sus 104 años, Margarita Eslava puede sentirse orgullosa de sustentar el título de vecina de Berriozar que más Nocheviejas ha celebrado. La de este año ha sido distinta, no cabe duda, pero seguirá siendo especial: en su casa del pueblo viejo, en la misma en la que ha vivido desde que nació y en la que ha estado presente su familia desde hace siglos. Y, mientras le dejen, seguirá dando sus largos paseos por el Patio Margarita -así fue bautizado en su honor-, apoyada en el brazo de alguna de sus tres hijas. Con paso lento pero firme. "Mujer inquieta, siempre ha sido muy activa. Desde su casa pudo ver a muchos de los presos que escaparon del fuerte de San Cristóbal en el 38 cuando el monte no era más que un secarral", relatan quienes la conocen. Vecinos y vecinas que saben, por ejemplo, de los tesoros que conserva en su casa Ana Undiano (1945), que aunque nació siendo una artista no fue hasta los 50 años cuando, a través de sus manos, conquistó formas y colores con ese carácter suyo tan especial. También Irene Aldabe, enfermera, antigua nadadora y apasionada de la natación sincronizada a sus 57 años; Ana, trabajadora y empresaria que ha abierto y cerrado varios negocios hasta recalar en los fogones del conocidísimo Bar 101; o Tere Arellano, que a sus 86 busca cualquier excusa para arrancarse a cantar una jota; Jovita que, en una familia con diez hermanos, trabajó fuera de casa en el hotel de Lecumberri y después en el comedor del Colegio de Berriozar; y Conchi Coloma, "la punky", que vivió en la calle Zortziko hasta que decidió marcharse a Londres para buscarse la vida. Siempre ha vivido libremente y hace ya unos años que regresó, por decisión propia, para estar junto a su madre, con la que se le puede ver paseando a menudo por las calles del municipio.

Ellas, entre otras, son los rostros femeninos de un colectivo que -por desgracia-, muchas veces parece invisible. Los retratos de diferentes realidades y luchas, de diferentes historias, que el Instituto Navarro para la Igualdad ha querido poner en valor con una experiencia piloto destinada al empoderamiento de las mujeres mayores de Berriozar. El proyecto, denominado Edad Hermosa-Adin Ederra, trabaja la igualdad de género en el marco del envejecimiento activo, y surge además con vocación de realizarse en otros municipios de Navarra.

Tal y como explica la técnica de Igualdad del Ayuntamiento de Berriozar -que colabora en la iniciativa-, Izaskun Pitillas, el programa se ha desarrollado en tres ejes: una línea formativa, en la que han participado 8 personas del grupo de autocuidados y 12 profesionales de actividades dirigidas a los y las mayores de Berriozar; otra divulgativa, con la que se ha desarrollado un trabajo audiovisual sobre el propio proyecto que servirá de soporte y material divulgativo en otras localidades (a cargo de Berriozar Films y que recoge testimonios de los participantes); y la tercera, destinada a subrayar la presencia social de la mujer.

Ésta es precisamente la que se puede disfrutar hasta el próximo 11 de enero en el Kulturgune de Berriozar (y del 11 al 15 en la Jubiloteca), una exposición fotográfica en la que han participado trece vecinas, mujeres valientes, luchadoras e incansables con su particular lugar en el pueblo. Lo han hecho bajo el prisma y la visión de las fotógrafas que forman parte del colectivo Bergazki, también mujeres, que han querido reforzar la presencia y la labor de estas mujeres "mayores" para generar, además, una conexión entre generaciones.

Las protagonistas del proyecto, tanto las fotógrafas como las fotografiadas, son mujeres.

"Ha sido muy bonito estar con personas mayores, nos han aportado muchísimo y hemos disfrutado un montón", reconocen las fotógrafas Elena Irigoy y Patricia Uriz, que valoran sobre todo "la actitud que tienen hacia la vida. Su experiencia, porque ha sido muy enriquecedor estar con ellas, ha sido una lección de vida", valoran. Y es que los tiempos que vivieron ellas no son los que toca vivir ahora: "Con menos medios, menos tecnología, y unas ganas de vivir... Te transmiten que con muy poco también se puede ser feliz, y siempre con una sonrisa", explican las fotógrafas, que destacan el valor de un proyecto que ha permitido, por otra parte, reactivar un colectivo que nació hace ya una década en Berriozar y cuenta con una quincena de fotógrafos y fotógrafas, aunque en este caso solo hayan participado Irigoy y Uriz junto a Amaia Goñi y Stefan de Goñi.

La propia técnica de Igualdad ha formado parte de él también fotografiando a Pilar Jiménez, vecina de 67 años, "calí y orgullosa de serlo". Además de cinco hijos, 11 nietos y dos biznietos -otro en camino-, tiene mucho sentido del humor y dice que su marido no quiere salir con ella por la calle "porque me para todo el mundo, y todo el mundo me conoce. Soy muy abierta", explica. Decidida y resuelta, fuerte, reivindica el papel de las mujeres gitanas en un municipio en el que conviven un buen puñado de vecinos y vecinas de diferentes partes del mundo.

"En Berriozar hay mucha diversidad cultural y hemos querido representarla de alguna manera. Integrarla en perfiles de diferentes mujeres, aunque la pandemia también nos ha obligado a cambiar las pautas del proyecto, iban a participar más mujeres pero ha sido complicado. Es importante visibilizar a un colectivo que muchas veces pasa desapercibido, más ahora con la covid. Somos un pueblo y hay muchas vecinas de toda la vida, conocidas y muy queridas", explica Pitillas.

Una de ellas es Visitación Viudez, Visi, que durante muchos años ha regentado la única pescadería que había en el pueblo. "Desde el 70 hasta el 90 más o menos", recuerda la vecina. Siempre risueña, se le achican los ojos con una sonrisa que se adivina a través de la mascarilla. "Todavía se puede ver el rótulo, Pescados Aibar", explica su hija, Rosi Aibar, muy orgullosa de su madre. "Han salido adelante contando con los dedos, a base de trabajar, con la sabiduría que da la vida. Sin carnet y con cuatro hijos. Mi padre se iba con un camionero todos los domingos de madrugada a Pasajes a por pescado fresco. Ella con nosotros y en la pescadería, siempre con una sonrisa", relata. "Nos ha hecho mucha ilusión que forme parte de la exposición, son unas grandes luchadoras".

La muestra, en diferentes paneles, cuenta con un retrato de las protagonistas acompañado de un breve resumen de su historia y de otra fotografía que ellas mismas han elegido en el lugar en el que querían estar, "donde se sienten bien". Para Merche Mayayo, de 76 años, participar en el proyecto "ha sido muy bonito". Con cinco hijos, ha hecho siempre mucha vida de barrio: participar en reuniones, ir a gimnasia, a baile, a yoga, a pintar cuadros€ "A todo lo que había, y es que aquí hay muchas cosas, mucha vida. Me encanta. Tengo amigas de toda la vida, todos los días nos damos el paseo, hacemos la compra y nos tomamos el café, hablamos un poco y para casa. No nos falta de nada". Con el covid, reconoce, lo pasó mal "porque soy de salir, de hacer muchas cosas, y al principio me puse nerviosa". Ahora lo lleva mucho mejor.

"Se sienten reconocidas y se lo merecen, han hecho mucho por todo el mundo"

Hija de Visi Viudez, participante

"Nos han aportado muchas cosas, estas mujeres son una lección de vida"

Fotógrafas de Bergazki