La afición festiva de Tierra Estella nos viene de antiguo. Muchas veces camuflada de acontecimientos religiosos y otras directamente de nuestra tendencia ancestral a reunirnos para celebrar la llegada la primavera y, sobre todo, del verano. Durante siglos fueron las cofradías quienes gestionaron estos días festivos además de los motivos para vivirlos. Pero si alguien sabía de esto fue Fernando García Ciordia a quien el también escritor torralbés Rafael Korres ha recuperado en su libro ¡Viva San Juan! Ambos nos rescatan aquel mundo y, en especial, la cofradía de San Juan de Torralba, gracias a la que se mantienen las fiestas de San Juan y en la que se rememora aquella detención del conocido como Moro de Torralba, un salteador de caminos que fue el azote de caminantes y vecinos de aquellos valles navarros. El valor que hoy tiene esta fiesta además de la repetición del baile de la balsa es incalculable. Por su representación y también por esa parte de espontaneidad que cada año se reviven, que nos enlazan con una de las partes más ricas y misteriosas de nuestro pasado; un pasado que hay que recuperar ya que muchas veces poco tiene que ver con la historia que ha transcendido. Desgraciadamente cientos de danzas, cientos de ceremonias y fiestas como la de Torralba se han perdido. Será muy difícil su recuperación aunque en Tierra Estella ya hay voluntarios que están trabajando por hacer que germinen aquellos brotes de nuestra cultura que en algunos casos fueron cortados o se fueron secando a fuerza de prohibiciones y olvidos. Libros como el que ha escrito Rafael Korres (que ya el año pasado editó Los cuentos que me contaron) darán más de una pista, en fin, en la que seguir trabajando.