Aunque son chavales de la misma edad, viven en el mismo pueblo y tienen los mismos intereses, miedos e inquietudes, sus realidades son muy distintas. Por eso, y con el objetivo de aunar ambos mundos, de generar sinergias y de normalizar su estancia en Marcilla, el IES Marqués de Villena ha llevado a cabo un proyecto intercultural con los alumnos de 1º de Bachillerato y los menores del Centro de Observación y Acogida de Menores (COA) de la localidad, un espacio que apenas lleva dos años y que cuenta con 35 jóvenes en la actualidad, todos ellos chicos.

Además de la dirección del centro, los profesores implicados han sido Javier Jiménez, Iñigo Aguerri, Juan Antonio Talledo, Itziar Calvo, Carlos Acedo y Eva Moreno junto a la promotora escolar Silvia Jaurrieta (también educadora del COA). Ellos explicaban que Marcilla puso en marcha hace varios cursos el proyecto de innovación Rizoma, una iniciativa de aprendizaje y servicio que pretende promover el voluntariado pero que, como la situación dio el año pasado un giro radical, han tenido que reinventarse, adaptarse y buscar alternativas como la que acaban de realizar.

La idea, explicaban, era que los estudiantes de 1º de Bachillerato, que por edad es más fácil que conecten con los chicos del COA, conociesen las realidades de estos menores para tratar de romper con los prejuicios que suele haber.

Tras visionar una película, 14 kilómetros, y trabajar la concienciación y sensibilización en las aulas, un grupo de 10 menores del COA fueron al instituto donde los recibieron con ukeleles para después, y divididos en tres aulas, responder a las preguntas que les generaban interés; se interesaron por sus viajes, las diferencias culturales, la familia, el racismo, el rechazo, si se arrepienten de haber venido, etc.

Los jóvenes del COA recibieron a los estudiantes de Marcilla al ritmo de una batucada.

"Hay que normalizar su estancia aquí, que no estén tan marcados y señalados. Hay que romper con los prejuicios, que se sientan en su pueblo, acogidos. Que sea una normalización por contagio y que, aunque vayan cambiando las caras, sea algo normal verles aquí y estar con ellos", exponían desde el IES.

Las tornas cambiaron a la semana siguiente y fueron los estudiantes del instituto los que fueron recibidos en el COA a ritmo de batucada antes de ponerse manos a la obra con la gymkana que les prepararon.

En seis postas y divididos por grupos y colores, los jóvenes tuvieron que completar una serie de pruebas que consistieron, entre otras cuestiones, en colocar las banderas de los países africanos en un mapa, en emparejar cartulinas en las que aparecían palabras como cultura, sueño, gracias, respeto o integración en árabe, manninga y woolof, o contestar a unas preguntas tras la visualización de un vídeo.

Además tuvieron que aprender a servir el té, jugaron a pasarse un aro cogidos por las manos y cada grupo se inventó una coreografía. Para terminar, montaron un puzzle y buscaron su recompensa; un cuadro pintado por los jóvenes del COA para colgar en las aulas del instituto.

Iñaki Antolín, educador social que fue a colaborar, comentaba junto con otros dos educadores del centro que este tipo de acciones "sienta las bases de la integración, son encuentros que hay que hacer desde jóvenes para que cambien la perspectiva, que la integración no sea un problema. Son jóvenes con temores tan importantes como los que pueden tener aquí y no vienen por gusto; todos tienen una historia y es necesario empatizar con ellos, no tenerles lástima sino empatía. Ellos no quieren ser juzgados, quieren que les conozcan y la idea es cambiar la imagen del llamado Mena en positivo; ningún padre pone la vida de su hijo en peligro para nada".

Además, aseguraba que el objetivo es ensanchar la visión social, que no se conviertan en guetos sino que se mezclen con otros jóvenes. "Sería interesante, además de seguir realizando actividades con el instituto, poder aprovechar todos los recurso que hay en Marcilla y en la zona porque iría en pro de la convivencia y cambiaría la imagen de los menores".

INTERACCIÓN Los jóvenes se mostraron encantados con este intercambio gracias al que rompieron muchos muros. Mounim, de Marruecos, contaba que "me ha gustado mucho estar con ellos porque te preguntan y respetan. Tenían una idea sobre nosotros al empezar muy diferente a la que tuvieron al irse. En mi caso, les expliqué que era de Rabat, que no tengo problema de convivencia y que lo que quiero es hacer judo". De hecho, ha sido campeón de Marruecos dos veces y, a escasas horas de marcharse a un piso, aseguraba que esta experiencia "ha sido muy buena".

Por su parte, Achraf, también de Marruecos, explicaba que "la visita al instituto fue muy bien, nos preguntaron sobre nuestras vidas con mucho respeto; por qué vinimos, cómo vinimos, qué sueños tenemos, qué tal con la gente de aquí y cómo es nuestra cultura. Yo vine para trabajar y para ayudar a mi familia" y, de hecho, quiere ser Educador Social "para ayudar a personas como nosotros".

De Ghana son Bismark, que lleva 4 meses y medio aquí y que cree que esta actividad "ayuda a hacer piña" y Shamsu, que lleva 7 años en el país y juega a fútbol en Tudela. "Estoy muy contento de haber ido a saludarles y que sepan cosas sobre nosotros; a veces se oyen historias que no son así y les dijimos que venimos en busca de un futuro. A nosotros nos sorprende un poco el significado de la palabra racista porque allí no la decimos".

Y es que, aunque no van al instituto porque que tienen entre 16 y 18 años, estudian castellano y realizan talleres para, una vez que salen del centro (lugar en el que están entre 3 y 5 meses) y se van a un piso, puedan seguir formándose.+

Los jóvenes, por grupos, en la prueba que tuvieron que inventarse una coreografía y bailarla.

Para los alumnos del instituto también ha sido un encuentro importante y esperan que no quede en un acto puntual. De hecho, Jon Lucea, de Caparroso, apuntaba que "con esta actividad te das cuenta de que mucha gente no lo tiene tan fácil como nosotros, que nos viene todo dado, y ellos se tienen que buscar la vida. Lo ves en la televisión y te suena lejano, pero cuando te lo cuentan ellos mismos en primera persona la perspectiva cambia".

Carmelo Landívar, de Marcilla, era la primera vez que accedía a estas instalaciones y afirmaba que "descubres cosas que no sabes y te cambia la óptica porque creo que hay mucho desconocimiento al respecto; nos han hecho pensar y darnos cuenta de que somos unos privilegiados porque tenemos todas las facilidades y ellos tienen que buscarse una vida mejor lejos de sus familiares".

Por último, Noor Kliliche, Ikram Boughanem, Giscan Dahmani y Fátima Abbouyi, alumnas de 1º B de Bachillerato, explicaban que "de primeras, parecen dos mundos separados, y muchas veces se les juzga sin saber por lo que han pasado, por lo que han venido y la verdad es que es importante tratar de empatizar con ellos. Una vez que les oyes cómo te cuentan sus vivencias te cambia la perspectiva. Es un intercambio con el que logras más complicidad, al final, son chicos de nuestra edad que están aquí, y lo normal sería que se integrasen".

Desde el IES desvelaban que la actividad "ha sido muy bien recibida por el alumnado, les cambia la visión porque no es lo que esperaban; en muchos casos pensaban que eran chavales sin familia. Habrá que darle tiempo a esta acción para ver cómo asienta, qué consecuencias tiene y para, en un futuro, buscar actividades que sigan en esta línea. De hecho, ellos mismos han propuesto ya algunas iniciativas".