Marian Lecumberri, encargada de la mercería y droguería Lecumberri, la primera que abrió en Noáin hace 55 años, se jubila en julio casi a regañadientes. “Porque me ha llegado la edad. Estoy muy contenta, a gusto con los clientes y regentar la tienda no me agobia”, señala Marian. Eso sí, tras 47 años de constante trabajo, tampoco disimula sus ganas de ocio: “Me siento joven y con fuerzas para hacer actividades, como viajar, que con el horario de la tienda no he podido realizar hasta ahora. Vamos, que no me veo con 65 años y no me voy a quedar en casa”, avanza Marian.

El origen del negocio familiar se remonta a 1967. Ese año, Florencio Lecumberri -su padre- y Félix Lecumberri -su tío- abrieron Hermanos Lecumberri, la primera mercería, droguería y tienda de artículos de regalo de Noáin. Al frente estuvieron Pilar Lecumberri -su hermana- y Julia De Castro -su tía-. “Al ser la única mercería y droguería teníamos bastante clientela y funcionábamos muy bien. El pueblo no era tan grande como ahora y nos conocíamos todos. ”, asegura.

También se acercaban vecinos de Elorz, Torres de Elorz, Monreal o Zariquiegui. “Mi padre y mi tío eran fontaneros e iban a las casas de los pueblos de alrededor. Venía muy bien para el negocio porque así nos conocía todo el mundo”, incide. Al lado de la tiendica familiar, se ubicaba el almacén de fontanería.

Tras ocho años en funcionamiento, en 1975, Pilar dejó de trabajar en la droguería-mercería y Marian le sustituyó con tan solo 18 años. Durante dos décadas, estuvo codo con codo con su tía Julia y desde 1995 lleva el timón ella sola. “Me apaño y estoy a gusto. En un negocio familar conoces al cliente, charlas con ellos y al final estableces una relación de amistad”, indica.

El establecimiento mantiene la esencia de hace 55 años, el trato familiar y cercano, y han adaptado la oferta a los nuevos tiempos. “Antes vendíamos muchos artículos de droguería tradicional. Ahora, tengo cuatro cosas debido a la propagación de los supermercados y las franquicias especializadas”, comenta. El local mantiene la línea de mercería, ropa de niños, señoras y artículos de regalo.

¿Traspaso? Marian se jubila en julio y no ha conseguido ceder el testigo a un familiar. “Mis hijos y mis sobrinos son mayores, han estudiado carreras y ya hace años que están trabajando de lo suyo. Están todos colocados”, indica.

Aún así, anhela que la mercería-droguería siga funcionando con “alguien de la calle” y ha colocado el anuncio de traspaso. “Todavía no sé nada. No sé si seguirá o no. Ya ha contactado gente interesada, pero de momento, nada fijo”, señala.

Marian dejará el negocio familiar en silencio y no organizará ninguna fiesta o acto de despedida, aunque sí que lo desliza en petit comité, entre los clientes de toda la vida. “Me dicen que les va a dar mucha pena y que me van a echar en falta”, comenta.

De estos 55 años de historia, se queda con esa clientela de toda la vida a la que piropea: “Ha sido fiel, buena, amable y cercana que se siguen acordando de mi familia. Van pasando los años y te siguen preguntando por tu tía, tu madre... Estoy muy agradecida a la gente de Noain y no tengo ninguna queja”, finaliza.