “es fantástico. Muchos nacieron en el año que murió Iñaki, con lo cual no tienen ninguna referencia de qué persona fue. Y ahora no solamente son conscientes de ese proyecto que Iñaki quería hacer y no pudo, de devolver a Nepal, Pakistán y al Tíbet, los países con montañas de más de 8.000 metros, todo lo que le dieron a él; también son conscientes de que con acciones sencillas se puede ayudar. Y sobre todo aprendiendo una actitud, la de pensar que tenemos mucha suerte de vivir en esta parte del mundo”, apunta.

El hecho de que un centro docente lleve el nombre de su hijo supone para ella “una gran satisfacción. De todos los homenajes que se le han rendido, no ha habido ninguno que me haya hecho más feliz. Porque sé que a Iñaki le llenaría de alegría. No se trata de su nombre, es una cuestión de valores. El instituto transmite los valores de Iñaki, y para mí venir aquí es venir a mi casa”.

Un instituto, como dice la etiqueta de los gorros que elaboran, “100% Iñaki Ochoa de Olza. Está en todo. Tener un llavero con su nombre, una agenda... son tonterías, pero dices, ‘han pasado 16 años y esto perdura’”. 

Origen del proyecto

A la directora del instituto, Aintzane Perea, le encanta hacer ganchillo. La idea de trasladar su afición a clase le rondaba la cabeza desde hacía tiempo. “Hay una materia de atención educativa que no se puede evaluar. Es difícil controlar a los chavales de 4º sin evaluarles, tiene que ser algo activo que les guste”.

Cuando el año pasado conoció a Pilar en el homenaje a su hijo en el 15º aniversario de su muerte, pensó en “unir esta idea del ganchillo con Pilar y ver qué posibilidades había de que viniera al centro y colaborásemos. Luego coincidí con otra mujer a la que le gustaba hacer ganchillo, para que el aprendizaje servicio se pudiera hacer con dos grupos. Así ha surgido todo”.

Esa segunda costurera es Maika Barea, que va al instituto todos los miércoles. “Aintzane me lió y estoy muy contenta, porque vengo con lo poco que puedo aportar de mi ganchillo pero me llevo mucho más de la relación con estos mocetes tan majos”. Ella les ve “encantados” en clase. “Es una hora de relax y con un proyecto muy bonito”.

"Aintzane me lió y estoy muy contenta, porque vengo con lo poco que puedo aportar de mi ganchillo pero me llevo mucho más de la relación con estos mocetes tan majos”

Maika Barea - Voluntaria que participa en las clases de ganchillo

“Está siendo muy enriquecedor. Yo ya no quiero volver a las clases normales; pondría a todo el instituto a hacer punto”, corrobora la directora, que habla de los beneficios del ganchillo: “Doy Tecnología y hace tiempo que me di cuenta de que los alumnos están perdiendo la destreza manual. Con el ganchillo están encantados; además ven el producto. En un trimestre hacen un gorro, y algunos más de uno”. “Es muy relajante y los chavales disfrutan. El objetivo era un gorro por alumno, y lo hemos conseguido”, asegura.

“Está siendo muy enriquecedor. Yo ya no quiero volver a las clases normales; pondría a todo el instituto a hacer punto. Es muy relajante y los chavales disfrutan. El objetivo era un gorro por alumno, y lo hemos conseguido”

Aintzane Perea - Directora del IESO Iñaki Ochoa de Olza

“La coordinadora de la ONG, Elena, viajó a Nepal y repartió los primeros gorros. Para los chavales fue un momento mágico; nos mandó fotos de cuando cada niño recibía el gorro, y ver esas caras era impresionante. Y Pilar les preguntó: ‘¿habéis visto qué felicidad al recibir un gorro? ¿Qué creéis que os tendrían que regalar a vosotros para sentir tanta felicidad?’ De momento no ha habido respuesta”, concluye Aintzane.

“Este intercambio es una forma de conocer otra perspectiva del mundo, otras necesidades. Que tengan otra visión, que vean el resultado y cómo llega”, afirma Elena Sagaseta de Ilúrdoz, coordinadora de la ONG SOS Himalaya/Fundación Iñaki Ochoa de Olza.

“Este intercambio es una forma de conocer otra perspectiva del mundo, otras necesidades. Que tengan otra visión, que vean el resultado y cómo llega”

Elena Sagaseta de Ilúrdoz - Coordinadora de proyectos SOS Himalaya/Fundación Iñaki Ochoa de Olza

“Es una actividad muy bonita, porque donde trabajamos, en el valle del Makalu, hace mucho frío. En las escuelas no hay cristales, entre la pared y el techo hay un agujero... Cuando vengo les digo que se acuerden del frío que pasaban en la época del Covid que había que tener las ventanas abiertas y venían con mantas”. “Es una forma de sensibilizar, hacer llegar de otra manera nuestro trabajo y de que se involucren. Es una forma de ver que en las ONG se hacen las cosas, que llegan y que lo intentamos hacer bien, lo mejor que podemos o que sabemos”.

El alumnado

“Por lo menos la mitad de la clase por las tardes se dedica a hacer esto, porque nos hemos enganchado”, dice la alumna de 4º F Ouarda Beye. Ella, Edurne Aguirre, Sara Lahaba y Maialen Obregozo no levantan la mirada de sus gorros. “Y encima mientras los hacemos podemos disfrutar de las cosas que nos cuenta Pilar sobre su hijo y la idea que tenía de empezar con la ONG. También nos cuenta cómo ha vivido todo esto”, dicen.

“Nos habla mucho sobre su hijo. Nosotras también le preguntamos muchas cosas, a ella le gusta contarnos”, afirman. “Nos dijo que ella ya tenía asimilado que a su hijo le podía pasar cualquier cosa, pero que era lo que él realmente quería, a eso se dedicaba, eso era su vida. Y ella lo aceptaba”. “La familia de Iñaki ha querido empezar con este proyecto porque Iñaki quería hacerlo”. “Su madre está muy orgullosa de él”, cuentan.

Es una sensación muy bonita, ver que todo el trabajo que has hecho llega, que al niño le haces feliz... me encantó”, dice Irune Vicuña, alumna cuyos gorros ya llegaron a Nepal. Aunque hay que coger “un poco de práctica” con el ganchillo, “cuando le pillas el tranquillo va solo. Al principio estaba desesperada, no me salía nada. Al final hice 6 gorros”.

“Es una sensación muy bonita, ver que todo el trabajo que has hecho llega, que al niño le haces feliz... me encantó”

Irune Vicuña - Alumna IESO Iñaki Ocha de Olza

Mientras unos hacen punto, en otra aula 9 alumnos de Literatura trabajan con el libro de Iñaki Bajo los cielos de Asia. Han decorado el pasillo del instituto con un mural “basándonos en las frases que nos gustaban del libro”, explica la alumna Sara Estrada. Ella destacó el fragmento del cumpleaños de Iñaki, cuando perdió la cartera en la que guardaba el dinero del grupo. A su compañero Aitor Jiménez le gusta “la forma en la que se expresaba Iñaki” y disfrutó con el libro porque le recordaba a su tío, que también pisó el Himalaya. 

“Ya que estamos en instituto Iñaki Ochoa de Olza, pensé en traer este libro. Era adecuado porque él habla de todo; temas alegres, tristes, de filosofía de vida, aventuras... Lo hace con un tono cómico que a ellos les gusta, y nos hemos reído”, afirma su profesora Ainhoa Agós Díaz. “Y transmite los valores que yo quiero transmitir a mis alumnos: de disfrutar cada día, que dediquen su vida a lo que les gusta, la libertad, la amistad y el compañerismo, ayudar a los demás, la honestidad y ser auténtico y coherente con lo que piensas”. Lo que representa Iñaki Ochoa de Olza.

"El libro de Iñaki transmite los valores que quiero transmitir a mis alumnos: de disfrutar cada día, que dediquen su vida a lo que les gusta, la libertad, amistad y compañerismo, ayudar a los demás, la honestidad y ser auténtico y coherente”

Ainhoa Agós Díaz - Profesora IESO Iñaki Ochoa de Olza

Niños de Nepal con los gorros 100% Iñaki Ochoa de Olza

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Los niños de Nepal, con los gorros 100% Iñaki Ochoa de Olza Mikel Bernués

En noviembre la ONG SOS Himalaya/Fundación Iñaki Ochoa de Olza repartió en las escuelas de aldeas del valle del Makalu la primera tanda de gorros ‘100% Iñaki Ochoa de Olza’, como puede leerse en las etiquetas. La Fundación nació en 2009, un año después de la muerte de Iñaki, con el objetivo de “mantener viva la memoria de Iñaki y devolver a las gentes del Himalaya todo lo que le dieron en vida, sobre todo a través de proyectos de educación y sanidad”, explica Elena Sagaseta de Ilúrdoz, coordinadora de proyectos de la ONG que entregó los gorros. Fotos: Eneko Morán