En 1913 la sociedad de Pamplona, poco acostumbrada a los sobresaltos, se encontraba absolutamente estremecida por la catastrófica inundación acaecida el 2 de junio en Baztan. Las noticias llegaban entonces con cuentagotas y sin contraste de ningún tipo pero, según se iba sabiendo, una de las regatas que bajan del monte se había transformado en una gigantesca ola de 5 metros de alto y 14 de ancho, que había arrasado casi totalmente Elizondo y Erratzu, afectando también a otras localidades. La prensa de los días sucesivos hablaba de dos mujeres y un niño muertos, arrastrados por el agua, y de docenas de familias que habían quedado en la miseria más absoluta, habiendo perdido sus casas, huertos y ganados. Un desastre, vaya. La foto nos muestra la plaza de San Francisco, creada dos años antes, vista desde el primer piso del Grand Hotel, y deja ver la zona con su nueva urbanización y sus arbolitos y parterres recién plantados.

Hoy en día la plaza no muestra cambios importantes y permanece perfectamente reconocible. Vemos que las rampas del edificio se han sustituido por escaleras, y que la decoración del mismo se ha simplificado en alguna de sus reformas, eliminando todas las cresterías salvo la del reloj. Una pena, porque estos elementos son importantes en la concepción de un edificio ecléctico y con resabios clasicistas como este. En cuanto a la inundación de 1913, la prensa de la época no terminó de cuadrar el relato hasta una semana más tarde, poliki-poliki y, a buen seguro, con abundante censura. Hoy sabemos que murieron dos mujeres, Juana Elicegui y Joaquina Larumbe, aunque todo hace pensar que el niño que algunos vieron ser arrastrado por el río consiguió finalmente salir a flote, nunca mejor dicho. Eso sí, las cicatrices de aquel suceso quedaron para siempre grabadas en los propios pueblos y en la memoria colectiva de las gentes de Baztan.