A los hermanos Valdemoros Rodríguez la afición por los gigantes y cabezudos les viene de lejos. “De pequeño, Miguel Ángel ya construía kilikis de cartón piedra en el txoko de la casa de nuestros padres y a mí siempre me ha gustado pintar. Él los construía y yo los pintaba”, relata María Valdemoros, 42 años, natural de Artajona. Con el paso de los años, el hobby de los hermanos se profesionalizó -dejaron atrás los periódicos y las “típicas bolsas” y comenzaron a utilizar bastidores, arcillas, escayolas y fibras de vidrio- y en la actualidad construyen y restauran gigantes y kilikis en una bajera en la ermita de Artajona que les ha cedido el Ayuntamiento del pueblo.

La última obra de María y Miguel Ángel ha consistido en “renovar”dos figuras de la Comparsa de Gigantes Dorreberria de Artajona: Saturnino Lasterra y Martina Goicoechea, de casi cuatro metros de altura. “Los miembros de la comparsa del pueblo, que ya sabían de nuestra afición y trabajo, se pusieron en contacto con Miguel Ángel y conmigo porque querían renovar dos personajes. Nos pidieron que fueran unas figuras más lúcidas y sobre todo expresivas”, comenta María. “Ha sido el reto más importante que nos han enencargado, pero también el más bonito y el que más ilusión nos ha dado”, reconoce la artajonesa.

La Comparsa de Gigantes Dorreberria, comenta, les dio luz verde a finales de 2019, pero cuando se quisieron poner manos a las obra llegó la pandemia. “No sabíamos por dónde tirar, qué hacer o si nos podíamos juntar en el taller para trabajar”, recuerda María. Tras unos meses de incertidumbre y de parón, en mayo de 2020, “cuando ya se podía hacer algo”, comenzaron a construir los dos gigantes. Medio año después, en diciembre, estaban listos.

Sin embargo, debido a las restricciones por la pandemia, Martina y Saturnino estuvieron encerrados en el taller hasta el 18 de septiembre, cuando salieron con sus trajes y bustos nuevos para acompañar en la puesta de pañuelicos a los nacidos en la villa de El Cerco entre septiembre de 2019 y septiembre de 2021. Curiosamente, los creadores de los gigantes no pudieron acudir a la presentación: “El mismo día se casaba mi hermano y fue imposible. Toda una casualidad”, bromea María. Por ahora, no han salido de pasacalles.

Ambos gigantes representan a figuras relevantes en la historia del pueblo. Martina Goicoecha, huérfana de padre y madre, donó parte de su herencia a las obras del Antiguo Santo Hospital de Artajona -actualmente la Residencia Virgen De Jerusalén- y trasladó al edificio los muebles y ropas que tenía en su casa. Por su parte, Saturnino Navarro participó en la primera cruzada, de 1096 a 1099, como capitán de las tropas de Don Ramiro, Infante de Navarra, y, según la tradición, Godofredo de Bouillón, líder militar que gobernó Jerusalén tras su conquista, le regaló por sus servicios la imagen de Nuestra Señora de Jerusalen que se venera en Artajona en fiestas.

el proceso María explica que para hacer un gigante hay que “invertir mucho tiempo”. El primer paso, señala, consiste en fabricar un bastidor de madera que sostendrá la escultura de barro. A continuación, sobre ese bastidor, se elabora una escultura de arcilla. Cuando la escultura está terminada, se cubre de escayola para obtener dos moldes -en negativo-, donde se añadirá posteriormente la fibra de vidrio. Con la escayola seca, los moldes se dividen y se rellenan de fibra de vidrio. Tras ello, se unen, se sellan y se pasa a un proceso de lijado. Por último pasaríamos al proceso de pintura y barnizado.

Durante este proceso, a veces se producen variaciones. “En Martina hubo unos bocetos previos que cambiamos. Nos parecía demasiado joven y le quisimos dar más seriedad y edad por el personaje que representa”, comenta María.