Es una de las mejores ferias que conozco. Se pone en valor el trabajo artesanal. Y los organizadores son gente muy maja, según decía Pedro Mancho, uno de los artesanos que participaron ayer en la feria de artesanía de la Cruz de Mayo de Altsasu, un escaparate de viejos oficios y otra forma de trabajar. Lo cierto es que esta cita pone el foco en las demostraciones artesanales para que continúen vivos viejos oficios. En el caso de este forjador de Sangüesa el relevo está asegurado con su hijo Jon, de 26 años, sexta generación trabajando el hierro. “La fragua se abrió en 1829”, recordaba el padre. “Para la forja hacen falta dos personas y encantado con el hijo. Llevamos seis años y nos arreglamos bien”.

Otros de los oficios que se pudieron ver ayer fue el soguero, ya desaparecido, una técnica que los hermanos Murillo de Orondritz, un pequeño pueblo del valle de Erro, aprendieron de sus padres y abuelos. Ayer se acercaron a Altsasu Ramontxo, Faustino, Francisco y Lorenzo junto con Miguel Elcano y Alberto Urbeltz. Aunque también es viejo el oficio de herrador, sigue en plena vigencia. “Es un trabajo muy físico y arriesgado. He recibido alguna coz, aunque los animales suelen avisar”, aseguraba Ernesto Barrón, de Zalduondo. A punto de jubilarse, Miguel Ángel Arriaga, de Berriz, no auguraba buen futuro para los fabricantes de chisteras para jugar cesta punta. “Antes había 500 profesionales y ahora quedarán unos 50. El 80% se trabajaba con América”, explicó este cestero, que también destacaba el ambiente de la feria de Altsasu.

Asimismo, ayer se pudo ver trabajar la madera, desde esculturas a cucharas de boj, así como el cuero, la lana y otros materiales, con una veintena de oficios. Tampoco faltó a su cita bajo el campanario el grupo de bolillos de Altsasu. Además, se pudieron ver sus trabajos junto con las de los grupos de costura y lencería en Gure Etxea.

Otro de los ingredientes de esta feria que ya va por su 27ª edición es el delicioso talo con txistorra que elaboran un grupo de vecinas. Cada una a su tarea, Mari Navarrete, Maripi Larrea, Herminia Torres, Maitane Antón, Mari José Elizalde, Arantza Asurabarrena, Jone Guajardo y Belén Rubio no pararon en toda la mañana. Para sufragar parte de los gastos, el colectivo Feria de Artesanía de la Cruz de mayo, también vendió boletos para el sorteo de dos corderos. El segundo premiado, el número 1.517, aún no tenía dueño cuando se cerró la feria.