el colegio de Sesma ha continuado este curso haciendo partícipes a los más pequeños de la historia y el devenir del municipio ribero, algo que como ya han descubierto está muy ligado al esparto. En esta ocasión, explicaban, han querido hacer un paralelismo intercultural y han conocido detalles sobre el uso y manejo de esta planta en Sesma, pero también en Marruecos, de donde son muchos alumnos.

El año pasado, y gracias a Landarte, apuntaban desde el centro, ya se sumergieron en este mundo y ayudaron a realizar una serie de sombrillas con esta planta y este curso, explicaban, han continuado y han dado un paso más allá.

El colegio ha albergado esta semana dos citas en las que, además de los txikis, han participado familiares, antiguas esparteras y esparteros así como vecinos a título particular. En estas sesiones han descubierto, a través de charlas, objetos y fotografías, que tanto en Sesma como en Marruecos el esparto se utiliza o ha utilizado mucho.

En este caso, muchas de las madres de los niños y niñas marroquíes, además de preparar una suculenta merienda para todos los participantes, llevaron sus elementos hechos con esta planta para que allí los vieran.

Ahora, y de cara al verano, comentaban desde el colegio, a todos los niños, tanto a los que se van a Marruecos de vacaciones como a los que se quedan aquí, les han entregado un cuaderno para que investiguen y se informen más a fondo a cerca del esparto para después, en septiembre, poder ponerlo todo en común. Y es que, aseguraban, se trata de una actividad que nació con vocación de continuidad.

De hecho, en las clases de plástica o de historia los alumnos también han tratado este tema y, además, a principios de curso salieron al campo para recoger ellos mismos el esparto.

el relevo Hay que recordar, además, que una de las mayores preocupaciones que muestran siempre las esparteras durante la feria Artesparto es que este legado y sus raíces culturales caigan en el olvido. Pues en esta pasada edición, sin ir más lejos, tuvieron la ayuda de dos pequeños de 11 años que, gracias a lo que aprendieron en las aulas, decidieron ponerse con ellas en la plaza a manipular esta planta silvestre.