Egieder es música, gente y diversión. Y desde hace veinte años, la banda sonora del pueblo de Noáin. Al ritmo de los acordeones, guitarra y pandero, el grupo subió al escenario el pasado 12 de agosto para ser, una vez más, la melodía que acompaña a los vecinos de la localidad.

No podían imaginar una manera mejor de celebrar su veinte aniversario que con "un concierto en casa y junto a Puro Relajo", cuenta Luis Maya (miembro de Egieder) que, asegura que "nos hizo especial ilusión". La oportunidad se les ofreció desde el Área de Cultura y Deporte del Ayuntamiento de Noáin y ellos lo vivieron como "una fiesta de cumpleaños con invitados", recuerda el miembro del grupo Zesar Armendáriz. Un verdadero reto para ellos que no están "acostumbrados a tocar con gente mirando" porque se mueven más en "ambientes festivos", confiesa Zesar. No obstante, la actuación fue un éxito total: "Tiramos de un repertorio un poco diferente y especial y vino mucha gente", recuerda Zesar.

Origen

El grupo nació como una iniciativa de Ainhoa Iparaguirre, antigua profesora en la escuela Julián Gayarre de Noáin. Ella fue quien "montó la fanfarre, exclusivamente de acordeones y un pandero", explica Luis. Por motivos laborales, la maestra tuvo que abandonar el centro y fue Garbiñe Sertutxa, actual directora de la escuela, "la que nos empezó a mover para hacer actividades y tocar en los pueblos", añade. En sus inicios, el grupo "hacía música popular, euskalduna y mejicanas, que a la gente le atrae bastante por la zona", relata Luis. Establecieron un convenio con el Consistorio para hacer cinco actuaciones anuales y una última, adicional y no remunerada. Esta fue la moneda de pago de los músicos a Nieves Beloki. La técnica de Cultura del Ayuntamiento que puso a su disposición un espacio para ensayar en la antigua Casa de Cultura del pueblo. "Era un local mejor adaptado para tocar, con buena acústica y más material del que teníamos en la sociedad donde nos juntábamos antes", afirma Zesar.

Con el paso del tiempo, las carreras profesionales, estudios y parejas acallaron la música de Egieder, que perdió gran parte de sus miembros. Tan sólo continuaron tres de ellos que pensaban que "todo iba a desaparecer", recuerda Luis. Pero entonces entraron en escena Josu y Rubén que "le dieron un impulso muy fuerte a la orquesta", añade. El quinto miembro es Roberto, el community manager que, desde que llegó a Egieder, ha estado al pie del cañón. "Nos gusta mucho cuidar a nuestra gente y poder tocar en tu pueblo y contar la ayuda de una persona como Alberto para que todo el mundo esté a gusto se agradece", asegura Luis. Con la llegada de los nuevos integrantes, las posibilidades para hacer música diferente se multiplicó. Y Egieder decidió hacer sonar sus instrumentos de nuevo, tras diez años en los que "solo salíamos para las actuaciones convenidas con el Ayuntamiento", cuenta Zesar. Fue en ese momento que empezaron a juntarse una vez al mes para que "fuese algo continuo pero sin convertirse en una rutina muy cañera", explica.

En los últimos años han ampliado su repertorio e incluido adaptaciones de canciones como Moliendo Café o Bella Ciao, "todo adaptado a como suenan nuestros instrumentos", añade Zesar. Pero se mantienen fieles a su identidad: "Hemos evolucionado mucho pero conservamos ese folklore euskaldun que nos caracteriza", aclara Luis. Para ellos lo más importante es "hacer perdurar la esencia de la tierra que, junto con pasarlo bien, son los valores fundamentales de nuestro grupo", aclara Luis.

la pandemia no les para En su momento de mayor auge, la vida sorprendió a Egieder con una pandemia mundial. Como antídoto para combatir el virus, surgió la idea de grabar una canción cada semana del confinamiento para divulgarla en redes sociales. Lo hacían desde sus casas y utilizaron los recursos que cada uno tenía en su hogar. "La idea gustó y a nosotros nos sirvió para mantener la unión de grupo", asegura Luis, que celebra que "lo que parecía que iba a desaparecer notamos que cada vez va a más".

Desde entonces, y a pesar de que el grupo es una vía de escape de la rutina, la ilusión no muere y los acordeones suenan más fuertes que nunca. El grupo cuenta que está "abierto a cualquier tipo de contrataciones para eventos como rondas coperas, kalejiras o celebraciones como cumpleaños" y tienen "un abanico de disponibilidad muy grande" siempre que sus vidas personales se lo permitan.