Desde hace tiempo vengo considerando a nuestros queridos vecinos de Aragón como gentes con un gusto estético muy particular, que cae a veces en lo grotesco o en lo surrealista. Así parece ser desde el poeta bilbilitano Marco Valerio Marcial hasta el cineasta Luis Buñuel, por ejemplo. Recuerdo cómo hace pocos años se hizo en Zaragoza una estatua de Super Mario Bros vestido de baturro, con cachirulo y todo, para gozo visual de quienes pasearan por la capital del Ebro.

Todo esto viene a mi mente en relación a Fray Gumersindo de Estella. Este capuchino de larga vida, fue testigo y benefactor en los terribles hechos que se produjeron durante la Guerra Civil, asistiendo con dignidad e intercediendo por los condenados a muerte en Zaragoza. El Ayuntamiento de esta ciudad le dedicó hace años una plaza, si bien era una plaza dentro del cementerio de Torrero.

Ahora, después de aquel homenaje de dudoso gusto, una nueva iniciativa amenaza su memoria. Alguien ha tenido la brillante ocurrencia de realizar un cabezudo, y financiarlo por crowdfunding, cuya testa será la de Fray Gumersindo de Estella. Curioso reconocimiento a una persona que mantuvo la dignidad y el humanismo cristiano entre tanta tragedia. Además han sacado una coplilla para que los niños maños se la canten al nuevo cabezudo. Dice por ejemplo,”fraile motilón”. Término éste que, según el diccionario, significa que tiene muy poco pelo. Me recuerda al pasaje bíblico del profeta Eliseo, cuando éste era insultado por unos muchachos que le decían calvo, y Dios envió a unos osos para que destrozaran a aquellos irrespetuosos chicos. Espero que esta vez no bajen del Pirineo al Valle del Ebro algunos colegas de los úrsidos Camille, Papillón, Chocolat o Caramelle, que esos dulces nombres les pusieron, y no hagan lo mismo, ni siquiera con los promotores de la brillante ideíca.