el Redín era identificado por el común de la ciudadanía pamplonesa como un lugar reservado para el trabajo de los cordeleros, que acostumbraban a confeccionar sus sogas de cáñamo en la amplia explanada situada entre las últimas edificaciones del Casco Viejo y la muralla exterior de la ciudad.

La fotografía nos muestra la zona tal y como era antes de los cambios de 1963, todavía con la casucha donde los cordeleros guardaban sus aperos. A la izquierda y en forzado escorzo podemos ver el paseo de ronda, con la mole oscura de la capilla Barbazana. Siguen los ábsides de la catedral y el brazo septentrional del transepto, al que faltan los pináculos ojivales de su remate. Cierran en alto las dos torres de la catedral, con el perfil tardíamente barroco que quiso darles el gran artista madrileño Ventura Rodríguez en su diseño, aunque realmente fueron levantadas por el vizcaíno Santos Ángel Ochandátegui.

no es posible obtener la foto desde el mismo ángulo de 1954, y el sufrido fotógrafo tiene que maniobrar junto al borde de la muralla para poder sortear un enorme árbol que, de otro modo, ocultaría la totalidad de los edificios. En los 66 años transcurridos el Redín ha pasado de ser un lugar de trabajo y de esporádico paseo a una zona enteramente consagrada al ocio, y es fácil comprobar que ha ganado mucho con el cambio. En 1963 se construyó el Mesón del Caballo Blanco, con materiales auténticamente góticos, procedentes del derribo de la llamada Casa del Orfeón, en la calle Ansoleaga, y podemos ver que las casuchas precedentes fueron derribadas o notablemente ennoblecidas. Los árboles del paseo de Ronda nos impiden ver la capilla Barbazana, a la izquierda, pero sí que podemos ver las torres catedralicias y el hastial norte de su transepto, con su rosetón ojival y sus restaurados pináculos en lo alto.