Pamplona - Le gustaría que generaciones futuras aprendieran a valorar un oficio que ha permitido dar de comer a la raza humana desde tiempos inmemoriales. “Hay gente que lo ve esclavo pero para mí estar 20 años en una línea de producción sería más duro. Depende de lo que se valore, desde luego, si es el dinero o una vida diferente”, asegura quien también es consciente de que con la manera de producir y consumir hoy en día nos estamos cargando el planeta. En su caso, tuvo buen maestro. No en vano su padre fue el último pastor de la Comarca de Pamplona. De él aprendió el viejo oficio hasta que murió cuando Roberto tenía 17 años. Gregorio Urrutia estaría hoy orgulloso del rebaño que luce entre los montes de Artaiz y Ollacarizquieta.

Nada menos que 330 cabezas de oveja latxa cara negra cuya crianza no sería posible sin la ayuda de su hermano Xabi y de su compañera, la bibliotecaria María del Mar Agós. Con apenas cinco años seguía a los cordericos, a los 37 y después de trabajar como educador social en un centro de menores “me entró la txirrinta de poner un rebaño.” Cuatro años después empezó haciendo queso y el año pasado abrió su propio obrador en la Txantrea, Quesería Txantrea Gaztandegia, en la plaza Santa Teresa. Él y su pareja viven en Urricelqui, valle de Arriasgoiti, y el corral está a quince minutos de casa, donde también crían cabras y algunas yeguas. “Yo buscaba un trabajo donde disfrutar de lo que haces, vivir al ritmo que te marca la naturaleza, del ganado, pero no estar tan esclavo como nuestros padres”, asegura. Tractor, ordeñadora y pastoreo eléctrico, sin necesidad de GPS, son algunas de las técnicas utilizadas para modernizar su explotación. “Para mí la parte más bonita y romántica de este oficio es coger el palo y las botas e ir a buscar al monte a las ovejas. Es verdad que se establece una relación de interdependencia y al pastor las ovejas lo reconocen, se acercan enseguida, seguramente como figura protectora”, subraya aunque tiene claro que sin pastor “son animales capaces de buscarse la vida”.

Hace cien años se labraba el campo con bueyes, recuerda, ahora los tractores hacen buena parte del trabajo. También el pastoreo rotacional que practica en praderas cerradas (seis hectáreas) le permite aprovechar el espacio al máximo a través de una alambrada electrificada y dividiendo el prado. “Es una manera de ir cambiando de campos sin que el pasto se agote”, subraya.

200 ovejas son las que destina a la producción de leche (ordeña dos veces al día) y el resto pastan en el monte de Artaiz. El año empieza en febrero cuando comienzan a parir las ovejas y dura hasta finales de marzo-abril manteniendo las corderas estabuladas. Entonces quita los corderos y sacan las ovejas al campo para pastar durante la primavera y hasta mediados de junio. Una vez que se agotan los pastos se aprovechan los rastrojos y otras zonas cosechadas. A principios de septiembre las ovejas se dejan de ordeñar y se cubren con los machos, gestación que durará 5 meses. A lo largo del otoño y parte del invierno buscarán los mejores pastos entre Artaiz y Urricelqui.

Roberto presume de la calidad de su leche, que en parte vende a productores de Roncal. “Hemos conseguido que la raza latxa sea más rentable que hace 25 años y mucho más competitiva; hoy en día te puede llegar a dar hasta tres litros de leche al día, y se adapta mejor a nuestro entorno”, asevera. “Es un queso que sale del campo con otros aromas; no comen lo mismo que ovejas estabuladas en un corral. Tienen algo de tomillo o bellotas y plantas que le dan ese toque especial al queso artesano”, explica. A su juicio el mayor problema de los pequeños ganaderos es conseguir tierras porque las políticas agrarias europeas no benefician al profesional. Y entre otras recetas para acabar con la despoblación rural menciona la necesidad de “eliminar burocracia y papeleo”. Pese a todo ha llegado a producir 1.500 kilos aunque el objetivo es alcanzar los 4.000. ¿Muchas horas? “Con los animales hay que mantener cierto equilibrio personal. Si estas de mala leche el ganado te va a rechazar. Hay momentos muy duros, como la época en la que paren que tienes que dormir en el corral, y terminas agotado... pero si te gusta es muy gratificante”.

El sábado vendieron sus quesos en la feria de Sorogain, este domingo estarán en Sanfermín txikito.