La ilusión le hizo más corta la espera a Olivia, que sin dudarlo señalaba: “He pedido a los Reyes unos muñecos de Nenuco para compartir con mis amigas Olaia y Ángela”.

“He pedido un patín eléctrico, ropa y unas zapatillas con luces y cargador porque nunca las he tenido y las quiero”, afirmó Leire con una gran sonrisa.

Olaia, como Olivia, también quería regalos para compartir y, como su amiga, pidió también muñecos de Nenuco, aunque esta vez acompañados de una cuna.

Tampoco se quiso quedar atrás Ángela en su lista de regalos que disfrutar con Olaia y Olivia. Pero, además, argumentó: “Nos hemos portado muy bien y nos merecemos todo”.

pamplona - La Vieja Iruña no es como el castillo de ese tal Herodes y abre sus puertas y sus brazos a todos los visitantes que llegan a ella cargados de buenas intenciones. Eso les ocurrió ayer a los tres Reyes Magos venidos de Oriente que no fallaron a su cita anual con las niñas y niños de Pamplona. Pero ya les viene sucediendo desde hace varios años que cuando llegan a la altura del Portal de Francia, que alcanzan rodeados de miles de personas, se encuentran con el viejo puente levadizo alzado impidiendo su paso. Pero en una noche como la de ayer la palabra es la mejor llave que una comitiva cargada de regalos puede tener.

El encargado de mediar con los guardias de la muralla fue el heraldo, que caminaba junto a los caballistas. No le fue muy difícil hacer entender al capitán de la guardia que su cometido era, en sus propias palabras, “traer la alegría y la felicidad al antiguo Reino de Pamplona”. Aunque reacio en un principio, el capitán de la guardia del Portal, acabó siendo convencido por el emisario y tras exclamar “Pamplona os abre sus puertas. ¡Guardias, bajad el puente!”.

Con el descenso del mecanismo, los eslabones de las cadenas fueron un saludo más para los tres Magos, que solo tuvieron que detener sus monturas, dos dromedarias y un camello, por la cantidad de txikis que les aclamaban.

En esa comitiva llena de música, bailes y acrobacias pasó bastante desapercibido un animal, el camello Pesao, que ayer se convirtió en el primero de su especie en traspasar el Portal con un Rey Mago sentado entre sus jorobas.

Para ver a Pesao bien de cerca el público tuvo que planificar a la perfección la tarde de la Víspera de Reyes. A ambos lados de las vallas se extendía que había quien había hecho tiempo hasta que llegaran los Reyes aprovechando para comer en el sitio.

Una vez penetrados los antiguos muros de la ciudad todo fue alegría y buena sintonía con quienes quisieron salir al paso de los Magos. Su camino siguió por las calles Carmen, Navarrería y Mercaderes, demasiado pequeñas para que decenas de miles de personas recibieran a la comitiva. Por las estrechas calles del Casco Viejo se expandió el color del confeti junto con el sonido de todas las campanas de la ciudad, los txikis fueron en volandas hasta las monturas de los Reyes e incluso alguno pudo compartir aunque solo fuera un pequeño instante sentado junto a uno de los Magos a varios metros del suelo.

Lo bueno suele ser breve y con la entrada en la calle Mercaderes la Jubilosa Llegada tocó a su fin. Allí los tres Magos pusieron rumbo a la plaza Consistorial para saludar a otros seguidores, aunque estos algo más mayores. Así fue el reencuentro de los txikis de Pamplona con sus Reyes Magos, el primer paso de una noche que, a buen seguro, dejó grandes regalos en cada uno de los hogares de la capital navarra.

Acompañada de su hermano Izan y su padre Ángel, Ángela deseaba la llegada de los Magos que le acercara sus muñecos de Pin y Pon y otros juegos de mesa.

“Les he pedido ropa, juguetes y un balón”, afirmó Aritz sobre su lista de reyes. De cerca le observaron sus padres confirmando que los merecía.

“¡Quiero tres coches y una sorpresa!”, exclamó Iker mientras devoraba la merienda junto a su hermano Asier para no tener hambre cuando llegaran los Reyes.

Asier no tenía tan clara su lista de Reyes en un principio. Los nervios. Pero con la ayuda de su hermano afirmó: “Quiero una pista de coches y otra de tiburón”.