La procesión de Santa Ana del año 2023 se recordará por las numerosas petaladas organizadas por el Ayuntamiento (antes eran espontáneas hasta que terminaron por desaparecer) y por el estreno de los nuevos trajes de la corporación. La lucha entre los que pitan y los que aplauden al entrar en la calle Carnicerías ya se ha convertido en una tradición, una atracción más que parece tratarse como una especie de dictamen popular de la aprobación o no del primer edil de turno. Ayer, en esa calle, los esfuerzos se igualaron, aunque en otras partes, los aplausos fueron superiores.

Vista panorámica de la llegada de la imagen de Santa Ana a la plaza Vieja donde le esperaban los gigantes.

Al igual que sucedió con el encierro, el número de personas que asistieron a la procesión o que presenciaron su paso por las calles de Tudela fue menor que el año pasado 2022, primero en que se vivía la fiesta al 100% tras el confinamiento. Aquella explosión no se sintió este año y aunque hubo numerosas jotas, los balcones estaban llenos y las filas de los que procesionaban estaban atestadas, no fue tan multitudinaria como en años anteriores.

El Consistorio preparó para este año el lanzamiento de pétalos en cinco puntos señalados con una imagen de la santa colgada del balcón. Como suele suceder lo organizado hizo perder frescura al acontecimiento e incluso la cantidad de pétalos vertidos fue, en ocasiones, escaso. Así se petaleó a Santa Ana cuando visitó a la imagen vieja de la Magdalena, en San Salvador o en Mercadal, por ejemplo pero también en su entrada a la catedral. Ahí fue quizás la más llamativa cuando un hombre con vestido de blanco (de fiesta), con casco y unido por un arnés apareció por una ventana imposible de la catedral y sacó una bolsa de basura para adornar la entrada de la patrona en la seo. La imagen, cuando menos insólita, hizo recordar a algunos la ikurriña que dos arrantzales colgaron en la plaza del Ayuntamiento de Pamplona en 2013.

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En cuanto a los trajes encargados por el alcalde, solo los vistió UPN ya que Contigo Navarra (participó pero no con la corporación), PSN y PP se negaron. Los munícipes los usan tres días al año (Corpus, Ángel y procesión de Santa Ana) pasan a ser propiedad de los corporativos, no del Consistorio (por lo que dentro de 4 años habrá que hacer trajes para los nuevos) y tienen un coste de 14.843 euros. El alcalde Luis Casado se negó a hacerlos en 2011 por la situación que vivía entonces el Consistorio y suponía un gasto para las arcas municipales de 7.000 euros.

El calor, menor de lo esperado, fue sofocante en algún tramo e incluso hubo quien, tirando de humor ribero, dijo “si sigo mucho tiempo aquí se me va a encender la vela”. Especialmente emocionante fue la llegada de Santa Ana a la plazoleta del Moro Muza, donde quienes esperaban prorrumpieron en un impresionante aplauso espontáneo.

Como cada año, no pasó desapercibida la presencia de Rafael Moneo, que no falta nunca a su cita con la patrona de Tudela.

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