Calígula, el de Camus: a menudo no se consigue lo que se quiere -así se quiera la Luna- porque no se persigue con el suficiente ahínco. Creo que finis coronat opus significa algo semejante: hay que persistir en lo que se empieza hasta acabarlo y nada ha de darse por definitivo hasta su conclusión. El Instituto Politécnico de Donapea fue inaugurado en 1980. Esa inauguración fue tenida en su momento como una suerte de triunfo popular. En el trasfondo estaba la sorda disputa que durante lustros, en los agónicos años del tardofranquismo, habían sostenido los conocidos como "concejales sociales" de Pamplona con el Opus Dei por la propiedad de los terrenos donde finalmente se asentaría el campus de la, así llamada, Universidad de Navarra. Como se sabe, por imperativo legal emanado a finales de 1973 del gobierno presidido por el almirante Luis Carrero Blanco, la zona verde más amplia y de mejor sombra del municipio pamplonés pasó a ser de uso y disfrute privativo de las huestes de Escrivá. Aunque ni Calígula ni su caballo firmaban tal mandato imperativo, el Ayuntamiento de Pamplona, encima hubo de indemnizar -total, unos 500 millones de los de entonces- a los propietarios de los terrenos anejos expropiados. No es extraño que algunos de aquellos arriesgados concejales no fueran al funeral de Carrero habido en la catedral. Tampoco extraña que, saciadas sus pretensiones, los de Escrivá no reparasen en los colindantes y apetecibles terrenos de Donapea. O por lo menos no reparasen en ellos hasta que se anunció la edificación en tales pagos de una humilde escuela de formación profesional. Entonces sí, pretendieron los terrenos de Donapea, aunque sin éxito, y el Politécnico quedó inaugurado en 1980. Pero nada acaba hasta su definitiva conclusión. Treinta años después, antes de despedir su último mandato, UPN ha anunciado la próxima desaparición del Politécnico y la futura expansión de la llamada Universidad de Navarra hacia Donapea. Finis coronat Opus. Aquí Opus va en mayúscula.
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