- Podrían ser unas vacaciones pero no lo son. 74 residentes de la Casa de la Misericordia serán trasladados en los próximos días al hotel AH San Fermín de Burlada mientras dure la pandemia, una medida de seguridad con la que la institución pretende mejorar las tareas de aislamiento de aquellas personas infectadas o con síntomas en la propia residencia.

Otras 20 personas han regresado de forma voluntaria a sus familias. Asimismo, un grupo de 14 residentes autónomos, con diagnóstico positivo de coronavirus y en coordinación con el Gobierno de Navarra serán realojados en la residencia Félix Garrido de Sarriguren donde serán atendidos directamente por personal del departamento de Salud. En este momento solo un residentes contagiado por el coronavirus -de los 520- se encuentra hospitalizado.

Ayer un total de 14 usuarios llegaron al que será durante los próximos días su nuevo alojamiento. Dos vehículos de la MECA y un taxi se encargaron a lo largo de toda la tarde de trasladar a los residentes, personas autónomas y sin síntomas, al centro hotelero donde permanecerán durante el estado de emergencia sanitaria bajo la atención de los profesionales de la Casa de la Misericordia. La MECA recalcó ayer que se mantendrá la atención médica y sanitaria como hasta ahora. Personal de enfermería también se mudó al hotel.

En estos momentos en la residencia cuentan con 54 casos confirmados (se hicieron 65 pruebas) y 60 casos posibles de COVID-19. En los próximos días se harán nuevos test tal y como confirmó el departamento de Derechos Sociales. "El desafío al que nos somete esta circunstancia es el de crear una separación mucho más amplia entre los residentes sin sintomatologías, más del 80%, y aquellos diagnosticados como casos posibles o confirmados", señaló desde la MECA Mariano Pascal, del departamento de Comunicación. En este continuo movimiento de fichas para aislar mejor a los residentes con síntomas se ha habilitado parte de las nueva dependencias del centro para un total de 14 plazas (habitaciones equipadas con un dispensador de oxígeno) si bien la idea es trasladar a otras 14 personas al nuevo pabellón que dispone de un servicio de enfermería.

La MECA quiso agradecer ayer la "generosidad" de la propiedad del establecimiento, así como "elogiar el magnífico estado y comodidad de las instalaciones".

Desde la dirección del hotel a su vez manifestaron ayer su satisfacción por la oportunidad que han tenido de "colaborar" en esta crisis. "Desde el primer momento cuando se decretó el confinamiento nos pusimos en contacto con el Gobierno de Navarra para poner a su disposición los apartamentos. Los cedemos con todo el cariño a una institución como la MECA, y es lo que podemos aportar para evitar que las urgencias se colapsen y se atienda a la población residente lo mejor posible", señaló Jorge Guinea. Los 86 apartamentos tienen entre 45 y 55 metros cuadrados. Se trata de suites - apartamentos que disponen de todas las comodidades. Algunos se han adaptado para sillas de ruedas.

El parking hotel San Fermín recibió a lo largo de toda la tarde un goteo de vehículos y camiones con el traslado de material sanitario, vajilla desechable. "Están nerviosos, es normal, los cambios en estas edades no se llevan bien", reconocía ayer una enfermera mientras ayudaba a poner el abrigo y montar el taca-taca a una de las residentes.

"No hemos tenido más remedio que movernos pero tengo que decir que en la MECA estamos muy bien", destacaba ayer Fermina Eraso al poco de llegar al hotel. A sus 88 años, asegura que su mayor ilusión en este momento es volver lo antes posible a su "casa", que no es otra que la Casa de la Misericordia donde reside desde hace seis años. "Este sitio es un lujo, es muy cómodo y vamos a estar muy bien. Las habitaciones son muy grandes aunque veo que no tengo perchas y la ducha es un poco alta para mí. Lo cierto es que no tengo muchas ganas de nada, no sé si voy a bajar a cenar. Serán los nervios...", destacaba ayer. Soltera y "sin obligaciones", reconoce que este cambio (en referencia a los traslados de personas a diferentes centros) es un "sacrificio moral" que toca hacer en una situación excepcional. "En la MECA tenemos cine, biblioteca, terapia, algunos salen a la calle... aunque ahora a mí me falla la vista y el oído", detalla. "Nunca es buena hora para morir pero seguramente ésta sea la peor", admite quien hace apenas unos días compartía clases con alumnos del instituto Torre de Basoko en un taller de aprendizaje y servicio. Le gusta que le peinen en la calle San Fermín pero es que, además, luce una cabeza prodigiosa llena, dice, de buenos recuerdos.