A medias entre la verdad y la exageración, siempre alimentada por su excéntrico dueño, Choupette se caracterizó durante los últimos años de vida del diseñador Karl Lagerfeld por ser un felino de brillante pelaje blanco, que en tiempos de crisis gozaba de chef personal, doctor, guardaespaldas y una serie de lujos inalcanzables para cualquier humano medio. De hecho, y según detalló en un divertido reportaje The New York Times, cuando este felino salía de viaje su personal llevaba consigo "platos de plata, artículos de aseo personal, una bolsa lujosa de Goyard y un maletero personalizado Louis Vuitton". La culpa no era suya, para nada, sino del extravagante director creativo de Chanel y Fendi que halló en esta preciosa gata la amistad que jamás encontró en un compañero de vida. Y por ello Choupette, como un personaje más de su troupe, se convirtió en una de las mascotas más ricas, populares y consentidas del mundo. Con permiso, eso sí, del chihuahua de Paris Hilton.

Tanto fue así que hizo de su gata toda una influencer animal, a la que le abrió incluso redes sociales. Su Instagram acumula en la actualidad más de 143.000 seguidores, y lo lleva un equipo de expertos en social media liderado por Ashley Tschudin. E incluso Choupette pudo beneficiarse de parte de la herencia de Lagerfeld porque la ley alemana así lo permite. Según un reportaje que publicó en su momento el diario El Mundo, es legal incluir animales de compañía en el testamento, y eso garantiza que, hasta el día de su muerte, "la gata pueda seguir recibiendo el mismo trato versallesco que se le dispensó en vida del diseñador: los cuidados de dos criadas, latas diarias de paté de pollo y caviar en platos de diseño, y el privilegio para viajar en jet privado".

Pues bien, cuatro años después del fallecimiento del conocido diseñador de moda alemán, el tema de la gala que cada año organiza el Museo Metropolitano de Nueva York va a ser Karl Lagerfeld: una línea de belleza. Homenaje al que su gata Choupette también ha sido indiscutiblemente invitada.