La producción de agua en 2020 fue de 29.798.737 m3 (942,3 l/s), un 1,77% menos que en 2019, lo que también supone un descenso del 1,06% respecto a la media de los últimos cinco años. Esta bajada de la producción ha estado motivada por la crisis de la COVID-19. La producción hasta la declaración del estado de alarma era un 1,2% superior a 2019 y un 2,2% superior a la media de los últimos 5 años. Sin embargo, durante las doce semanas siguientes el descenso de consumo fue del 3,9% respecto a 2019 y del 7,4% respecto a la media de los 5 años anteriores. El mayor descenso en el consumo se dio entre los días 1 y 13 de abril, periodo en el que además del confinamiento hubo una parada de actividades no esenciales. Cabe destacar que la producción total de agua en abril fue la más baja mensual desde que se dispone de registros.

Por otra parte, el periodo de confinamiento también supuso variaciones en las pautas de consumo. Así, si el patrón de consumo semanal normal es de un consumo mayor los días laborables y menor durante los fines de semana, durante el confinamiento los consumos se igualaron mucho durante todos los días de la semana. Igualmente, el consumo máximo en días laborales se registra habitualmente en torno a las 8 de la mañana mientras que durante este periodo se retrasó hasta las 11 horas.

También cabe destacar que, si bien la Semana Santa es normalmente el periodo con menor consumo del año, debido al confinamiento el consumo de agua en ese periodo fue el más alto de los últimos años, resultando un 11,2% superior al de 2019.

En cuanto a la evolución del consumo por zonas, los mayores descensos de consumo durante ese periodo se produjeron en zonas industriales y en zonas de actividad hostelera y los mayores aumentos se registraron en barrios o municipios con un patrón normal de consumo principalmente doméstico.

La desescalada del confinamiento supuso una recuperación de los consumos, si bien la baja actividad económica implicó que no se alcanzaran los valores de consumo normales. Sí se experimentó una recuperación de los consumos durante el mes de julio y agosto, gracias al buen tiempo y a la ausencia de precipitaciones.

La procedencia del agua ha sido de la Estación de Tratamiento de Agua Potable (ETAP) de Egillor (manantial de Arteta) con un 51,43%, seguida por la ETAP de Urtasun (embalse de Eugi) con el 39,2% y finalmente la ETAP de Tiebas (canal de Navarra) con un 9,4%. Aunque solo funcionó 114 días (de junio a octubre), la planta de Tiebas ha suministrado más del 24% de las necesidades comarcales.

El coeficiente de agua no registrada (11,68%) presentó un dato algo superior al del año anterior pero siguió en términos de mínimo técnico. La política de búsqueda y reparación de fugas en continuo con la incorporación de nuevas tecnologías para la detección de fugas son los principales factores que hacen posible este buen dato.

Mínimas incidencias sanitarias

Las incidencias de calidad no han sido destacables a pesar de la situación sanitaria derivada de la crisis de la COVID-19. Cabe subrayar las acciones realizadas en el marco del Plan Sanitario del Agua tendentes a minimizar los riesgos sanitarios en la red de abastecimiento. Destaca la actividad del laboratorio de calidad de abastecimiento de Egillor por el volumen de muestras analizadas (5.663) y los parámetros determinados (70.940).

EBAR de Arazuri y segunda fase de saneamiento del río Robo

Por lo que respecta al saneamiento, en marzo se inauguró el nuevo colector y bombeo EBAR (Estación de Bombeo de Aguas Residuales) de Arazuri para impulsar las aguas residuales de los municipios de Ororbia, Zuasti, Orkoien y Arazuri con una población total de 5.607 habitantes a la EDAR (Estación Depuradora de Aguas Residuales) de Arazuri. Con esta infraestructura se incrementa notablemente el caudal impulsado, solucionando así los problemas de capacidad del antiguo bombeo.

Además, en junio se completó la segunda fase del saneamiento del río Robo que recoge las aguas residuales de Legarda, Muruzabal y Uterga. Esto permitió anular las cuatro fosas sépticas existentes en la zona mediante la ejecución de un bombeo en Legarda y un colector de 5 km que se une al colector existente junto al río Robo conduciendo así las aguas residuales a la estación depuradora de Puente la Reina, gestionada por NILSA.