ola, personas, ¿Cómo lo llevamos? Parece que ya llueve menos ¿no?, a ver si poco a poco la normalidad vuelve a nuestras vidas.

Esta semana vamos a dar un paseo mixto. En primer lugar me vais a permitir que hable un poco de mi libro, tres pinceladas, y luego veremos alguna de esas pamplonadas que tanto nos gustan a todos.

Bien, no negaré que ha sido una semana intensa y hoy toca agradecer, sois muchos a los que os debo esa palabra tan corta, tan sencilla pero tan necesaria que es GRACIAS.

En primer lugar gracias a dos personas imprescindibles en la creación de mi volumen: Guillermo Nagore Ferrer que me lo ha maquetado con un arte que parece que haya cobrado por su trabajo y a Ignacio Janín por el maravilloso prólogo que me escribió con palabras elogiosas que no sé si merezco pero que me encantan. Gracias a todos vosotros por la increíble acogida que mi "niño" ha tenido, se diría que lo estabais esperando como agua de mayo, en menos de una semana se ha agotado la edición y he tenido que encargar la correspondiente reedición; gracias a DIARIO DE NOTICIAS por el gran alarde tipográfico que desplegó el domingo pasado a doble página y que me puso más contento que un chorta en día de permiso; gracias a Mikel Esparza, mi amigo, por prestarme media docena de sus maravillosas fotos; gracias a las librerías que visité y que aceptaron mis condiciones siendo vehículo necesario para que mis paseos viajen a vuestras manos; gracias al centro comercial Leclerc que me llamaron para sumarse a ello y en donde el día 5 estaré firmando libros a todo aquel que quiera acercarse a conocerme; gracias a todos los que os habéis puesto en contacto conmigo por una u otra vía para decirme vuestro parecer y poner mi ego a la altura de las estrellas; gracias a mi hija por estar orgullosa de mí y hacérmelo saber; gracias a mi socia y hermana pequeña por aguantar mi dispersión en nuestro negocio para atender esta aventura y por la ayuda que me ha prestado; gracias a mi otra hermana por ser mi mayor propagandista; gracias a mi chica por no tener más que palabras de apoyo, ánimo y aliento con mi quehacer y gracias, en definitiva, a Pamplona por confirmarme una vez más que es una ciudad viva y que cuando uno de los suyos la piropea responde coqueta con un guiño.

Muchos de vosotros os habéis sorprendido al descubrir que detrás de Patricio estaba Jose, algunos, conocidos de toda la vida, aun no han salido de su asombro y me han confesado que llevaban dos años leyéndome y preguntándose ¿quién coño será este tipo que nos conoce a todos y a él no lo conoce ni el tato? Ahora ya lo sabéis.

He recibido mails, mensajes de Facebook y whatsApp, todos ellos interesantes, amables y divertidos, pero el que más ilusión me hizo fue el de un señor octogenario, nacido en Argaray, que a falta de estos medios tan modernos contactó conmigo de la siguiente manera: dejó su teléfono en el periódico con la suplica de que me lo hiciesen llegar y de que yo le llamase, en cuanto vi el correo que ésto me decía marqué su número, le alegró mucho mi llamada y estuvimos el gran rato al teléfono hablando de paisaje y paisanaje pamplonés. Nicolás Aguirre Ostiz es su nombre y desde aquí le mando un saludo.

Bien, y ahora vamos de paseo, vamos a ver algo que me asaltó sin previo aviso y que se ha hecho con el ERP de hoy.

Os cuento: el jueves a la mañana cogí mi bici para llevarla a la calle San Antón a que le pusiesen un sillín ya que algún hijo de siete padres me lo había mangado y montar en bici sin sillín habrá a quien le guste, no lo dudo, hay gente pa' to', pero no es mi caso. Por Sangüesa, Baja Navarra, Tudela y plaza del Vínculo llegué a Alhondiga y cuando estaba en esta corta calle, que en otros tiempos lució, orgullosa, el nombre de Julián Gayarre, vi que la antigua casa de€ ¡socorro! estaba convertida en solar. Grandes recuerdos me vinieron a la chola de aquella casa que conocí bien porque cuando dejó de ser lugar de llantos, mercromina, recosidos y escayolas pasó a albergar los ensayos del grupo de teatro El Lebrel Blanco y yo formaba parte de él. En sus escombros aun retumbaban los gritos de Valentín Redín cuando tu dicción era patética y el salero de tus movimientos en escena eran más propios de un labrador de la ribera que de un discípulo de Talía. Sus paredes vieron nacer, entre otros, aquel maravilloso montaje que fue El Retablo del Flautista y que decía tantas cosas en tiempos en los que nada se podía decir. Amarré mi joven y veloz corcel y fotografié los trabajos de la empresa encargada de hacer pasar a la historia el susodicho dispensario. Como uno es de natural parlanchín pegué la hebra con los currelas y me contaron que la casa adyacente, la que hace esquina con Sarasate, una de las que se construyeron con el primer ensanche, llevaría el mismo camino mañana lunes, también me la quise llevar conmigo en mi teléfono y cuando estaba fotografiándola me vinieron imágenes, que nunca vi pero que quiero imaginar, de cuanto aquel chaflán albergó.

En el segundo derecha vivían el gran escritor Jose Mª Iribarren y su mujer, Javiera Moso, en el izquierda ella tenía un negociado de habilitado de clases pasivas. Esta oficina, años más tarde y regentada ya por Vidal Hualde, cuyas cinco hijas, auténtico ramillete de pimpollos reventones, son fieles seguidoras de este viejo paseante, pasó a instalarse en la acera de los Italianos. Pues bien, en esa mano izquierda del 2º piso de la casa que el lunes pasará a mejor vida, Iribarren contaba con un despacho entre cuyas paredes pasó a papel todo lo que guardaba en mente, retratando como nadie el carácter navarro y pariendo obras tan interesantes como "El porqué de los dichos" o el "Vocabulario navarro", gracias él podemos saber que zaborrear es apedrear o que un drujón es un hematoma. Iribarren vivió con las orejas bien abiertas y todo aquello que le parecía chocante encontraba asiento en sus libros. "Cajón de sastre", "Batiburrillo navarro", "Retablo de curiosidades" o "Burlas y chanzas", son un completo catalogo de la forma de ser de los navarros con toda la gracia y todo el contra academicismo que lo popular contiene, en ellos podemos leer cosas como de aquella de la que decían: "come pochas y eructa pollo", para indicar que aparentaba más de lo que era, o hacer algo que era "mas difícil que ponerle ventosas a un canasto", o aquel que por ver el lado buenos de las cosas decía : perdí la burra pero encontré el ramal ¡menos mal!. Los dichos y chascarrillos que Iribarren nos cuenta son inacabables.

Así por ejemplo se fijaba mucho en los reclamos comerciales y entre otros nos muestra perlas como la del barbero que poseedor de dos pisos en su negocio se anunciaba: SE AFEITA ARRIBA Y ABAJO, o aquel otro fígaro que decía en su cartel: AQUÍ SE REGUBENECE SAFEITA Y CORTA EL PELO QUE PAICE MENTIRA, o la casa de comidas estellica que decía en su portal: SE DA DE COMER DE REPENTE, o aquella tienda de producto variado del Baztán que anunciaba: ALPARGATAS, VELAS DE SEBO Y OTROS COMESTIBLES.

Iribarren merece varios ERP para él solo, no pretendo en estas líneas hacer un estudio exhaustivo de su obra, solo he querido hacer constar que su sancta sanctorun, las paredes que tantas horas le dieron cobijo para que nos contase sus navarradas el lunes serán historia.

Sed buenos y prudentes que el bicho aun no se ha ido.

Besos pa' tos.

Facebook : Patricio Martínez de Udobro

patriciomdu@gmail.com