L a localidad de Erro acogió durante la jornada de ayer la fiesta de los pastores vasco-americanos, bajo el lema: Del Valle de Erro a América, que recordó el éxodo de los pastores que tras la Segunda Guerra Mundial y en una situación económica de debilidad tuvieron que emigrar a Estados Unidos para comenzar una nueva vida. Muchos de ellos emigraron para poder ayudar económicamente a su familia, encontrar un trabajo mejor o poder huir de la guerra que Francia mantenía en Argelia. La fiesta homenajeó a los pastores Ignacio Marmaun, Nicanor Ancho y Salvador Jolis que se ubicaron en la zona oeste del país en los estado de California y Arizona a mitad del siglo XX.

Cada año la edición se celebra en un pueblo diferente que desde 2006 organiza la asociación Euskal Artzainak Ameriketan con el objetivo de difundir cómo fue el modo de vida de los pastores, las condiciones de trabajo con las que tuvieron que lidiar, de qué manera volvieron y cómo cambió su vida. Laura Igan-tzi, una de las organizadoras de la jornada, explicó que la idea de organizar un fiesta en honor a los pastores vascos que migraron nació en Lesaka: “Invitaron a mi padre, Ángel Yanci, a un congreso internacional y nos dimos cuenta de que no existían datos sobre pastores en Navarra. A partir de ahí, en colaboración con el grupo de investigación Laia me comprometí a hacer ese listado”. Laura y sus dos hermanos nacieron en Dickson (EEUU), pero volvieron a Lesaka cuando ella tenía tan solo dos años. Se vieron forzados a emigrar a un país del que sólo habían oído hablar y desconocían su idioma, lo que, a priori, podría haber limitado su actividad.

Martín Echamendi, nacido en 1939, emigró con 21 años a América y tardó un año en poder mantener una conversación en inglés. A partir de ahí comenzó a leer, conocer y estudiar la cultura y la sociedad. “Era mi sueño”, enfatiza. Durante nueve años vivió en Arizona y recuerda que “seis meses después de llegar, sabía que este era mi mundo, donde quería vivir el resto de mi vida; y ahí vivo”. Los vascos fueron uno de los primeros pastores en trabajar con el ganado ovino como sustento debido a la escasez de alimentos. Se caracterizaban por su constante trabajo arduo, como personas honradas y cumplidoras de su palabra.

migración Los movimientos migratorios se produjeron en la década de los 50 del siglo pasado, en un momento delicado en el que las personas jóvenes apenas tenían oportunidades en su localidad. Echamendi explica que la mayoría “tenía que viajar a Francia”, y eso a él no le interesaba, fruto de la guerra que mantenía en Argelia. “En mi casa había oído hablar mucho de las Américas y tenía claro que quería conocer ese país”, explicó. La valentía y el sacrificio iban de la mano de los sueños y aspirar alto tenía sus riesgos, pero también sus recompensas, Martín quería ser un dueño de pastores, de rebaños grandes de ovejas en las enormes estancias de Arizona donde “no podía cansarme de lo vacío que estaba el desierto con las ovejas. Es ahí donde conocí una libertad increíble”, aseguró. Aunque también aprendió grandes lecciones de vida, fruto de situaciones extremas.

el trabajo Durante el periodo de trabajo en la primavera, el cuidado del ganado ovino tenía lugar en el desierto con rebaños de 2.000 ovejas donde había veces en las que tenían dos días de camino para encontrar agua: “No sabía lo importante que era el agua. Me había bañado en los ríos y había ido a pescar con las manos pero jamás había visto el agua en el desierto de Arizona cuando, en realidad, no había”.

En esa zona del mundo “se formó una cultura imposible de encontrar en cualquier otra parte”, explica Martín. Pocos vascos, pero muchos españoles, indios nativos y americanos anglosajones aprendieron a vivir todos juntos y es gente mentalmente muy abierta, y eso “me encantó”, explica. Salvador Jolis, nacido en el municipio navarro de Orbaiceta, fue uno de los homenajeados por su gran esfuerzo y dedicación en su compromiso como pastor, junto a Ignacio Marmaun y Nicanor Ancho. Explicaba que para él lo más difícil con lo que vivir fue hacer frente a la soledad. Trabajó durante dos inviernos en los que reconoce que “no fueron duros, ya que iba curtido de aquí, y no me hizo tanta mella como la gente se puede pensar”.

camperos Los pastores que adquirían experiencia podían ascender a camperos, encargados de llevar la comida u otros servicios necesarios a sus compañeros con el fin de que desarrollaran sus actividades. Es el caso de Nicanor Ancho, nacido en 1935 en Villanueva de Aezkoa, que emigró con 23 años a California, hasta 1966. Durante su estancia de ocho años, trabajó cuatro en Lancaster y otros cuatro en Madera. Al ser campero, su labor consistía en llevar la comida a los pastores y las borregas a los campos. Nicanor reconoce que aunque no podían irse porque tenían que quedarse ahí. “Estábamos bien entre la gente en Fresno (ciudad del estado de California), el amo nos llevaba la Nochebuena a todos los vascos a un hotel donde disfrutábamos de la fiesta”, y añade que fueron unos años en los que no aprendieron nada.

La figura a la que Nicanor se refiere como el amo era en concreto el patrón y dueño de las ovejas, y que el contrataba para que se hicieran cargo de ellas. El contrato de trabajo determinaba el periodo de tiempo en el que podía permanecer en el país. Estos contratos tenían una duración de tres años y medio prorrogables 6 meses más. Nicanor explica que hace cinco años viajó con su familia a Fresno y se encontró con el hijo del que había sido su amo. Cuando se conocieron, el hijo tenía unos trece años y 56 años más tarde, le reconoció.

La valentía y el coraje de los pastores vascos agranda la cultura vasca que se configura de grandes historias de los vascos que dieron un giro de 180 grados a su vida en busca de una mayor calidad de vida.