valle de esteríbar - José Antonio Layana y Mari Jose Bergara son un matrimonio de Huarte que goza de la tranquilidad de quien ya ha trabajado, ha criado a sus hijos y ahora, por fin, puede descansar. Sin embargo, esa tranquilidad es relativa en su caso, ya que todas las mañanas, “llueva o nieve”, salen a andar por el Camino de Santiago. “El paseo fluvial está muy bien y es muy bonito, pero a mí no me gusta andar por cemento y por eso preferimos el Camino”, comenta José Antonio. “A los dos nos gusta mucho caminar, pero lo de mi marido y el Camino es otra cosa, un sentimiento muy profundo que lleva en el corazón”, añade su mujer. Quizá es ese mismo afecto el que lleva a José Antonio a preocuparse por las condiciones del Camino Navarro, aunque vecinos de los municipios por donde pasa esta ruta y peregrinos comparten algunas de sus opiniones.

agujeros y desniveles “Ahora en verano, que el terreno está seco, las condiciones son mejores, pero durante el otoño y el invierno hay zonas que son verdaderamente peligrosas”, se queja Layana. Uno de los problemas que ve este hombre son los agujeros que se crean en mitad del trazado a consecuencia de pequeños torrentes de agua que se forman con las lluvias, como uno que hay cerca de Larrasoaña. “Son caminos estrechos que con los socavones se quedan prácticamente en nada. Además, la grava que echan para evitar resbalones también se cae por los agujeros. Un caminante lo puede esquivar con facilidad, pero hay muchas personas que van en bici y es muy fácil que se les meta una rueda y se caigan”, denuncia. “Entiendo que mantener esto es difícil, como todo, pero creo que poner una cinta a modo de advertencia no costaría nada”, continúa Bergara.

Otro de los puntos negros que señala la pareja está a la bajada de Akerreta, donde de una zona de cemento se pasa a una de tierra. El agua ha ido erosionando la tierra, pero el cemento ha permanecido intacto, y eso ha hecho que se forme un escalón de unos 15 centímetros que casi no se ve cuando una va andando. “Hace poco un ciclista pamplonés voló ocho metros porque no vio el desnivel”, recuerdan.

El matrimonio conoce a la mayoría de habitantes de los pueblos del Valle de Esteribar por donde pasa el Camino, como a José Ignacio Górriz Marinelarena, que actualmente reside en Villava, pero va todos los días a Iroz a dar de comer a sus conejos y gallinas. “Es una vergüenza cómo tienen el camino”, dice este también. Se refiere a la parte inmediatamente anterior a la llegada del pueblo, donde hay una caída de unos 25 metros sin apenas seguridad. “Hay algunas vallas que están bien, pero otras están muy sueltas, y en muchos sitios directamente ni hay”, añade el cebollero. Esos mismos agujeros y caídas hacen que una mujer que camina con su familia advierta a sus hijos de que tengan cuidado.

limpieza Otra de las cosas que creen más preocupante es la suciedad de los servicios públicos que hay a lo largo del Camino, como en Iroz o en el área de descanso de Zabaldika. “Mucha culpa la tienen los ciudadanos, que vienen a los merenderos a pasar el día y dejan todo hecho un cristo”, aceptan, “pero entendemos que la empresa encargada de del mantenimiento también tiene parte de responsabilidad”, prosiguen. Junto con los baños, parece ser que también hay un problema con la basura, que en primavera, en temporada alta de los asadores, se acumula alrededor de los cubos.

Precisamente esta opinión es compartida por las entidades encargadas de las dos zonas mencionadas. El área de descanso de Zabaldika pertenece al ámbito de actuación del Gobierno de Navarra, en concreto al departamento de Obras Públicas. Este delega el mantenimiento a la empresa Gestión Ambiental Navarra (GAN), cuyo director, Miguel Ángel Labiano, admite que “actualmente nos desplazamos a la zona dos veces por semana, lunes y viernes. Es cierto que la frecuencia podría ser mayor, pero ese es el contrato que tenemos firmado con el Gobierno y los recursos económicos son los que son”. Pero este también habla de la conducta incívica de algunos ciudadanos y afirma que tras haber observado durante unas semanas a un individuo que hacía sus necesidades de pie, han hablado con él para acabar con la situación.

Algo parecido ocurre en Iroz, que en este caso está bajo la responsabilidad de la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona puesto que está dentro del paseo fluvial. Un post it en la pared anuncia que hace poco no había agua, pero Antonio Amorena, responsable de la gestión del parque fluvial se queja de que “nos han llegado a robar todo: tazas, lavabos e incluso las puertas”. Amorena comenta que en ocasiones cerraría los baños, pero que desde la Mancomunidad entienden que es un servicio público y que no se puede cerrar por culpa de algunos. Al igual que en Zabaldika, los servicios públicos de Iroz también se limpian dos veces a la semana por una empresa subcontratada, pero la gestión de la zona va mucho más allá. “ Iroz es uno de los puntos negros del paseo fluvial porque es uno de los que más afluencia tiene. Tras haber mantenido una reunión con el Ayuntamiento y los vecinos del pueblo, tomamos algunas medidas y ahora la situación ha mejorado bastante, pero sigue habiendo problemas”, continúa.

A pesar de todo, la pareja matiza. “Hay muchas cosas que mejorar en cuanto a la conservación y al cuidado del Camino de Santiago, pero hay cosas muy bonitas también”, dicen refiriéndose a los libros que algún voluntario ha dejado en el mirador de Akerreta.