El otoño es la época de transición del calor veraniego al frío del invierno, estación que como los humanos las aves entienden llegado el momento de buscar territorios y climas más cálidos. Por un instinto o un hábito primario, conocen que de lo contrario peligra su supervivencia y se reúnen para partir en grandes bandadas hacia el sur, ofreciéndonos un espectáculo no por repetido menos vistoso e interesante.

El cordal pirenáico que se ven obligadas a salvar acerca las aves al hombre, que desde tiempo inmemorial trata de atraparlas e incorporarlas a su dieta. La leyenda refiere que un fraile de Roncesvalles observó con sorpresa que un joven pastor lanzaba piedras blancas a las palomas, que las confundían con aves rapaces y descendían buscando la protección de los árboles, por lo que pensó que si se colgaban unas redes se las podría cazar.

Así se hizo y con éxito, y la idea se adoptó en otros lugares, entre otros en Etxalar y en otras localidades de Baja Navarra y Laburdi (Aldude, Gatagorena, Lantabat, Lanne, Lekunberri, Olobi, Oskitx, Napal y Sara), que conservan ese sistema tradicional. Ahora celebran todas juntas una fiesta itinerante, cada año en un municipio, y premian a las que más y menos capturas consiguen en la campaña.

desde 1378 Todos los pueblos poseen un signo propio, un detalle particular en su documento de identidad que les diferencia de otros. Y en este caso y en la cuenca del Bidasoa, hablar de caza es hacerlo de inmediato de Etxalar y de la caza con redes, una práctica indisolublemente unida a la villa desde hace más de seis siglos.

En efecto, las primeras referencias a las palomeras datan de 1378 y se encuentra en la Cámara de Comptos de Navarra, y en pleitos de 1487 del Obispado de Pamplona también se menciona a las palomeras de Etxalar. Hasta hoy desde entonces, los etxalartarras han practicado esta suerte de caza, autorizada por la Unión Europea en exclusiva a los lugares en los que existe desde antiguo, en aras a la tradición y a su escasa incidencia negativa sobre la población de palomas.

Esto ocurrió a raiz de que en Francia se pidiera prohibir la caza con las redes de Sara, por creer que era una forma muy destructiva. El director de la caza francés viajó a Sara para conocer las palomeras y elaboró un informe que defendía que “no vale la pena privar a los vascos de su tradicional costumbre, pues se captura una paloma de cada 40.000 o 50.000 que pasan por los Pirineos”. La tradición está tan arraigada en Etxalar y en Sara que durante la Revolución francesa se cambiaron los nombres de varios pueblos vascofranceses y a Sara la rebautizaron como La Palomiére.

la pasa Las palomas pasan en otoño, pero la pasa tiene duración reducida, y al otro lado del Pirineo condensan el calendario palomero en un viejo proverbio: “A la Saint Luc, grand truc, a la Toussaint grand train, a la Saint Martin, la fin”. San Lucas es el 18 de octubre y el 11 de noviembre es San Martín, por lo que la migración dura poco más de tres semanas y los palomeros están alerta para capturar algunas de los quince o veinte millones que se calcula que siguen este itinerario.

La mecánica que se aplica es compleja desde el avistamiento hasta la caida de las redes y recogida de palomas vivas, un precioso espectáculo. Así, no extrañan visitas como la de la emperatriz Eugenia de Montijo, el estudioso del euskera Luis Luciano Bonaparte, los soldados de Hitler que con Francia ocupada controlaban la frontera en la II Guerra Mundial, los americanos de la base de Gorramendi y Orson Welles para su documental The land of the basques para la BBC inglesa, o el campeonísimo Miguel Indurain en tiempo más cercano.

Esta temporada, por primera vez, los palomeros encargados de la compleja mecánica de las redes de Etxalar han colaborado con la Asociación C-PAL (Comptage, Protection et Animation à Lizarrieta) en el anillamiento de 50 zuritas (especie de menor tamaño que las torcaces) atrapadas en las redes, con autorización del Gobierno de Navarra y con la colaboración de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, para volver a liberarlas, dejarlas que sigan su vuelo y estudiar su recorrido si son recuperadas o abatidas. Y lo que hace falta es que colabore el viento norte, el mejor para el funcionamiento de las redes.