El confinamiento obligado desde la declaración de estado de alarma en plena primavera ha traído consigo imágenes poco habituales en las que se muestra como la naturaleza ha ido ganado terreno. Así, se asoman margaritas en las aceras que rodean los parques infantiles o entre los adoquines de la plaza de Leitza, lugares por los que desde hace más de 40 días no juegan y caminan cientos de personas.