Se marcaron un objetivo muy claro, que la lana de las ovejas navarras se convirtiera en la protagonista de sus vidas. Y vaya si lo han conseguido porque Adriana Ojer y Alain Flores, fundadores de Nubes de Lana/Artzileko Hodeiak, diseñan y crean complementos personales y del hogar elaborando artesanalmente el fieltro con lana de oveja en su taller de Zoroquiain: plantillas aislantes para los zapatos, zapatillas de casa, fajas lumbares y cervicales, mantas, edredones, lámparas, esponjas naturales, manoplas de ducha, cuencos, maceteros, bolas suavizantes para la lavadora... "La primera vez que trabajé con lana me pareció magia. No me podía creer que de una fibra tan fina y delicada se pudiera crear un tejido tan duro y resistente, pero maleable a la vez", afirma Adriana.

"Que no se pierdan las tradiciones antiguas"

Los motivos que les llevaron a crear Nubes de Lana son variopintos. En primer lugar, "las ganas de que no se perdiesen los saberes y las tradiciones antiguas", comenta Adriana. Conforme se adentraban en el mundo de la lana, la pareja de artesanos conoció la rueca y el huso para el hilado, los cepillos de cardar la lana o la cardadora. En segundo lugar, porque "esta materia prima tan abundante en nuestra tierra y tan poco apreciada en estos tiempos se está tirando a montones" tras la esquila y pensaron que se podía reutilizar. Y, por último, además de que se oponen a "tanto plástico y productos que vienen de China", que pastores de la zona llevaran prendas de lana traída de Nueva Zelanda. "Estamos todo el día viendo ovejas en los prados y después la lana que compras es de Nueva Zelanda porque es más fina. Pensamos que no tenía que haber tanta diferencia y que la lana de aquí también se podía utilizar", señala.

Antes de lanzarse a los mercados con sus productos, se formaron en el "olvidado" mundo de la lana y confiesan que fue una ardua tarea por la falta de cursos. "No había un camino marcado porque la sociedad ha olvidado trabajar con lana. No era como, venga, quiero aprender a tallar madera y tengo talleres a los que acudir. No, nosotros no teníamos esa opción", lamenta. Para aprender, se marcharon a Francia. En concreto, a L'Ecole de la Laine, en la localidad de Valses, a 250 kilómetros al norte de Burdeos. "Aprendimos desde la selección de la lana, cuál vale y cuál no, hasta el enfieltrado", explica.

Estreno en Tafalla en 2016:

Tras recibir la formación, llegó el momento del estreno, la primera feria. Fue en 2016 en Tafalla, el pueblo de Adriana. "Fuimos con muchos nervios y una pequeña mesa. Tendría metro y medio, pero de producto habría medio metro", reconoce riéndose. Sin embargo, las esponjas naturales, las agendas, los cuencos, las carteras y las lámparas con la tulipa de lana se ganaron al público: "Venían atraídos. Tocaban los productos y decían 'qué suave, pero si la lana pica, pero mira, esta no'. Salieron encantados", recuerda. Mercado a mercado, se ganaron un sitio en la artesanía navarra.

Ovejas navarras

La pareja de artesanos solo trabaja con ovejas de raza navarra -berrinchona, latxa y rasa navarra- criadas en pastos naturales y de pastores locales de Larraun, Orbaitzeta, Igoa, Basaburua, Alsasua, Zubiri y Ziordia.

El primer paso para producir artesanalmente la lana, explican, es la esquila, que se realiza una vez al año mínimo. "Recogemos esa lana y la seleccionamos. Lo ideal es hacer una primera selección durante el esquileo. Toda esa lana la enviamos a un lavadero donde la limpian con agua y jabón y la secan en unos túneles de aire caliente", comenta. Una vez limpia, llega el turno del cardado, que consiste en estirar la lana esquilada separando cuidadosamente las fibras sin que se corten hasta que adquieran una textura suave y poco peso. Con huso y rueca, se tuercen las fibras de la lana carda hasta obtener hilos con los que hacen mantas de fieltro. "Este proceso lo trabajamos siempre en húmedo a base de agua caliente, jabón y fricción", afirma. Estas mantas poseen suficiente tejido para elaborar los diferentes productos en el taller.

Yurtas

Adriana y Alain también construyen yurtas -una vivienda utilizada por los nómadas en las estepas de Asia Central- con estructura de madera y lonas de fieltro de lana que protege del frío y aísla de la humedad. "Se acerca gente que busca sobre todo un sitio de retiro", asegura. También cambian lonas, les ponen fieltro aislante y hacen presupuestos.

Desde hace seis años, poseen su propia yurta en Zoroquiain. En su caso, la estructura principal es de castaño, la corona -la pieza central del techo por donde entra la luz- de fresno, las lonas de fieltro de lana y el suelo una tarima elevada ."El ambiente que se crea en el interior es único", finaliza.