Comer y leer. Dos grandes placeres. Ese es el lema del puesto de intercambio de libros de segunda mano del mercado de Santo Domingo. “En el mercado no solo se compra comida. También es un lugar de encuentro social y cultural”, asegura Susana Frommknech, gerente del mercado de Santo Domingo.

El puesto de intercambio de libros de segunda mano funciona con unas reglas que lo hacen bastante particular. La primera norma peculiar es que no hay nadie en el puesto atendiendo: “Muchas personas se quedan mirando porque no hay nadie. Confiamos en que la gente coja los libros y los devuelva cuando termine de leer”, afirman José Luis Luquin y Oscar Obando, trabajadores de mantenimiento del mercado que a las tardes se encargan de atender a las personas que se pasan por el puesto si tienen alguna duda. “Les tenemos que decir que se pueden coger los libros sin problema”, señala José Luis.

Otra de las características que hacen a este sitio especial es que se pueden coger tantos libros como se deseé y no existe un plazo concreto para devolver los ejemplares. “No hay ningún límite ni de cantidad ni de tiempo. La gente se puede llevar a casa todos los libros que quiera y los puede leer sin prisa, no nos lo tienen que traer en una fecha concreta”, explican.

En el puesto se pueden encontrar todo tipo de libros. “Hasta la Biblia”, comentan ambos entre risas. Dentro de la gran variedad de ejemplares, predominan las novelas y los cuentos infantiles. “Muchos padres vienen a comprar con sus hijos y además de la compra se llevan cuentos para los más pequeños”, apuntan.

dona tu libro Los ciudadanos también pueden donar sus libros. “Se acepta cualquiera”, indican. En tal caso, la persona tiene que dejar el ejemplar en una mesa que se localiza en el interior del puesto.

Debido a la covid-19, José Luis y Óscar deben recoger los libros donados y guardarlos en un cuarto específico durante 10 días. Los ejemplares, explican, no los desinfectan con gel hidroalcohólico porque “no es apropiado y daña el papel”.

El mercado de Santo Domingo, junto al del I Ensanche y el de Ermitagaña, lleva fraguando esta idea desde hace cuatro años. “El día del Libro la gente podía intercambiar ejemplares mientras hacía la compra”, explica Susana. La “acción social” se repitió durante los dos años siguientes, pero esta vez la duración fue mayor, una semana.

antigua frutería Desde el mercado pensaron en formalizar la iniciativa y que el puesto estuviera presente los 365 días. En febrero, José Luis y Óscar se pusieron manos a la obra y empezaron a pintar el puesto, una antigua frutería y verdulería ecológica.

Durante el confinamiento tuvieron que parar y se reincorporaron en mayo. Además de pintarlo, limpiaron todo el puesto y montaron la estantería. En agosto, los libros ya se podían saborear.

“Los padres hacen la compra con sus hijos y se llevan cuentos infantiles”

Encargado Santo Domingo