Empezando por lo bueno. Primero, el lleno en la plaza y el extraordinario ambiente taurino con presencia de numerosas asociaciones taurinas de España y Francia. Segundo, como idea global de lo acontecido, el que nadie estuvo comiendo pipas o mirando el móvil viendo cómo iba Osasuna u otras cuestiones personales. Tercero, que Miguel Reta sigue evolucionando en su loable empeño en recuperar la fundacional Casta Navarra. De lo lidiado en su debut en Céret hace un par de años a la corrida de Tafalla se ha progresado más que un tanto. La corrida fue cuatreña al completo y seria, con kilos, musculada y con fuerza. Las caras se abrían desde las hermosas liras veletas a las más tendentes a playeras, siempre íntegras y astifinas. Como ya ocurriera en Estella el año anterior, un toro fue bastante completo para lo que se lleva en la tauromaquia actual, que exige fijeza, nobleza, humillación y duración. Estas virtudes las atesoró el tercer reta, Rabón. Un bellísimo colorado de cuerna alirada, bocidorado y con fino rímel colorado perdiz. Fue el único toro que dobló una vez las manos, pero fue el que con más clase se empleó en los tres tercios. Otra cosa positiva fue el que el personal, de tan distinto pelaje, no se cansó de batir las palmas en hasta cuatro de los seis segundos tercios. Numerosos fueron los saludos montera en mano de peonaje rehiletero. Entre otros, destacaron Francisco Tornay y Venturita. Compromiso, exposición, efectividad y calidad.

Dichos tantos parabienes, toca decir lo deficitario de la materia prima y del torero Francisco Javier Sánchez Vara. Los bellísimos ejemplares, salvo en el primer tercio del toro que abría plaza que se intentó ser bien puesto en suerte, fueron mal lidiados en este menester de prueba de bravura. Mucho castigo en monopuyazos tremendos. ¿Dónde está el medir el castigo y lucir al toro en otros u otros encuentros? Ninguno, a pesar de los abundantes goterones de mansedumbre, se fue de escandalosa naja. Alguno se repuchó, pero cargaba pilas y volvía a empujar.

Chapeau para Sánchez Vara. Sombrerazo y honores para él de primeras. De últimas, bastantes aficionados se fueron decepcionados. Con el capote lo más fue pararse dos veces para sendas verónicas al bueno de Rabón. No puso banderillas, aunque visto lo de sus cuadrillas, casi que se agradeció. En tres toros no hizo ni el esperado macheteo que, seguro, hubiera sido bien reconocido. Con la muleta y los pies atornillados en la arena, y desde luego sin ninguna apretura, sólo se le vio con ese buen toro en tres breves tandas. La gente le oleó, animándole a subir los recursos y, por lo menos, que envidara a grande. Fue que no; más después de que el 4º y 5º, Tenderico y otro Rabón, barbearan en plan alimaña, cualquier querencia. Con los aceros, un horror. El 6º bis, de Azcona fue un toro bajo y de buena condición. Vara, se puso a torear y, claro, se le vieron sus aliviadas dotes artísticas. Oreja.

GANADERÍA

Reta de Casta Navarra. Seis toros (1º y 5º, de Alba Reta) de hechuras y cuernas variadas Serios y en el tipo de su encaste. Manosos. El 3º fue el más completo. El 6º fue sustituido por otro de Hermanas Azcona, de noble y buena movilidad.

TORERO

Sánchez Vara. De azul marino y oro. En el 1º, saludos tras aviso. En el 2º, saludos. En el 3º, vuelta al ruedo. En el 4º, silencio. En el 5º, silencio. Y en el 6º bis, oreja tras aviso.

LAS GRADAS

Presidencia. Bien a cargo de Felipe Sota, asesorado por Pablo Lacunza y J. Martínez de Luis.

Incidencias. Lleno en tarde agradable con algo de viento. Tras romperse el paseíllo el público tributó una gran ovación a Sánchez Vara por su gesto de encerrarse con seis toros de Casta Navarra en solitario.