Con solo dieciséis años, Manuel Chandía ya interpretaba canciones de Pimpinela junto a su hermana por los pueblos de la Merindad, aunque su especialidad siempre fue Pedrito Fernández. Los temas del cantante mexicano eran su mejor baza en los concursos de Playback que se celebraban en las fiestas patronales. Sin embargo, el tiempo pasó, y aunque, en palabras del propio Chandía, “nunca he dejado de hacer el payaso”, la afición por la performance fue quedando en segundo plano. Pero el confinamiento, y las horas y horas de no saber qué hacer en casa hicieron que este árbitro y exjugador del Club Deportivo Urantzia desempolvara algunos disfraces y comenzara a compartir por whatsapp una canción diaria.

Pocos días después de decretarse el Estado de Alarma, Chandía, estellés de 47 años afincado en Villatuerta, escuchó en televisión una versión de Escúchame del grupo Camela, cuya letra había sido ingeniosamente adaptada a los tiempos de Coronavirus. Manuel no lo pensó dos veces, cogió su teléfono, se puso unas gafas de sol y un sombrero y grabó un vídeo de algo más de un minuto. Después de compartirlo en el chat de varios grupos de amigos, las imágenes corrieron como la pólvora. Los mensajes con la buena acogida del vídeo comenzaron a llegar y Chandía se lanzó a por el segundo de sus temas, una adaptación de ‘Mierda de Ciudad’, de Kortatu.

Sin pensarlo, ese 16 de marzo inauguró una tradición que habría de perdurar durante más de dos meses.

Cada mañana, hasta el pasado domingo 24 de mayo, Chandía se levantaba y, después de desayunar, grababa una nueva canción. Aunque la duración no era la habitual, “reducía el tiempo porque no quería aburrir al personal”, la autoexigencia del intérprete, que quería que todo saliera perfecto, le llevó a tardar hasta 50 minutos diarios para conseguir el resultado deseado. Tras esto, difundía el vídeo y “para las 11 de la mañana ya tenía muchísimos mensajes de vuelta”. La difusión fue tal, y la respuesta tan positiva que, aunque después de 24 días pensó en parar e incluso se despidió de sus seguidores, los ánimos recibidos le hicieron volver con más ganas que nunca. Una de las principales motivaciones fue ver el apoyo recibido desde un barrio de Los Arcos, donde, cada tarde, con los aplausos de las 8, sonaba la versión original de la canción que Manuel hubiera difundido ese día. “Ver que la gente valora tu esfuerzo hace mucha ilusión y anima a seguir”, admitió.

En total, 70 vídeos con una amplísima variedad de temas. Y es que, Manuel Chandía no le dice que no a nada (salvo a las letras en inglés). Desde las canciones mexicanas, - sus preferidas -, hasta jotas navarras, temas de Barricada, Juan Pardo, La Polla Record, Loquillo, etc. Pero, sin duda, las que más éxito han tenido son las canciones de misa. “Aunque parezca raro, me gustan mucho, mi padre fue sacristán y de niño aprendí bastantes”, admitió. Para ponerse en situación, buscó un atuendo que simulara una sotana y colocó las manos en gesto orante. Las felicitaciones le llegaron incluso desde el propio clero. “Un cura de la zona me dijo que debería contratarme”, aseguró entre risas.

Los vídeos iban acompañados de una breve dedicatoria al comienzo. Cirauqui, Mañeru, Oteiza, Los Arcos, Baztán, Estella, Artajona, Mendigorría, Miranda de Arga, Pitillas, Valtierra… son algunos de los pueblos desde los que Manuel recibió peticiones y a los que mencionó en sus grabaciones. “Las propuestas y solicitudes se me iban acumulando, tenía que anotarlas para que no se olvidaran”. Aunque había algunas que no conocía y tuvo que aprender, admite que la mayoría ya las había escuchado. Además, muchas de las canciones conmemoraban a los sanitarios, las madres, los niños o las personas mayores.

En todas ellas, Manuel lucía un disfraz apropiado para la ocasión, confeccionado con lo que encontraba por casa. “Me hubiera gustado poder comprar algunos complementos para mejorar los trajes, pero la situación era la que era”. Por eso, hubo de conformarse con emplear un palo de escoba y un mando de televisión con cinta aislante como micrófono o con lucir algunos vestidos viejos para meterse en la piel de Rocío Durcal o Paloma San Basilio. Aunque con la experiencia fue perfeccionando su técnica, hubo algunas cuestiones que Chandía no quiso alterar. Por eso, a pesar de que algunos se lo sugirieron, nunca empleó una base musical que le acompañara. “Me dije a mí mismo: he empezado a capela y voy a seguir a capela”.

Manuel admite haber sacado de todo esto muchas más cosas positivas de las que hubiera imaginado al empezar. Se ha dado cuenta de que “la música me gusta mucho más de lo que creía” y se ha consagrado como un auténtico artista entre sus amigos y familiares, quienes no han sido los únicos sorprendidos. “Yo mismo no sabía cuánto podía dar de sí, pero las circunstancias me han llevado a esto y estoy muy orgulloso”, admitió el intérprete. Para rematar, desde la empresa Lacturale, cuyo logo lució en muchos de sus vídeos por vestir camisetas de su equipo, Osasuna, han decidido enviarle un obsequio como muestra de gratitud por la labor de entretenimiento realizada. Ahora que el confinamiento ha terminado, Chandía se queda con el aprendizaje y todas las muestras de apoyo que ha recibido. Y para quienes tengan ganas de verle en acción, ha habilitado un canal de YouTube llamado “Manuel Txandía”, donde están disponibles todos sus vídeos.

“Ver que la gente valora tu esfuerzo hace mucha ilusión”

Árbitro y ‘showman’