- La emoción y la memoria volvieron un año más hasta las puertas del Palacio de los Reyes de Navarra de Estella-Lizarra, un lugar que durante años sirvió de cárcel y en 1936 se encerró, entre otros, a los 48 vecinos y vecinas que posteriormente fueron asesinados en los comienzos de la Guerra Civil. "Solo pretendemos que aquellos actos no se olviden en el tiempo" reconoció, el exconcejal del Ayuntamiento de Estella y uno del os organizadores de la jornada, Jesús Mari Txasko, "que no se olviden los fusilados, alguno de los cuales todavía sigue en las cunetas".

Para esta ocasión los organizadores quisieron recordar también a los vecinos de la Merindad que pasaron por este presidio. "Este año queremos recordar a todos los que pasaron por este lugar y fueron represaliados" leyó la presidenta de la asociación Memoria Argituz, Nerea Blanco, quien afirmó que "a esta cárcel traían gente de muchísimos pueblos de Navarra, se convirtió en un centro de tortura y asesinatos, de venganza y de tránsito hacia la muerte".

En este sentido se leyó el testimonio de Jose Méndez Arbeloa, de 32 años, representante del sindicato CNT en Andosilla, que acabó preso en Estella y de aquí fue trasladado hasta Oteiza donde fue fusilado junto con su cuñado. Pero José sobrevivió al fusilamiento tras el que estuvo 14 meses escondido en su pueblo antes de cruzar la frontera a Francia y volver a la zona republicana. Finalmente, tras un nuevo exilio a Francia donde estuvo vigilado por la Gestapo, tuvo que partir hacia el exilio a América. Su relato escalofriante de los sucesos en los que estuvo a punto de perder la vida fue revivido ayer por Olaia Salsamendi a las puertas del presidio donde fue sacado una noche de 1936. "Nos llevaron desde Estella hasta pasado Oteiza. Íbamos seis de Andosilla y tres de Muez". "De un cochico que allí había salió un cura o fraile, no sé bien qué era, y nos hizo ir hacia un rastrojo. Entonces supimos todos que era nuestro fin". Con todo, José Méndez recordó que con un balazo en el pecho cuando se acercaron hacia el se hizo el muerto. "el aire de la bala me paso entre la nariz y la boca. Al final se marcharon y me levanté".

Entre los presentes en la jornada de ayer se encontraba sentada en su silla de ruedas, Mª Puy Salsamendi de 92 años, a cuyo padre Cirilo, dejó una de las 48 rosas que se entregaron ayer. Cirio fue fusilado en 9 de septiembre de 1936 "yo tendría unos siete años. Era pequeña pero recuerdo llorar como una mujer mayor". Entre su recuerdos Mª Puy tiene muy marcada la actitud despectiva de su maestra "me decía ahí va la Salsamendi, intentando hacerme de menos". Ayer se encontraba muy bien acompañada con la presencia de su hija, su nieta y su biznieta.

También se encontraba Alicia Eguizabal, cuyo padre Luis y su tío Tomás fueron asesinados aquellos días de 1936. "Los sacaron de Lodosa para trasladarlos hasta esta cárcel de Estella pero nunca llegaron" comentó ayer Alicia. "A mi padre lo enterraron al lado del cementerio de Muniáin y luego los llevaron al Valle de los Caídos y tuvimos que pelear mucho para que nos lo devolvieran en 1978".

El acto, que no se celebraba desde 2019 tras las suspensión el año pasado por la coincidencia con la pandemia, contó con un prolegómenos en la plaza de San Francisco de Asís, debajo del monumento al Auroro se concentró un grupo de unas cien personas que portaban banderas de Navarra, republicanas e ikurriñas. De ahí se trasladó en dos filas -en cumplimiento de las restricciones por la Covid-19-, por la Calleja de los Gaiteros hacia la Calle Mayor y de ahí cruzó el puente del Azucarero rumbo a la plaza de San Nicolás donde desarrollaron el resto de los actos, entre ellos, un aurresku interpretado por el danzari estellés, Javier Lana.